. (Foto: AP)
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Redacción EC

Una escena común cuando estamos en la playa es la de una madre alertando a su hijo de no meterse al agua después de la comida, ya que podrían sufrir de . Quizás a nosotros mismos de pequeños nos obligaron a esperar una hora antes de entrar al mar cuando teníamos el estómago lleno. ¿Pero qué tan cierta es esta afirmación?

Existe la creencia popular de que al comer la sangre se va al estómago para ayudar a la digestión. Esto haría que las demás partes del cuerpo  se queden sin el suficiente flujo sanguíneo para realizar brazadas o pataleo, provocando calambres que, en el peor de los casos, podrían causar que el bañista se ahogue.

(Foto: Pixbay/CC0)
(Foto: Pixbay/CC0)

--- Según la ciencia ---

Las causas de los calambres todavía no se entienden bien; sin embargo, no hay evidencia científica de que hacer actividad física -como nadar- después de comer los provoque. Lo que sí se sabe es que el ejercicio vigoroso dirige el flujo de sangre del aparato digestivo hacia la piel, los músculos de los brazos y las piernas.

Por eso, si la comida todavía no se ha digerido completamente, puede haber nauseas, ya que la sangre abandona el estómago para dirigirse a los otros miembros. Algo similar ocurre cuando estamos en una situación de peligro. En tal caso, también podemos llegar a sentir mareos o nauseas.

Estudios hechos en atletas de carreras que exigen mucho vigor y resistencia señalan que cuando un nadador sufre de calambres es por el esfuerzo excesivo y no tiene que ver con la digestión ni con el tipo de alimentos ingeridos.

Los nadadores profesionales se aseguran de no competir con el estómago lleno, pero también de haber comido lo suficiente para tener la energía necesaria para su óptimo desempeño. Incluso, en algunas carreras de largas distancias o aguas abiertas, muchos de los deportistas comen en plena competición, con lo que se desestima aún más la creencia de que nadar luego de comer provoca calambres. 

---- ¿En qué caso entrar al agua con el estómago lleno podría ser peligroso? ---

Si existe alguna razón para no ir a nadar después de haberse alimentado es para cudiarse del síndrome de la inmersión o síncope por hidrocución. Esta es una reacción natural del organismo ante la inmersión en el agua, causada por un cambio brusco de la temperatura corporal. Se caracteriza por una repentina disminución de la frecuencia cardíaca, que puede llevar a la pérdida del conocimiento y a veces incluso a que el corazón se detenga.

Es más probable que ocurra un síncope por hidrocución si se entra al agua cuando la digestión no se ha completado, pues, en ese caso, la sangre tiende a concentrarse en el sistema digestivo y la cantidad que riega el cerebro disminuye. Sin embargo, esto no quiere decir que siempre que vayamos al mar después de ingerir alimento terminemos mal, la digestión aumenta la posibilidad de sufrir una hidrocución, pero no es la causa.

La mejor forma de prevenir este problema es esperar un tiempo prudencial después de comer para dejar que el estómago haga su tarea. Asimismo, al entrar al agua hacerlo poco a poco para ir acostumbrando al cuerpo al contraste de temperaturas antes de zambullirnos por completo.

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