Parque Nacional del Manu: los tesoros del paraíso de la selva peruana que cumple 50 años

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Faltarían páginas para nombrar las bondades del parque en beneficio no solo del país, sino de todo el planeta. Se trata de una de las áreas naturales más biodiversas del mundo, con récords en distintas especies como 1.307 variedades de mariposas (15% del total del planeta), hasta 15 mil de plantas y 1.025 de aves (55% de las 1.800 especies de aves peruanas y 10% de todo el orbe). Sus dimensiones resguardan ejemplares de insectos, mamíferos o reptiles inimaginables que quizá nunca lleguemos a conocer, pero sabemos que se encuentran seguros y cobijados por la propia naturaleza.

“En términos turísticos tenemos muchas oportunidades”, comenta José Nieto Navarrete, jefe del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), institución encargada de la administración del Parque Nacional del Manu. “Poseemos una de las colonias más grandes de lobo de río, una especie en peligro de extinción. Jaguares, caimanes, venados, una cantidad increíble de monos como maquisapas, choros, y espectaculares aves como el gallito de las rocas, el águila arpía (de las más grandes del mundo) o el emblemático martín pescador. Se puede ver una serie de especies migratorias, es una explosión de biodiversidad por observar”, complementa. En 2011, Nieto fue jefe del Parque Nacional del Manu, ahí conoció a su esposa, al que considera un lugar mágico que solo entenderán quienes lo vean directamente y lo sientan en toda su inmensidad.

El parque es también el hogar de comunidades indígenas ancestrales, como las etnias yora, mashco-piro, matsigenka, harakmbut, huachipaeri y yine, organizadas en clanes y grupos itinerantes, que se alimentan principalmente de yucas, y gracias a la caza y la pesca. En la zona alta del río Manu se ubican las comunidades nativas matsigenkas, tayakome y yomibato. Existe un número no determinado de poblaciones indígenas en aislamiento, por lo que el cuidado de este territorio es vital tanto para la supervivencia de la gente como de la flora y fauna.

Lazos comunitarios

Proteger una extensión de 1 millón 716 mil hectáreas de la extracción de madera, minería o cultivos ilícitos no es tarea fácil para el Sernanp, por ello diseñaron una estrategia para vigilar y conservar el área de la mano de la población local. “Generalmente, los guardaparques son pobladores de las zonas y nos ayudan a cuidar el Manu. Tenemos mucho trabajo de coordinación con las comunidades para hacer entender que no se permite la extracción de madera, que hay normas severas que la protegen y que siempre vamos a custodiar”, explica Nieto.

Por otro lado, enfatiza el beneficio que reciben las comunidades mediante la promoción de diferentes actividades económicas sostenibles: “Hacemos ferias con las municipalidades para que las comunidades ofrezcan sus productos, y campañas de extensión de cultivos para que no sientan que hay restricción”. El parque es también de quienes lo habitan. “Nos apoyamos mutuamente y ganamos juntos, lo cual nos está dando muy buenos resultados. De ese modo, evitamos que las actividades ilegales entren a las áreas protegidas. La conservación no puede ser un obstáculo para el desarrollo, tiene que ser una oportunidad”, afirma el jefe del Sernanp.

Así como es casi una obligación visitar Machu Picchu, el Parque Nacional del Manu es una invitación pendiente para todos. En su zona andina nos esperan no solo caminatas, sino también el mirador de Tres Cruces, y desde su altura podremos apreciar la salida de un sol majestuoso en el llano amazónico, así como bellas aves y orquídeas. El bosque conserva los petroglifos de Pusharo, cochas, playas y la enorme magnitud de paisajes únicos e irrepetibles regalados por el Manu. //