Celeste Pérez

La pandemia del COVID-19 hizo volver la mirada a nuestro núcleo: el hogar, la dinámica familiar, el apoyo en comunidad. Esto pasó en varias ciudades de la provincia de La Convención, Cusco, principalmente en las dedicadas a la producción de café y cacao. La pandemia –y el duro golpe que significó para su economía– obligó a estas familias a mirar de nuevo técnicas ancestrales como el ayni, con el objetivo de seguir a flote. “Ayni es trabajar en familia, con los vecinos, gente de por aquí. Damos nuestra mano en la siembra y cosecha, nos organizamos para ayudarnos entre todos”, cuenta el caficultor Mariano Asunción Vargas (65), dedicado hace más de 25 años a trabajar la tierra.

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