Un síndrome se está generalizando entre los ‘millennials’ (nacidos entre 1981 y 1997), esos jóvenes adultos que incorporaron la tecnología como parte de su día a día, pero que hoy sufren de “fatiga virtual”, ante la imposibilidad de conectar con otras personas en el ciberespacio. Es una sensación que se acrecienta en estos tiempos pospandémicos, luego de vivir la traumática experiencia de estar permanentemente ante una pantalla, como única forma de comunicación. Para la generación menor es incluso peor. Así lo sostiene un estudio que recoge el diario “El País”: según una encuesta de Savanta, una consultora de mercados con sede en Londres, más del 90% de los miembros de la generación Z (1995-2000) dijeron sentirse frustrados con las aplicaciones para conocer gente.
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“A partir de cierta edad, las responsabilidades, el trabajo, el cuidado de los hijos, entre otras situaciones, nos dejan sin el tiempo necesario para que podamos hacer nuevos amigos. Otro factor importante es la falta de confianza en los demás, que surge a partir de malas experiencias”, nos dice Laura Borlini, psicóloga especialista en terapia de pareja. “Para construir nuevas relaciones, hay que estar abiertos a nuevas posibilidades. Tenemos que ser flexibles con nosotros mismos. Frecuentar círculos de gente que comparte gustos o actividades en común nos puede ayudar en ese propósito”, complementa.
Así las cosas, surgen nuevas tendencias lejos del mundo virtual para empezar a descubrir amistades y, quién sabe, el amor. En Lima, ciudad que suele adoptar las modas extranjeras con velocidad casi instantánea gracias a las redes (hace unas semanas lo vimos con el ‘trend’ de la piña en el supermercado), los clubes de running, ciclismo y otros deportes ‘outdoor’ se han convertido en espacios para socializar con nuevas personas, de una manera fresca y natural. El objetivo, además de ponerse en forma, también es entablar relaciones afectivas, tal y como sucede en diferentes ciudades de Estados Unidos y Europa.
Es lo que le pasó a Andrea (37), gerente de márketing de una cadena hotelera, madre de una niña y divorciada. Amante del ciclismo de montaña, un buen día conoció a Braulio (44), mientras ambos manejaban bicicleta en el Morro Solar, cada uno con su propio grupo. “Nos topamos en una pendiente y la conversación empezó a fluir”, nos dicen para este artículo. Intercambiaron consejos, pero también números. A la semana siguiente, tuvieron su primera cita en el lugar donde se conocieron. “Cuando empezaron a bajar las restricciones por la pandemia, la única manera de conocer a alguien con libertad era a través del deporte”, nos dice Andrea. “El plan es redondo porque comienzas a las seis de la mañana tomando desayuno en el grifo, luego te tomas un ‘break’ en lo alto del cerro y al final compartes un almuerzo con tu grupo. Sin querer, se genera un espacio para socializar. Y en el camino, vas conociendo a diferentes personas”. Tal y como lo cuenta, parece que todo marcha sobre ruedas.
En busca de mi comunidad
Un taller de escritura se ha convertido en todo un fenómeno. Rock The Bubble es una comunidad integrada por aficionados a las palabras y a la lectura (de toda índole, edad y profesión) que han formado un grupo sólido y un espacio de expresión en libertad. Como consecuencia natural se generan almuerzos, conciertos y otros eventos que se organizan con frecuencia. Un plus para las clases, que ya han propiciado amistades duraderas.
Hace unos diez años, la escritora y publicista Chiara Roggero comenzó a dictar talleres de escritura entre sus amigos, esporádicamente. Sin embargo, durante la pandemia, estos se volvieron una necesidad; los hacía virtuales y por muchas horas hasta convertirse en lo que son hoy: talleres que han traspasado fronteras: “A diferencia de otros entornos, en donde uno se empieza a conocer desde sus pergaminos más bonitos, en Rock The Bubble uno empieza escribiendo sobre sus dolores y vulnerabilidades, entonces la gente se puede acercar de manera distinta. Es un ‘booster’ para que la gente conecte, sean sensibles los unos con los otros y se vinculen. Yo diría que ese es el secreto”, explica Roggero.
Los encuentros crecieron tanto que ahora tienen grupos en paralelo de 15 a 20 integrantes que también se ponen de acuerdo para generar experiencias grupales, como salir a fiestas, comer en restaurantes, organizar almuerzos y hasta viajar juntos. “Hemos ido a Cusco, Gocta, Iquitos y pronto a Urubamba. También organizamos eventos y una fiesta de fin de año”, dice la escritora. Exalumnos se suman a las salidas e incluso llevan a sus parejas, ampliando así la comunidad. Una de sus características es que sus integrantes tienen entre 35 y 50 años. Además, intentan tener grupos mixtos y con perfiles muy distintos, pues para Chiara, de esta manera, el taller será mucho más divertido y los ‘feedbacks’ son más variados.
Directo al grano
Las cosas como son: no todos queremos tener más amigos. Para muchos limeños mayores de 30, la prioridad es encontrar pareja en una ciudad donde los convencionalismos abundan, pero poco a poco van dando paso a actividades más cosmopolitas, como es el caso del ‘speed dating’. No se trata de una app o una plataforma digital para conocer personas (como pueden ver en el recuadro de la izquierda), sino más bien de una dinámica que toda persona soltera puede hacer en el mundo real. “Son minicitas, de máximo 15 minutos de duración, donde ofrecemos la oportunidad de conocer a muchos prospectos, con el tiempo suficiente para tener una primera impresión. Así, no corres el riesgo de extender una cita con alguien con quien definitivamente no hay química”, nos dice Pamela Sotomayor, creadora de Citas Rápidas Perú (981 411 033).
Las dinámicas se organizan entre quienes tienen el mismo rango de edad. Sotomayor revela que hay una mayor demanda entre personas de 35 a 50 años, profesionales que por sus actividades laborales no cuentan con el tiempo necesario para socializar. “En promedio, cerca del 80% de las personas que participan hacen ‘match’. De ese porcentaje, muchos logran tener una pareja formal, y otros tantos consiguen forjar una amistad”, nos dice.
Los encuentros se realizan en bares y restaurantes en zonas céntricas de Lima. Previamente, todos pasan por una evaluación, para saber si realmente están solteros. Lo menos que se quiere es que haya sorpresas.
Los nuevos ‘points’
Hace un par de ediciones, publicamos un informe acerca de la tendencia de tardear en Lima. Se trata de un concepto que consiste en salir de copas desde la tarde y que, precisamente, se ha popularizado entre un público que prefiere evitar la resaca al día siguiente, por cuestiones propias de la edad. Si queremos conocer personas entre los 30 y 45 años (o ir con nuestro grupo de amigos), lugares como Tardeo, María Mezcal, Amador o Jarango son buenas opciones para socializar.
A ellos se siguen sumando opciones. Está el restaurante Amaura, en San Isidro (cuya terraza en el segundo piso ya está conquistando al público) y la nueva terraza del café restaurante Mozart, en el mismo distrito. En poco más de un mes, se ha convertido en un espacio muy concurrido por los oficinistas de la zona, gracias a su ubicación y la posibilidad de pasar un momento agradable desde tempranas horas. “Lo que vemos es que muchas personas están en busca de un espacio para ir de ‘after office’. Es gente que quiere relajarse temprano para luego ir a su casa a descansar. Nosotros buscamos captar a ese público, a través de nuestra propuesta gastronómica —pizzas, pastas y otros antojos— y una variedad de tragos”, nos dice Dino Lercari, gerente del lugar. Las cartas están sobre la mesa. Solo es cuestión de probar y darle una oportunidad a lo nuevo. Nunca se sabe qué puede pasar la próxima vez que salgamos, por ejemplo, a correr. //
Conexiones genuinas
Romina Castro, psicóloga
Las personas de 35 o 40 años ya no están tan interesadas en las aplicaciones de citas como Tinder o Bumble, porque estas no invitan a buscar una relación, a enamorarse, o a conocer bien a la persona. Estos aplicativos son para tener algo mucho más casual y después de los 30 o 35 años —sin generalizar— usualmente se quiere algo más estable y serio.
Las nuevas formas de crear vínculos, hacer amistades o enamorarse (como lo son integrar distintas comunidades) están reflejando un cambio positivo, al menos en las dinámicas sociales, ya que facilitan conexiones realmente genuinas y basadas en intereses compartidos.
No es que sea más difícil hacer amistades a esa edad, sino que, mientras las personas crecen, también se suele reducir el número de conocidos porque no todos avanzan a la misma velocidad. Los intereses van cambiando y lo mismo pasa con los grupos de amigos. Lo que unía a ciertas personas hace 15 o 20 años, quizá ya no es lo mismo que los une ahora. Algunos se casan, otros priorizan su vida profesional, tienen hijos, o no los tienen. Lo natural es que las personas se muevan hacia distintos ámbitos, donde terminan conociendo gente con más similitud con su vida actual.
Bumble for friends
Esta app es ideal para aquellos usuarios que deseen encontrar a personas con las que puedan divertirse y compartir pasatiempos, sin necesidad de crear un lazo sentimental, como suele ocurrir con Bumble. Hay que crear un perfil, colocar nuestras preferencias y el tipo de amigos que estamos buscando.
Timeleft
Es una aplicación de cenas a ciegas para hacer amigos. Los encuentros se llevan a cabo cada miércoles a las 19:00 horas. Un día antes del evento, la plataforma revela algunos datos sobre los asistentes, como su área de ocupación o signo zodiacal, pero no ahonda en nombres o edad.
Meetme
Es básicamente un chat para conocer personas de todas las edades. Se puede descargar de forma gratuita y actualmente tiene más de 100 millones de suscriptores. Los filtros para buscar nuevos contactos se establecen en función de la geolocalización y los intereses indicados por el usuario.