Bruno Ortiz Bisso

En El Comercio continuamos con nuestra serie de entrevistas a personajes relevantes de la . El extracto presentado a continuación forma parte de la nueva serie de podcast “”, en donde buscaremos conocer lo que hay detrás de los científicos locales.

El doctor es uno de los más destacados especialistas en enfermedades infecciosas y tropicales en el Perú. Por eso forma parte, desde el inicio de esta emergencia sanitaria, del comité de expertos contra la pandemia del Ministerio de Salud (Minsa). Conversó con El Comercio sobre cómo los controles estatales siguen siendo un lastre que ha impedido una reacción más rápida para frenar el avance del .

—¿Cómo califica el papel de la ciencia peruana durante esta pandemia?

Ha respondido bastante bien, incluso hasta mejor de lo que se hubiera esperado, ya que en el Perú . La ciencia biomédica ha hecho esfuerzos en diversos niveles: participando en ensayos clínicos de búsquedas de medicamentos internacionalmente –con el proyecto Solidaridad de la OMS–, así como ensayos clínicos de tratamientos para prevención. Ha participado en la búsqueda de métodos de diagnóstico apropiados y en la posibilidad de producir vacunas, además de ser sede de ensayos en humanos de, por lo menos, cuatro propuestas de vacunas de las seis que están en la gran línea de investigación. Es un esfuerzo notable en el que también ha participado Concytec al haber respondido rápidamente para fortalecer a algunos grupos de trabajo de manera importante.

—¿Y cuáles han sido los principales problemas?

Todavía tenemos demasiados niveles administrativos que hacen que este esfuerzo sea cada vez más difícil. No hemos estado preparados, ni creo que lo estemos hoy, para fortalecer la investigación. En el Perú, el problema que tenemos es que no somos proactivos, hay siempre una política controlista. Nos preocupa el control, el punto y coma, el protocolo que dice tal cosa. Y, precisamente, en una situación como la actual, que es nueva y tan cambiante, es un reto continuo. En ese sentido, la libertad de pensamiento y ejecución debe ser facilitada y no comenzar a controlar los sistemas como si estuviéramos en tiempos comunes. Las pandemias y enfermedades nuevas obligan al ingenio, a la búsqueda rápida de respuestas, a las alternativas originales, en donde lo más importante deben ser los aspectos éticos de la seguridad de las personas involucradas. Estamos en medio de una crisis brutal de salud y eso obliga a respuestas rápidas. Aún así, el se ha comportado a la altura.

“El principal problema que tenemos es que no somos proactivos, hay siempre una política controlista”.


—¿La burocracia ha sido un inconveniente para que la reacción del Minsa sea más rápida?

No ha habido una idea proactiva, es decir, qué alternativas tenemos y cómo hacemos los controles. Por ejemplo, si el planteamiento es dar tratamientos profilácticos o de prevención), primero hay que hacer un estudio. Lo ideal sería que te dijeran: “Okey, ¿qué necesitan? ¿Qué hacemos? ¿Cómo facilitamos? Organicen, hagan su consentimiento informado y pasado mañana comenzamos”. Así es como debería ser. Pero me he pasado 12 semanas dando vueltas de un lado a otro. Hacer investigación no financiada en el Perú no es un esfuerzo doble, sino triple. Además, la administración ha demorado muchísimo en tomar decisiones y en evaluar los objetivos de esas investigaciones.

—¿Qué autocrítica hace como parte del comité de expertos?

Que hemos perdido demasiado tiempo en discutir qué tratamientos usar, cuando no hay buenas drogas. Hemos debido priorizar la cuestión del oxígeno, la atención primaria. Lamento no haber convencido a la gente de lo que yo creía. Pedimos hace más de dos meses que se pararan los mercados, que se usen mercados itinerantes. Pedimos que se abrieran los comedores populares: ahí comen 400 personas, van con sus charolas, pagan sus cinco soles y con lo que compraron comen varios en la casa, pero ya no se suben al bus para ir hasta el mercado. Todos se quedan en sus barrios. Una medida simple, pero no tuve los instrumentos para convencer que se hiciera. Tampoco logré que se abrieran más laboratorios para diagnósticos. Pero, por otro lado, debo confesar que en 100 días solo nos reunimos dos veces con el exministro [Víctor] Zamora. Una vez, por media hora, cuando presentó su plan. Otra vez, cuando escuchó las presentaciones de tres minutos de cada grupo de trabajo.

“Muchos hemos sentido que se usaba el nombre del comité de expertos, pero nunca nos escucharon”.


—Totalmente insuficiente para quien decidía las políticas sanitarias en plena pandemia...

Muchas personas hemos sentido que se usaba el nombre del comité de expertos, pero nunca nos escucharon. Nunca estuvimos con la PCM, no conocimos al . Ha habido una fragmentación de los grupos que, felizmente, la doctora [Pilar] Mazzetti ha tratado de corregir. Ahora hay 13 grupos, con expertos en diversos campos, pero todavía hace falta una mayor integración.

—¿Tras esta pandemia cambiará la visión que tenemos sobre la ciencia?

Va a faltar mucho más. Hay que crear una cultura de la importancia de la : es importante en la salud, en la economía, en la vida de las personas. Los países más desarrollados son los que invierten más, ya sea por parte del Estado (como en Rusia y en China) o del sector privado (como en EE.UU. y en Europa). Aquí en el Perú hay un odio sobre cualquier cosa que haga el Estado. Es lógico que se hagan inversiones a cambio de una recuperación. Hay un costo y un beneficio. En otros países, como Corea del Sur, toda inversión que se haga hacia la ciencia, de quien venga, tiene beneficios tributarios.


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