Oscar García

El día que el hombre perdió ante la inteligencia artificial está registrado en la historia, pero muchos lo han olvidado, salvo los científicos de la computación y algunos veteranos aficionados al ajedrez. Ocurrió en 1996, un 10 de febrero, cuando el gran maestro Garry Kasparov se sentó frente a la computadora Deep Blue de IBM y perdió una de las varias partidas que sostuvo. Aquella fue una batalla desigual, lo que agiganta más la figura del genio ruso: el ordenador de IBM era capaz de examinar más de doscientas millones de posibles jugadas en un segundo, una cifra inhumana. Sin embargo, algo se rompió ese día. Quedó demostrado que las máquinas podían vencer a sus creadores en algo tan caro, tan nuestro, como la actividad de pensar. Al año siguiente, Deep Blue tuvo su revancha y venció a Kasparov, quien regaló la reacción más humana ante esa victoria de fríos algoritmos: se picó.

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