Ricardo León

Años atrás, registró la marca “Cada tanto”. Él quería fundar un periódico que se publicara cuando hubiera cosas importantes que comentar; es decir, cada tanto. La idea era atractiva y además honesta, pero la descartó cuando se dio cuenta de que nadie pondría avisos bajo ese formato.

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Lanata (Mar del Plata, 1960) es un tipo que nunca ha dejado de inventar o reinventar. “Pienso sinceramente en matarme y un segundo después pienso un proyecto, y las dos cosas son verdaderas”, escribió en un libro titulado Hora 25, el mismo nombre del programa de radio que estrenó en 1990.

Felizmente para sus seguidores, hubo más proyectos que impulsos tanáticos. El periodista más amado y más odiado de Argentina ha trabajado (“desde los 14 años”, le gusta decir) en radio, televisión, diarios, revistas, teatro, cine, canales por Internet. Ha hecho de todo, pero siempre bajo dos reglas básicas: mucha creatividad y mucho humor, “pero humor inteligente, no humor idiota y obvio”.

—Para alguien que ha conocido el monstruo mediático desde adentro, ¿qué significan los nuevos formatos? No usas redes sociales, para empezar.

Sobre esto de los medios, creo dos cosas: una, que las noticias no son necesarias, son un invento de nosotros y de la industria para mantener a la gente ansiosa con la información; y dos, pienso que todos los medios son experimentales, incluso la radio, la televisión, los diarios son experimentales y todo lo que puede hacerse es nuevo. Podemos probar, en los medios nada está dicho. Este es un momento muy particular porque estamos en una transición a partir de la aparición de las redes.

De profesión periodista, pero de oficio provocador. No solo en sus programas o en sus libros cuestiona el mundo alrededor. En el 2018, mandó a estampar polos con frases alusivas al mercado de arte.
De profesión periodista, pero de oficio provocador. No solo en sus programas o en sus libros cuestiona el mundo alrededor. En el 2018, mandó a estampar polos con frases alusivas al mercado de arte.

—Has atravesado prácticamente todos los formatos periodísticos conocidos, vienes desde la vieja escuela. ¿Cómo vives tú el cambio, la inmediatez, la urgencia de la información?

La televisión abierta es muy histérica. A mí, sinceramente, no me importa el minuto a minuto. Yo no soy distinto del público. Si yo me aburro, la gente se aburre, no hace falta mucha ciencia para eso. Yo creo que todo se va a sintetizar, finalmente va a haber una sola pantalla para todo.

—En este pantano del fake news, ¿cómo se informa Jorge Lanata y cómo Lanata informa a otros?

Creo que un buen ejemplo es lo que trato de hacer en cada jornada. Yo leo los diarios por arriba y tengo un programa de cuatro horas todos los días. Muchas veces podríamos invitar a ministros, pero evitamos hacerlo y de golpe prefiero contar algún tema de información general, algún asunto de la sociedad que me parezca más importante. Me parece que aporta más al público.

LO QUE NO SE NOMBRA


Su larga experiencia en el medio incluye despidos, por supuesto. Tres veces lo han echado de la televisión, cuenta Lanata. En uno de esos paréntesis, decidió alejarse un tiempo y, durante ocho años, grabó documentales. El primero fue Bric, una serie de diez capítulos para el canal Infinito, donde analizaba, desde su mirada pero con las voces y contextos de decenas de fuentes, la hipótesis de un mundo futuro dominado por el eje BRIC (Brasil, Rusia, India, China).

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Después se lanzó a un proyecto aún más ambicioso, titulado 26 personas para salvar al mundo, basado en entrevistas a celebridades, pero también a algunos personajes anónimos, cada uno con una propuesta para enrumbar a la humanidad.

A tiempo completo

Jorge Lanata comenzó su carrera a los 14 años, en Radio Nacional. A los 26 años fundó el diario Página/12. En los años siguientes condujo Hora 25, Rompecabezas y Lanata AM en radio; en televisión trabajó en Día D y en Periodismo para todos. Sus libros Argentinos I y II fueron declarados texto de lectura en las escuelas argentinas. En 2004 estrenó el documental Deuda. Escribió sobre temas políticos y de actualidad en los diarios Perfil y Clarín. Actualmente conduce Lanata sin filtro, en Radio Mitre, con programas de cuatro horas al día. Su último libro es 10 K. La década robada. 

La más reciente aventura de Lanata es Hache. Lo que no se nombra, una serie documental del sello NatGeo Original Productions, que se estrenó esta semana en Star+. Realizada por Mandarina Contenidos, la primera temporada de Hache abarca siete capítulos, cada uno con una temática particular: la identidad de género, la salud mental, el universo de las redes sociales y la eutanasia, entre otros.

—Un documental te permite escapar de la fugacidad, y el streaming te permite escapar del rating. ¿Qué más has aprendido con Hache?

Los documentales me dan la posibilidad de tener más profundidad y de trabajar con más recursos. No tengo que estar con una cámara, puedo tener cuatro. Puedo armar una escenografía determinada en un estudio para hacer una presentación. Y también puedo aprender, porque hay otros criterios para manejarse en el streaming.

Uno de los capítulos más intensos de “Hache” es el que aborda la eutanasia y la muerte por decisión propia. Ana Estrada, mujer peruana que ganó en los tribunales el derecho a elegir el fin de su vida, es una de las protagonistas del episodio.
Uno de los capítulos más intensos de “Hache” es el que aborda la eutanasia y la muerte por decisión propia. Ana Estrada, mujer peruana que ganó en los tribunales el derecho a elegir el fin de su vida, es una de las protagonistas del episodio.

—No importa la cantidad de audiencia, sino cuánto tiempo se queda la gente en un capítulo.

O cuánta gente se suscribe a la plataforma para verte. Este no es un documental tradicional, creo yo, en el sentido de que no habla de un tema viejo, sino de un tema que está pasando. En general, los documentales tienen archivo, pero aquí no hay archivo, no tiene voz en off. Lo que tiene es cierta profundidad y distintas voces respecto a un tema polémico. Y en ese sentido, me parece bueno como apuesta profesional.

—En el capítulo donde abordas la identidad de género, imagino que ha sido difícil hacer las preguntas, entender lo nuevo, quién es transexual, quién es transgénero, cómo referirse al tema sin caer en el error.

Ese capítulo me sirvió porque me hizo cambiar mucho mi posición con respecto al tema. Yo no soy un tipo grande, soy argentino y tengo 62 años, o sea, tengo todos los prejuicios, todo me sonaba raro. ¿Y sabés que aprendí en el capítulo de género? Que lo importante –suena tonto dicho así, porque es muy básico– es que la gente se quiera y que no tenemos que meternos en el amor de los demás. ¿Me entendés? No tenemos autoridad para meternos en el amor de los demás. Que cada uno se quiera como pueda. Ya bastante difícil es quererse. Mi hija chiquita, Lola, que tiene 17 años, siempre dice ‘no juzgues’, y está buenísimo. Como concepto me parece reinteligente. //

Además…
Fin del tabú

Hache. Lo que no se nombra es una serie documental de siete capítulos. En cada episodio se plantean interrogantes vinculadas a problemas como la eutanasia, la justicia por mano propia, la obsesión por los likes, la salud mental. En cada entrega, Lanata viaja a distintos rincones del continente americano para conversar con personas de cada lugar, especialistas y figuras, quienes se vinculan de diferentes maneras con el tema. Estrenó el 19/10 en Star+.

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