Si hay un plato que nos unifica como nación —con el perdón de cebiches, pachamancas y arroces varios—, ese es el pollo a la brasa. Lo que ha ocurrido esta semana con la Granja Azul quizá sirva para confirmarlo. Quien se mete con el pollo se mete con lo más sagrado, con la familia, con el domingo feliz. Puede que no lo recordemos, pero los peruanos no siempre tuvimos la fortuna de saborear su piel crujiente, sus papas humeantes y sus salsas untuosas, todo en el mismo plato.
TE PUEDE INTERESAR
- ¿Cómo es la biblioteca de tu distrito? Tres testimonios de gestión para acercar la lectura a los vecinos
- Gonzalo Torres: “Perder nuestro patrimonio es como perder nuestra identidad”
- Fito Espinosa: una mirada al deslumbrante mundo interior del artista plástico
- 50 años de hip hop: la escuela en Lima que te enseña a rapear y producir beats
Contenido Sugerido
Contenido GEC