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BAP La Unión
Franco Arambulo

Hay una relación especial entre el hombre y el mar. La caleta es testigo de ello. Caracterizada por la abundancia biológica de sus mareas, la bahía piurana disfruta de atunes, meros, merlines y hasta tortugas. Ello porque allí se trenzan dos importantes corrientes: la de Humboldt y la de El Niño, creando un ecosistema que ofrece espectaculares pescas todo el año. No por nada esta es una de las mejores zonas del mundo para la redada deportiva. 

La tradición, claro, no acaba ahí. Durante generaciones los pobladores de la zona han practicado sus faenas marítimas en naves a vela. El pasado 26 de junio, sin embargo, otro histórico protagonista se unió al baile.

VELAS HERMANAS

En una travesía de 157 días, la regata internacional “Velas Latinoamérica 2018” congregó a los buques a vela más representativos de México, Brasil, Venezuela y Perú, entre otros países, con el fin de recorrer las costas del continente americano. La ruta inició en Río de Janeiro y, luego de navegar por Chile y Argentina, la caravana adentró en los mares de Grau. 

En su paso hacia Guayaquil, el de la –en su calidad de anfitrión– se acercó a la caleta de Cabo Blanco para compartir con los veleros de pesca artesanal que ahí lo esperaban. “Saludar al velero más importante del país es una tradición que se da en todas las marinas del mundo”, explica Marco Tineo, comandante de la patrullera marítima Río Pativilca. “Durante unas millas, los cadetes y oficiales de la Escuela Naval salen a cubierta para desplegar velas, cantar himnos y saludar a las embarcaciones locales”. 

La gestión de H2Océanos, la Asociación Inkaterra y el Gremio de Pescadores de Cabo Blanco hizo posible que cerca de 30 veleros artesanales compartieran con el  en un encuentro que demostró la vigencia que aún tiene el empleo de las velas en el Perú, asegurando que este sostenible tipo de navegación se mantenga en los años venideros.

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