"Maná, mi hermosa huerta", es un biohuerto comunitario ubicado en Comas. Tiene dos mil metros cuadrados y cuenta con 50 asociados, casi todos adultos mayores, que esperan volver pronto a darle vida a su espacio. El COVID-19 no se ha llevado su esperanza ni sus ganas de trabajar (Foto: Fidel Carrillo)
"Maná, mi hermosa huerta", es un biohuerto comunitario ubicado en Comas. Tiene dos mil metros cuadrados y cuenta con 50 asociados, casi todos adultos mayores, que esperan volver pronto a darle vida a su espacio. El COVID-19 no se ha llevado su esperanza ni sus ganas de trabajar (Foto: Fidel Carrillo)
/ Fidel Carrillo
Katherine Subirana Abanto

La cuarentena a causa del COVID-19, para muchos, ha logrado algo que parecía imposible: hacer una pausa para mirarnos en el espejo de nuestra cotidianidad casera. En ese ejercicio han nacido chefs, panaderos e incluso agricultores. Detengámonos en ello: la agricultura urbana ya se desarrollaba antes de la pandemia, y no faltaba quien sea tachado de hipster por su círculo de amigos al contar sus experiencias con macetas de plantas aromáticas o con almácigos de tomates, lechugas o rabanitos. Pero tiene una dimensión mayor.

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