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Colca
Nora Sugobono

Se dice en el Colca que un cóndor puede vivir hasta 90 años. Que no emite sonidos ni canto. Que si su pareja se muere –la única que alguna vez tendrá–, se queda solo toda su vida. Al cóndor hay que tenerle paciencia y respeto. Aparece cuando uno menos lo espera, pero aparece siempre. Centenares de turistas se reúnen todos los días del año –es mejor evitar la temporada de diciembre a marzo, por las lluvias– para su avistamiento en los miradores que bordean el imponente Cañón del Colca. Esperan ahí solo para ver al cóndor pasar. A veces a lo lejos; otras, tan cerca que algunos visitantes han llegado a ser golpeados de un aletazo.

Para llegar hasta aquí primero hay que subir. Mucho. La ruta hacia el Colca alcanza los 4.900 metros sobre el nivel del mar. Después de eso, el descenso hacia los 3.600 en los que se sitúa Chivay –uno de los distritos que conforman la provincia de Caylloma, en la parte alta del Cañón– casi pasa desapercibido.

La oferta hotelera en todo Caylloma se ha ido diversificando a lo largo de la última década, como respuesta a la gran demanda y, en especial, a cada tipo de viajero: desde el mochilero hasta el bon vivant. Este último, un perfil en notorio aumento en el Perú.

No en vano nuestro país se ha consolidado como uno de los mejores destinos mundiales para el turismo de lujo. Sobre todo si se trata de parajes remotos. De eso conocen bien en Las Casitas, hotel compuesto por 20 bungalows en pleno corazón del Colca.

A fuego lento
Todo aquí ocurre un poco antes. El sol se despierta más temprano y lo mismo se puede decir del apetito. Si le preocupa la digestión en la altura, encontrará en el mate inca, hecho de muña, coca y chachacoma (popular en toda la zona) a su mejor aliado. Bébalo –y huélalo– cuantas veces le provoque.

Curiña es el restaurante de Las Casitas que acaba de renovar su carta de la mano del chef Hernán Castañeda. La alta cocina se encuentra aquí con inspiración regional en tradicionales ocopa, chupe, cauche de queso y escribano (machacado de papa blanca, con cebolla, tomate, vinagre y rocoto), pero también hay espacio para la creación. Una trucha –el hotel tiene su propio criadero– en poderosa salsa de camarones o unos campestres fetuccini con ragout de conejo estofado y hongos Porcón son buen ejemplo de ello. Si busca alternativas más ligeras, el cebiche de trucha de la casa o un carpaccio de alpaca con costra de pimienta, habas marinadas y vinagreta de aguaymanto plantean un refrescante panorama.

La noche también llega antes en el Colca. Mejor si se acompaña de un vino caliente. Y más mate inca.

Al pie del cañón 

  • La cocina del hotel se surte –casi en su totalidad– de vegetales (entre ellos, ajíes, alcachofas o lechugas), hierbas (romero o muña, por ejemplo) y otros productos frescos del huerto de 3.500 m² que se encuentra dentro de las instalaciones. 

  • Las experiencias especiales, como los desayunos o parrilladas al aire libre, suelen manejarse por grupos (mínimo cuatro personas) a precios que oscilan entre US$ 40 y US$ 70 por cabeza. 

  • ¿Busca conocer sabores oriundos de la zona? Asegúrese de probar el sancayo, un fruto similar a la tuna que solo crece a 4 mil m.s.n.m. No es mala idea disfrutarlo en su versión en pisco sour.

El dato
Más información: www.belmond.com
Dirección: Fundo La Curiña s/n Yanque (Caylloma), Arequipa
Contacto: 610 8300 / perures.fits@belmond.com

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