Para las doulas el parto es mucho más que un acto biológico: es sagrado. Saben que traer una nueva vida al mundo es un proceso durísimo con una avalancha de emociones involucradas, dudas y miedos que nunca antes existieron. Para eso están.
Las doulas acompañan a las mujeres embarazadas en todo el proceso antes del parto, durante el parto (en casa, clínicas u hospitales) y en el posparto. Son meses cruciales en la vida de las mujeres que se convierten en madres, y en este tiempo tendrán la seguridad de contar con una guía y contención en la figura de las doulas por un parto respetuoso. Muchas veces, incluso, son un escudo protector ante un sistema de salud poco empático y acelerado que resuelve con cesáreas no siempre necesarias.
No tienen horarios. Cuando sus pacientes están en labor de parto, reciben la llamada en cualquier momento del día y acuden de inmediato donde ellas. Pueden pasar horas o días hasta que den a luz. Las doulas las acompañarán en ese proceso, donde se encuentren. Conversamos con dos de ellas, peruanas formadas en la Casa Pakarii, la primera escuela en el país de formación de doulas. Cada una tiene su propia historia sobre cómo llegó a este oficio. La soledad, la desinformación y la incertidumbre que vivieron durante sus propios partos fueron sus principales impulsos.
Entrar en la intimidad
Ariela Waltzer (Jerusalén, 1971) es doula desde hace 18 años. Acaba de publicar el libro “El cuento de parir: (Confesiones de una doula)” (Maquinaciones, 2024), con relatos basados en sus experiencias como doula porque siente que hablar del parto, el dolor y su belleza debe estar siempre sobre el tapete y no mantenerse oculto alimentando mitos y la desinformación. Se embarazó de gemelos a los 31 años. Fue su segunda gestación, en la primera perdió al bebe. Tenía la ilusión de dar a luz naturalmente, pero las circunstancias hicieron que fuera una cesárea: “Fue todo un viaje vivir un embarazo desde una soledad profunda. Hace 22 años el sistema no ofrecía a alguien que sostenga este proceso. Tenía muchas preguntas, miedos, qué era ser mamá realmente, qué estaba pasando con mi cuerpo. Estuve casi un mes internada. Había gente que me cuidaba, pero sin conocimiento”, recuerda Waltzer sobre qué la llevó a ingresar al mundo de las doulas.
En esa época, ya era terapeuta y profesora de yoga y sintió la necesidad de acompañar embarazos porque sabía que había más mujeres que también la debían estar pasando mal. Saca la cuenta y calcula haber acompañado a alrededor de 150 partos, quizá más. “¿Recuerdas lo que sentiste la primera vez?”, le preguntamos.
“Cada parto que acompaño se siente como la primera vez. Claro que he ido aprendiendo en el camino, me siento más sólida, confiada, pero esa emoción siempre existe”, afirma. Para ella, estar en primera fila viendo la vida llegar es un privilegio. “Acompañamos sosteniendo la parte emocional, así como la historia de cada persona involucrada. Recordemos que también hay un papá que está ‘pariendo’, una familia, abuelas, hay mucho legado que confluye en este momento. Nos involucramos muchísimo con la familia, entramos en sus vidas, en sus casas, incluso en sus camas, en su mundo más íntimo”.
Siempre en guardia
Encontramos a Andrea Bettocchi (Lima, 1978) en guardia. Es decir, está esperando la llamada de un próximo alumbramiento. En ese caso, debe dejar todo y estar con la futura mamá 12, 24 horas, o el tiempo que le tome dar a luz. El cuerpo de cada mujer es distinto y sus partos también. Bettocchi nos cuenta que las doulas en la actualidad pueden acompañar todos los procesos de las mujeres en general.
Pueden acudir a ellas apenas decidan quedar embarazadas y trabajar con sus parejas en caso tengan dificultades y temores. De hecho, ella es también es asesora de lactancia, no hay ni un solo día que no esté con bebes. “Hemos asumido el nacimiento de nuestros hijos casi como el sufrimiento necesario. Ese ‘con dolor parirás’ (el castigo bíblico de Dios a la mujer) nos cae como si fuera un hacha sobre la cabeza, pero lo que hacemos las doulas es ayudar a resignificarlo”.
Bettocchi es comunicadora, pero a partir de un parto solitario, en Inglaterra, lejos de una red de soporte, dejó todo para convertirse a tiempo completo en esta compañía que a ella le hizo falta en su primer parto. “Nos hemos olvidado de vivir en comunidad. Antes, siempre había alguien que ayudaba a fajarte, a colocar a la bebe en la teta, a curarte con plantas, ahora no”. Son prácticas que se han ido olvidando, y las doulas están para recordarlas. //
-Las doulas no son parteras. Se suele confundir está función ancestral con el proceso de acompañamiento de las doulas. El día del parto, las doulas complementan el trabajo de las parteras o médicos al momento de recibir a los bebes.
-No siempre son bien recibidas. Su participación puede sentirse invasiva o, incluso, un intento de reemplazar al padre. Sin embargo, hay médicos y clínicas que aprecian su presencia como ayuda durante el parto.
-Doula es una de las palabras más antiguas del vocabulario griego y quiere decir ‘esclava’. Es un concepto occidental que, en tiempos contemporáneos, se atribuyó a las mujeres que acompañan el embarazo, parto y posparto.
-La figura de la doula llega al Perú con Angela Brocker, fundadora de Casa Pakarii, en 2006. Allí se formaron las primeras promociones de doulas cada una con una visión distinta de su trabajo y nuevas formas de atenderlo.
TE PUEDE INTERESAR
- Osteria Burgos: el espacio de comida italiana de Rafael Piqueras donde los niños pueden jugar a ser chefs
- Día de la Madre 2024: las opciones del Club de Suscriptores para sorprender a mamá
- Mis primeros lentes: ¿cómo cuidar la salud visual de los más pequeños del hogar?
- De Gamarra para el mundo: El dénim peruano se prepara para conquistar Colombia con estas 20 marcas emprendedoras
- James Berckemeyer: el chef que vende 1500 cremas volteadas al mes y sueña con hacer crecer su imperio gastronómico