No es fácil encontrar en el mundo una vista tan potente del océano golpeando el desierto como la que encontramos aquí. Así es Paracas. Millones de años se encargaron de diseñar este paisaje paradisíaco al sur de Lima, a solo tres horas de la capital. Y ni qué decir de su riqueza en recursos marinos dentro de la Reserva Nacional. Es un lugar único, privilegiado y soñado.
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En la reserva, territorio de 335 mil hectáreas que abarca de Pisco a Ica, cientos de especies de peces y aves generan un disfrute único, gastronómico y paisajístico, así como económico. Con la reserva se benefician los pescadores artesanales cuyos productos surten mercados, el muelle San Andrés, restaurantes y hoteles. El turismo, los deportes de aventura y la oferta inmobiliaria —muy cerca de la reserva— continúan en crecimiento para satisfacer a los más de 400 mil visitantes que llegaron solo el 2023. Estamos en un destino cada vez más pedido, sea para visitas de fin de semana, o para inversión inmobiliaria.
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“Así como resguardamos la principal colonia de pingüinos y lobos chuscos y finos, también beneficiamos directamente a las poblaciones locales”, sostiene Gonzalo Quiroz, Jefe de la Reserva Nacional de Paracas. Ver especies migratorias como la gaviota de Franklin o encontrarse con flamencos y zarcillos son oportunidades únicas. “Los beneficios irradian hacia los diferentes centros o distritos de la región. Por ejemplo, de Ica vienen operadores que ofertan paquetes turísticos en esta zonas”.
Pero no todo son buenas noticias. La pesca ilegal y con explosivos, la contaminación, el calentamiento global y el fenómeno de El Niño están atentando contra la reserva. Ante ello, el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) tiene como aliados a los guardaparques voluntarios, personajes que comprendieron la importancia del cuidado del mar y sus recursos. Su labor es fundamental para garantizar el equilibrio, aunque no siempre los veamos.
Sabiduría en el desierto
Si alguien conoce la reserva desde sus más minúsculas rocas hasta los laberintos de sus acantilados ese es Luis Alberto Quispe (72), conocido como ‘Chicoca’. En el cerro Lechuza, ‘Chicoca’ ha levantado un campamento con todo lo necesario para sobrevivir alejado de la civilización. Ahí guarda sus carnadas, ropa, abrigo y sus recuerdos. Puede quedarse totalmente solo entre 2 y 8 días, o más, dependerá del capricho de las chitas, lenguados y corvinas que pueda o no pescar. Después, trasladará su botín en su antigua moto Wanxin para vender en el puerto. Es de pocas palabras, pero verlo en acción es impresionante. Sin miedo a las alturas, ‘Chicoca’ sube y baja los acantilados con total naturalidad cogiendo solo una cuerda. Lo hace desde los 15 años, está acostumbrado.
Su amor por el mar y preocupación por su cuidado lo llevó a ofrecerse como guardaparque: “Es mi trabajo, cuido la fauna, limpio las playas y vigilo las embarcaciones. Si hay un accidente o veo embarcaciones ilegales, aviso a la reserva”, nos dice ‘Chicoca’. Una vez terminada la faena, por las tardes, llega su compañero, un zorrito de nombre Domingo que regresa religiosamente por su porción diaria de sandía. Aunque no lo vimos en esta visita, encontramos las huellas de sus patitas dirigiéndose al desierto.
Otro guardaparque voluntario es Ramón Trujillo (66), pescador de cordel en las peñas de la reserva. En ese mar abunda el tramboyo, así como cabrilla, chita, jurel, caballa, bonito, y peces de peña como pejeblanco, cherlo o pintadilla. La riqueza marina es única y los pescadores se han organizado en una asociación para protegerla: “No botamos nada al mar como antes. Ahora se hacen operativos por mar y tierra y eso genera temor. La pesca ha aumentado”, afirma Ramón.
Esta pesca limpia y artesanal es apreciada por turistas y hoteles instalados fuera de la reserva como el Double Tree Resort Hilton Paracas, donde su chef prepara con la pesca del día que entrega Ramón fresquísimos cebiches, tiraditos y sudados. Esta dinámica es parte de los proyectos de responsabilidad social que impulsa el Sernanp para beneficio de los pescadores artesanales, hoteles y turistas.
Viajes submarinos
El sargazo, antes desechado, ahora es la oportunidad para decenas de hombres y mujeres que encuentran en su recolección una manera de ganarse la vida. Una de ellas es Verónica Canelo (46). Ella nació en Chincha Alta y llegó a Laguna Grande, en la reserva, hace 20 años. Ella recoge el sargazo dejando un mes. Junto a otras mujeres de la zona, Verónica se suele despertar a las 3 o 4 de la madrugada, monta la pesada carga de algas al hombro y la lleva a la pampa para secar. Pueden juntar toneladas que venden a proveedores de la industria cosmética y farmacéutica. Por el fenómeno de El Niño hubo escasez de sargazo y Verónica tuvo que volver al muelle y trabajar como estibadora, pero está reapareciendo y eso la tiene contenta. “No me falta para comer. Las algas y el pescado, ellos son mi trabajo”, comenta. Verónica también es guardaparque, un trabajo adicional que se toma muy en serio: “Mantenemos las playas limpias, recolectamos plásticos y educamos a los turistas. A veces, vienen ‘bomberos’ con dinamita [una forma de pesca prohibida] y de inmediato avisamos por radio a Sernanp”.
Muy cerca de Verónica, en la zona de Rancherío, un pequeño campamento de pescadores, está una especie de laguna marina de poca profundidad. Ahí encontramos a David Peña (64) o ‘Bicho’, un buzo a pulmón o pulmonero. Equipado con un wetsuit, la cámara de llanta, un snorkel y el plomo amarrado a la cintura para tener peso y hundirse, ‘Bicho’ aguanta la respiración y se sumerge para obtener conchas de abanico, pulpos, almejas, caracoles y diversos frutos del mar: “A veces, duro abajo minuto o minuto y medio sin respirar, pero con harto peso. Para sacar almejas necesito de 25 kilos de plomo porque están enterradas y tengo que escarbar”, dice ‘Bicho’. Nos asegura que tiene los pulmones grandes y sanos, así le dijo el doctor. Pronto se jubilará para estar junto a su esposa.
Hospedarse en el paraíso
Vivir la experiencia de visitar la reserva viene acompañada de unos días de diversión. En la zona de El Chaco se encuentran diversas agencias de turismo con paquetes de trekking, ciclismo, buceo, cuatrimotos, así como ‘tours’ marinos dentro de la reserva.
Quedarse unos días será necesario, por ello deben considerar que Paracas ofrece hospedaje para todos los bolsillos, desde hostales para ‘backpackers’, los más baratos del mercado, hasta los más lujosos hoteles como el Double Tree Resort Hilton Paracas, el Hotel Paracas Resort, Aranwa Paracas, La Hacienda Bahía Paracas o Libertador. Los alquileres por Airbnb son también una gran opción para viajar en grupo y tener la comodidad de sentirse en casa.
Paracas y sus atardeceres nos esperan cualquier día del año con todas las comodidades, la comida marina más fresca y paisajes naturales que no se olvidan nunca. Una escapada al sur para disfrutar del mar y sus bondades en total libertad. //
Crecimiento inmobiliario
-Paracas es un punto de atracción para la inversión inmobiliaria por varios factores: sol todo el año, deportes de viento y por la Reserva Nacional de Paracas, además de las facilidades por carretera. José Manuel Losno, gerente general de la inmobiliaria Navigare Paracas, nos comenta que sus principales compradores son extranjeros que llegan solo unos días para practicar deportes como el kitesurf y después alquilan su departamento por Airbnb, pues tiene el plus de ofrecer las comodidades de un club: “Nuestros clientes son de Argentina, Colombia y Chile. Buscan sol y deportes con viento. Hacemos departamentos de 90 a 100 m2 y se venden entre US$180 mil y 200 mil”.
-Los condominios de lujo están en tendencia. Según el portal Urbania, se pueden encontrar opciones de departamentos a US$139 mil (109 m2), US$145 mil (107 m2) y US$280 mil (150 m2), entre otros precios. En cuanto a terrenos, los precios varían de acuerdo con la cercanía al mar.
-El metro cuadrado en primera fila puede llegar a costar mil dólares. La inmobiliaria Los Portales ofrece terrenos desde US$19.900 en el km 18,5 de la carretera Pisco-Paracas.
-Se creó el 25 de setiembre de 1975
-Ubicada en parte de los distritos de Paracas y Salas, pertenecientes a las provincias de Pisco e Ica respectivamente, en el departamento de Ica.
-Se estima que existen cerca de 216 especies de aves, 36 de mamíferos, 10 de reptiles, 168 de peces y un gran número de invertebrados.
-El principal banco de conchas de abanico del país se encuentra en la bahía de Independencia.
-La reserva es el hogar de la mayor colonia de lobos marinos de Perú, con más de 100.000 individuos (2020).
Fuente: Sernanp
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