1973
VÍA EXPRESA
Pocos le tenían fe a la Vía Expresa. De ahí devino el nombre de ‘Zanjón’, que hacía referencia de manera peyorativa a la gran zanja que había partido Lima en dos y que hoy se hace imprescindible para el transporte. “Esta foto muestra la construcción de la salida al carril central, vía que ya no existe. Fue demolida cuando se hizo el Metropolitano pero sirvió, por ejemplo, para que entrasen los Ikarus (Enatrus)”, cuenta el actor y conductor Gonzalo Torres. “Resulta increíble cómo una obra que hoy nos parece vital fue criticada tan duramente al comienzo”, añade. Para Mariana Alegre, directora ejecutiva de Lima Cómo Vamos, la Vía Expresa continúa cumpliendo la función para la que fue creada: trasladar personas en vehículos desde el centro hacia la costa y viceversa. “Estaba planificada con una extensión mayor, que no se continuó”, señala Alegre. “Actualmente tiene el mismo tipo de inserción urbana: es decir, no ha sido mejorada, y me atrevería a decir que incluso ha sido empeorada con otras obras que se han hecho de manera complementaria vinculadas al tránsito”, explica. Entre ellas, la reducción de los espacios públicos alrededor de la Vía Expresa, donde veredas y caminos son cada vez más pequeños en beneficio de los autos. “Esto impacta tanto en la vida pública como en el tránsito peatonal”, finaliza Alegre. Teniendo en cuenta que cada día somos más los limeños, quizá sea hora de mirar más allá de lo evidente.
1955
DIARIO EL COMERCIO, CENTRO DE LIMA
El edificio histórico del diario El Comercio, ubicado en el cruce de los jirones Lampa y Santa Rosa, se empezó a erigir en 1921, dos años después de que una turba instigada por el presidente Augusto B. Leguía promoviera un saqueo y atacara con bombas incendiarias sus instalaciones. Como ha recordado el periodista Juan Aurelio Arévalo, la nueva construcción se hizo como una respuesta a Leguía por parte de la familia Miró Quesada y “debía lucir imponente como una fortaleza”. La construcción, obra de los arquitectos Felipe González del Riego y Enrique Rivero Tremouille, tardó tres años en levantarse y lo impresionante es que en ese tiempo el periódico no dejó de salir ni sus trabajadores se mudaron a una sede temporal. En la foto de abajo, el edificio en su estado actual.
1976
JIRÓN DE LA UNIÓN
¿Vamos a jironear? Los limeños lo hacemos desde el virreinato. “El trazado del Jirón de la Unión data desde esa época y así lo podemos comprobar en antiguos planos de la ciudad; pero es a principios del siglo XX que recibe el nombre que conocemos”, sostiene Vladimir Velásquez, director del Proyecto Lima Antigua. Son 11 cuadras que van desde el Puente de Piedra hasta el Paseo de la República y que unifican los jirones que llevan el nombre de los departamentos del Perú: Moquegua, Puno, Cuzco, Ica y Ucayali, entre otros. “Siempre se caracterizó por ser un eje comercial: cafés, tiendas exclusivas, restaurantes, joyerías, estudios fotográficos y la lista sigue. Todo ello llevó a que ‘jironear’ sea una actividad donde podías darte a conocer y lucir tu mejor vestimenta”, continúa Vladimir. ¿Qué ha cambiado? La peatonalización, un aspecto clave en las zonas dedicadas al comercio para que el ciudadano pueda transitar con comodidad y seguridad.
1964
ESTADIO NACIONAL
Hasta el siglo XIX, la afición de los limeños eran los toros. Tal dinámica cambió con el arribo de barcos de bandera inglesa al Callao y la inmigración británica, quienes trajeron el deporte del fútbol. Para el siglo XX, el interés por la pelota en Lima era tan grande que se construyó un estadio de madera en lo que era la hacienda de Santa Beatriz, donado por la comunidad británica por el centenario de la Independencia. Y ahí estuvo hasta que el presidente Manuel A. Odría construyó, en el mismo lugar, el moderno Estadio Nacional, como lo conocimos en la foto de arriba, tomada un 24 de mayo de 1964, día funesto en que un gol mal anulado ocasionó caos y una tragedia que costó la vida de 328 personas. El Estadio Nacional se mantuvo invariable como hogar de la selección y sede de conciertos hasta su remodelación, en el año 2011, cuando fue ampliado con palcos suites y más.
1984
PARQUE CASTILLA, LINCE
El parque Castilla fue fundado en 1953 por el segundo alcalde de Lince, Carlos Campodónico, como recuerda el historiador Juan Luis Orrego. Los hermanos Risso cedieron 11 hectáreas de su hacienda Risso-Lobatón al Estado y sobre ellas se erigió el bosque que hoy conocemos, con huarangos y eucaliptos, un punto de encuentro de las familias de clase media, que paseaban con los niños. En la primera década de este siglo, el parque Castilla fue remodelado, con bastante controversia. Se creó una laguna artificial y otras innovaciones que no fueron del agrado de todos los vecinos.
1965
PARQUE SALAZAR / LARCOMAR
El 14 de setiembre de 1937, los limeños contemplaron el horrible espectáculo de un avión Potez biplaza en llamas surcando el cielo de la ciudad. En su interior iba el alférez FAP Alfredo Salazar, que ante el desperfecto de su nave prefirió inmolarse y llevarla a un descampado, salvando vidas. En homenaje, se bautizó con su nombre al hermoso parque del final de la avenida Larco. De cara al acantilado, el parque Salazar ha sido escenario en obras de Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique y Julio Ramón Ribeyro. Hoy, bajo su suelo se erige el centro comercial Larcomar y es uno de los lugares más visitados por los turistas que llegan a Lima.
1974
MINISTERIO DE PESQUERÍA / MUSEO DE LA NACIÓN
Con el boom de la anchoveta, la pesquería se convirtió en una de las actividades que más dinero generaban al erario nacional en los años 70. Acaso imbuidos en ese curioso frenesí, que al final fue un elogio a la depredación de recursos, como recuerda a Somos el historiador Henry Mitrani, se construyó un enorme edificio de estética brutalista (de puro concreto) para que fuera la sede del Ministerio de Pesquería, durante el gobierno militar. Hoy es la sede del Museo de la Nación. Frente a él, la avenida Javier Prado también ha sufrido muchas transformaciones hasta lo que es hoy día, una de las vías más usadas –y congestionadas– de la urbe.
1964
MERCADO CENTRAL
Siempre hubo comercio en este espacio. Principalmente, desde que San Martín reubicara a los vendedores de la Plaza de Armas (el gran centro de abastecimiento de la capital) en una plaza frente al Congreso. Fue Ramón Castilla quien mandó a construir allí un mercado moderno que siguiese las características de las normas europeas. “El primer mercado que hubo fue conocido como Mercado de la Concepción, debido a que se tuvo que expropiar parte del antiguo convento del mismo nombre”, explica Vladimir Velásquez, director del Proyecto Lima Antigua. “Este edificio fue construido en la segunda mitad del siglo XIX y demolido a inicios del siglo XX por temas de carácter sanitario. De este modo, se decide construir uno nuevo, que fue concluido en 1905”. El segundo local funcionó por casi 60 años, hasta que un gigantesco incendio lo destruyó por completo en 1964. La imagen que acompaña esta nota da cuenta del trabajo de los bomberos para apagar las llamas. “En esa época, el mercado ya estaba considerado como un espacio desordenado y a la vez poco saludable”, continúa Velásquez. “¿Qué podríamos decir en la actualidad de las condiciones en las que se encuentra el Mercado Central, cuya construcción tiene más de 50 años de antigüedad?” (las fotos pequeñas muestran a los bomberos en 1964; al lado, cómo luce la zona hoy).