La rutina era la misma durante 1997. Regresar del colegio, almorzar, hacer las tareas y esperar a que comience la telenovela del momento: “Torbellino” de Iguana Producciones, en Frecuencia Latina. Miles de jóvenes y adolescentes peruanos, hipnotizados frente al televisor, se identificaban y bailaban con un grupo de talentosos estudiantes de la academia Amadeus que experimentaban intensamente en cada capítulo amores, enredos y escenas cotidianas con una química extraordinaria y una saludable cuota de humor.
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Vivíamos en una época difícil para el país, con una economía en crisis (como es tradición) mientras nos acercábamos al nuevo milenio. Comenzaban los programas de “Magaly TV” y las telenovelas de Iguana Producciones rompían los rátings de la televisión nacional. La dictadura de los celulares, videos y redes sociales aún no se asomaba: “Salíamos a la misma hora que otras novelas con grandes estrellas, pero creo que nosotros teníamos un producto más fresco, pegado a nuestra realidad. Hacíamos un ráting insuperable en una época en que se competía a morir, algo que con las plataformas se ha perdido”, nos dice Margarita Morales, productora y socia de Luis Llosa, en Iguana Producciones, en ese momento. “Era un grupo disímil en gustos personales y musicales”, destaca, pero juntos la armonía era evidente.
Este grupo de actores y cantantes conformado por Érika Villalobos, Marco Zunino, Gabriel Calvo, Daniela Sarfati, Pablo Saldarriaga, Bárbara y Fiorella Cayo, en su versión original (después, hubo cambios de integrantes) comenzó poco a poco a salir de las pantallas hacia los escenarios, cumpliendo la fantasía de una generación. Aquí, una muestra de su impacto musical: su álbum debut —y única producción—, “Torbellino: Corazón de la ciudad”, alcanzó el primer lugar en las listas musicales, vendió más de 100 mil copias en nuestro país y logró ganar discos de oro y platino.
Sus canciones eran escuchadas en países como Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, en donde los reclaman hasta el día de hoy. “Iguana nunca había hecho un grupo musical, así que todos aprendimos sobre la marcha y así se dieron cuenta de que necesitábamos, por ejemplo, seguridad o un vestuario más bacán. Nunca pensamos que Torbellino sería el éxito que fue y es”, recuerda Daniela Sarfati, una de sus protagonistas, 25 años después. Precisamente, para celebrar este aniversario, la banda ha decidido reencontrarse. Aún no saben el impacto que causarán con este anuncio. Somos se reunió con los ex-torbellino antes de su ensayo.
A pesar de estar sentados, la energía es abrumadora. Tyson, el perro de Marco Zunino, los acompaña en esta entrevista. Los recuerdos y anécdotas se atropellan, y ellos son nuevamente esos veinteañeros chongueros detrás del set y los escenarios. Están preparando todos los detalles para el gran evento: TBO en Concierto, 25 Años de Pasión y Fuego. Para asombro de ellos mismos, esta presentación será su primer gran concierto en la capital. “El Roosvelt fue una sorpresa, nadie lo imaginó”, afirma Zunino. Se refiere a la primera incursión como grupo en una kermés del colegio Franklin Roosvelt donde estudiaban los hijos de Luis Llosa, director de Iguana Producciones y creador de Torbellino. Subieron al escenario y la locura se desató, se preguntaban qué estaba pasando; no esperaron nunca el impacto que generaron en dicho colegio, un síntoma de lo que se venía en las regiones del país.
“Grabábamos de lunes a viernes y los fines de semana teníamos conciertos —dice Fiorella Cayo—. Regresábamos, bajábamos del avión y nos íbamos de frente a grabar y después, los ensayos. No parábamos, los contratos comenzaron a llegar solitos”. El éxito se salió de control, y se sumaron el estrés y el cansancio: “Un día, me dio ‘surmenage’. Durante una grabación, comencé a sentir que se me paralizaba la cara. No me estaba alimentando bien. Felizmente, lo pude controlar”, relata Fiorella. Hubo momentos, cuenta Sarfati, que llegaba la medianoche y seguían grabando: “Había emoción, pero a la vez cansancio. Recuerdo que varias veces no podía más, lloraba y solo quería irme a mi casa a dormir”.
Fuego interno
Bárbara Cayo enfrentó parte de este ‘boom’ casada y llevando el embarazo de Alessia Rovegno, su segunda hija: “Fuimos por todo el país. Llenábamos coliseos de 10, 15, 20, 35 mil personas. Era una locura”. Pero nada los detuvo. Las giras por Iquitos, Cusco, Arequipa, Trujillo, Chiclayo, Ica... estaban abarrotadas. En Pisco, les rompieron las ventanas del bus por la pura emoción de verles el rostro. Con el afán de tocarlos, les jalaban la ropa y hasta el cabello. Fue abrumador y, por momentos, peligroso. En Tumbes, el escenario casi se desploma, no siempre cantaron en las mejores condiciones.
Durante sus presentaciones, les tiraban peluches, cartas, e incluso —cuenta Gabriel entre risas— las fans más atrevidas les arrojaban prendas íntimas. Uno de sus más grandes encuentros fue con el público ecuatoriano, igual de inesperado que en el Perú: “Llenamos las presentaciones en Guayaquil, nos entrevistaron varios medios. Sería lindo volver a tocar allá”, afirma Pablo Saldarriaga. “En ese momento, no nos dábamos cuenta del impacto. En la medida que hemos crecido, hemos entendido la dimensión”.
Torbellino sonaba en todas partes. Discotecas, fiestas, matrimonios. En los colegios, se bailaban las coreografías de sus canciones. “Sin pecar de creído, somos parte del ‘soundtrack’ de la vida de muchas personas”, dice Gabriel Calvo. Y es cierto. ¿Cuántos de la base tres o cuatro podrían decir que no han escuchado o bailado alguna vez “Solamente tú”, “Poco a poco” o “Torbellino”? El famoso presentador de televisión Don Francisco quiso entrevistarlos, el productor musical Emilio Estefan les puso el ojo, los invitaron a Colombia a cantar con Menudo. Pero el grupo no continuó.
De vuelta al barrio
Y así como llegó, el torbellino se fue apagando por el año 1999. Nunca más sacaron un disco y, sin previo aviso, dejaron sus presentaciones musicales. Alfredo Jiménez, el mayor fan de Torbellino, es productor del documental “Torbellino: Pasión y fuego”, donde logró reunir al grupo. La hazaña le costó un terrenito que había recibido de herencia.
Nos cuenta más sobre ese momento: “Torbellino no tuvo un cierre o un final en sí. Creo que casi nadie sabía que se había terminado. No tuvieron un concierto de despedida ni nada. En mi caso, creo que ese momento llegó cuando las hermanas Cayo lanzaron su disco como solistas. Fue una pena enorme porque nos habíamos enganchado no solo con el grupo, sino con los personajes de la novela”, nos dice. Jiménez coleccionaba todo de Torbellino: fotografías, calendarios, pósteres, cuadernos. Viajaba a regiones para no perderse sus conciertos. Este retorno, probablemente, fue incentivado por su documental. Volverlos a ver en el como lo hacía a los 14 años, es una ilusión para él: “Espero que en este reencuentro podamos tener más presentaciones, más giras, más música, más producciones de Torbellino”.
El concierto en el Parque de la Exposición es el cierre que estaban esperando: “Tengo la sensación de que la gente no cerró el ciclo. Teníamos un único disco que cantábamos en todas partes, 10 canciones mas el ‘medley’ (mix de ‘covers’) que repetíamos. Faltaba dar el siguiente paso, pero no quisieron y la gente se quedó en pausa”, afirma Érika Villalobos. Veinticinco años después, ocurrirá ese encuentro musical que parecía imposible y sorprenderá a esa generación noventera que siempre quiso volver a verlos, ya adultos, al menos una última vez. Para volar, tocar el cielo y volver a girar. //
Detrás del primer éxito
“Torbellino”, la canción icónica de la telenovela, fue compuesta por Christian Meier y producida por Manuel Garrido-Lecca, destacado profesional nominado en varias oportunidades a los Latin Grammy y productor de bandas peruanas como Arena Hash. “Cuando salieron, tanto la canción como la novela fueron un éxito total. Era una de las primeras veces que se hacía la fórmula de lo que en su momento sería RBD”, comenta Garrido-Lecca. Es decir, un grupo musical que nace de una telenovela.
Garrido-Lecca piensa que gran parte del éxito del grupo Torbellino se debe no solo al talento y profesionalismo de los miembros (incluso siendo tan jóvenes), sino también al gran carisma de cada uno, “potenciado a la hora de juntarlos”, sostiene. “El día de la primera grabación de voces todos fueron muy profesionales. Habían llegado con la lección aprendida de lo que tenían que hacer para la canción. Tenían experiencia en el lado actoral, por lo que dejarse dirigir por alguien en el lado musical lo tomaron de forma muy natural”, destaca el productor.
-TBo en concierto, 25 Años de Pasión y Fuego tendrá lugar en el anfiteatro del Parque de la Exposición el 23 de noviembre. Las entradas para este único show ya están disponibles en Joinnus. Habrá más sorpresas.
-El coreógrafo de la agrupación era Alfredo Villanueva. En este reencuentro, la agrupación promete revivir estas coreografías con algunos cambios para saltar, sudar y ejercitarse junto a los ex-Torbellino.
-El documental “Torbellino: Pasión y fuego” se puede ver en la plataforma YouTube gratuitamente.
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