Anaí y Salvador son los nuevos residentes del Refugio Biotermal, un espacio para animales silvestres que se instaló en el Hotel Biotermal de Aguas Calientes, en Roboré, cuando estalló el fuego en los bosques de Bolivia.
Apenas tienen unas semanas de vida y ya han tenido que escapar de la muerte y acostumbrarse a convivir con humanos a pesar de ser una osita hormiguera del oriente (Tamandua tetradactyla) y una nutria o londra (Pteronura brasiliensis). Junto a ellos, otros cien animales salvados del fuego pasaron a ser residentes permanentes de este refugio de vida silvestre.
La tranquilidad parecía haber llegado para estos sobrevivientes de los incendios forestales pero una nueva crisis ha puesto en peligro su supervivencia. Las revueltas tras las elecciones presidenciales y los enfrentamientos que surgieron luego de la renuncia del presidente Evo Morales afectaron el normal funcionamiento de este y otros centros de rescate en todo Bolivia.
Las protestas y los cierres de carreteras ocasionaron desabastecimiento y encarecimiento de los víveres en todo el país. “Terminaron los incendios y empezó el paro en Bolivia. No llegaban alimentos, ni siquiera teniendo el dinero se podía comprar, no había forma”, cuenta Claudia Mostajo, encargada del Refugio Biotermal, un centro que apenas se había creado el 14 de agosto de este año.
No ha sido el único centro que enfrentó este problema. Otros dos lugares, el Santuario de Vida Silvestre Senda Verde y el Refugio de Animales Silvestres Parque de las Aves Agroflori, viven situaciones similares. En estos tres centros se alberga alrededor de dos mil animales.
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En busca de la solidaridad
“A pesar del momento qué estamos viviendo en Bolivia el refugio de atención a animales afectados por los incendios instalado en nuestro hotel Refugio Biotermal sigue funcionando y atendiendo, aunque con pocos recursos y mucho esfuerzo”, fue uno de los mensajes en las redes sociales del Hotel Biotermal.
Mostajo explica que la ubicación del refugio complicaba aún más la atención de los animales, pues están a seis horas de la ciudad de Santa Cruz, desde donde se abastecen de alimentos. Entonces la falta de combustible y las carreteras bloqueadas impedía el traslado para adquirir los víveres y la opción de comprar los productos que se venden en la zona significaba triplicar los gastos. “Lo que cuesta un dólar en la ciudad, cerca del hotel cuesta tres. En algunas ocasiones tuvimos que ir hasta Brasil, que está a dos horas, para abastecernos”, recuerda.
Al desabastecimiento se sumó también la falta de ingresos, pues los turistas han dejado de llegar al hotel. “No sabemos cómo sobrevivimos”, sostiene Mostajo, quien asegura que las donaciones de dinero y de alimentos son los únicos ingresos del centro de rescate.
En el Refugio de Vida Silvestre Senda Verde la situación ha sido más crítica. Mantener a 835 animales rescatados del tráfico de especies se convirtió en una odisea para Vicky Ossio, directora de este centro de custodia de fauna silvestre.
Aquí, la ausencia de los visitantes fue catastrófica para el mantenimiento de los animales. “De un día para otro nuestro presupuesto bajó a cero. Entré en pánico porque nunca había sucedido eso”, agrega Ossio.
La falta de ingresos —dice Ossio— continuará en los próximos meses porque el turismo no se recuperará de inmediato. “Las reservas se hacen con seis meses de anticipación y las embajadas han puesto a Bolivia en alerta y hasta sacaron a sus compatriotas del país”. Para Ossio, “el turismo ha muerto en Bolivia”.
Senda Verde recibía todos los días a los motociclistas que recorren el llamado Camino de la Muerte, una ruta que conecta el Altiplano con la Amazonía por una carretera que atraviesa las montañas y que termina justamente en este refugio de animales.
De esta forma, Senda Verde tenía asegurados los ingresos por la visita de los expedicionarios, pues existía un convenio con la empresa que organiza estos viajes. El refugio ofrece un recorrido que incluye el almuerzo para los motociclistas, mientras que los visitantes se convierten en voluntarios del centro de rescate. Pero este ingreso también ha desaparecido por las marchas y los bloqueos de carreteras.
“Somos vulnerables porque dependemos de visitas del turismo local y extranjero, así como de los voluntarios del World Most Dangerous Roads que trabajan con nosotros”, cuenta Ossio.
Senda Verde también inició una campaña en redes sociales para atender la crisis. Donaciones y más visitas es lo que solicitan. “¡Necesitamos visitas! Debido a los eventos en Bolivia, casi no hemos recibido visitas, las que son muy importantes para generar recursos para los animales. Por favor ¡vengan a visitarnos!”, decía uno de los mensajes.
Una versión ampliada del reportaje de Yvette Sierra Praeli fue publicada en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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