“¡Acabo de ver un cuervo blanco con negro gigante (Corvus albus). Es un ave completamente nueva para mí. Qué bestia de bicho más grande!”, exclama Diego Calderón-Franco, mientras conversa con Mongabay Latam, a pocas horas de haber aterrizado en Uganda para participar de un evento de pajareros en el país africano. Su emoción se debe a que acaba de tener un ‘lifer’, uno de esos momentos en los que los aficionados a las aves observan por primera vez un pájaro que no tenían registrado en su lista personal.
Calderón es biólogo de la Universidad de Antioquia en Colombia y ha estado pajariando por casi 20 años por todo el país. Hace poco más de una década fundó COLOMBIA Birding, la primera empresa colombiana de observación de aves. Ha explorado sitios recónditos como la Serranía de Pirre en el Darién, las tierras bajas y altas de Putumayo, las montañas de la Serranía de Perijá y los bosques de arenas blancas guyaneses en Mitú, donde ha encontrado registros nuevos de aves para el país.
Ha participado en la descripción de un par de aves nuevas para la ciencia, ha sido uno de los estrategas organizadores detrás del Global Big Day en Colombia y está realizando salidas de observación de aves con desmovilizados de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), grupo que lo secuestró en 2004. De estas últimas experiencias de vida salió su charla ‘Pajariando con Farc’ donde invita a la reconciliación y a construir una nueva Colombia.
¿Cuándo surgió tu interés por las aves?
Diego Calderón (D.C.): Nació de ‘chiripa’ [por azar, casualidad] en el año 2000. Entré a estudiar Biología y en primer semestre pasamos por un laboratorio donde había una reunión, se discutía un artículo científico sobre aves. Luego fuimos a pajarear muy cerca de Medellín, donde hoy es el botadero de basura de la ciudad, en el municipio de Barbosa, al norte del valle de Aburrá. Vimos muchos pájaros, muchos de ellos endémicos. Me dije: ‘si a media hora de la ciudad hay aves endémicas, el resto del país debe ser una locura’. Pero lo que me enamoró fue que, en ese mismo viaje, mi amigo Andrés Cuervo reproducía una versión del canto de las aves y ellas salían y venían a silbarle también. Hoy eso es lo que hago en mis tours, hablar todo el tiempo con las aves.
¿Qué se puede saber de un ecosistema a través de las aves?
D.C.: Conocer las aves de un país como Colombia le permite a uno ubicarse muy fácil, afinar el GPS. Puedo estar sentado tomando café en un sitio de montaña y sé a qué altura estamos sobre el nivel del mar, si estamos en una de las cordilleras o en el piedemonte.
Las aves te dan un sentido adicional, no solo de la geografía, sino del estado del ecosistema donde estás. Dependiendo de los cantos que escuches puedes saber si estás en una zona alterada o si estás en un bosque prístino.
¿Cuáles son los sitios que más te han marcado?
D.C.: Muchos, pero sobre todo zonas donde uno antes no podía ir y que, ahora que la cosa está más tranquila, son como un regalo para visitar. Me encantan los bosques de arenas blancas en la Amazonía guyanesa, especialmente en Mitú (departamento de Vaupés), esa ha sido la única capital que ha sido tomada por un grupo guerrillero y pajarear allí es asombroso. Llegué allá porque un amigo estaba entrenando a los indígenas como guías locales y hoy están empoderados y se ganan la vida haciendo tours. Ahí tuve la fortuna de encontrar un par de especies nuevas que no se habían visto en el país: un colibrí que tiene el pico torcido hacia arriba y un correcaminos o cuco terrestre de pico rojo (Neomorphus pucheranii), un ave muy mítica, se mueve mucho, es ella la que decide cuando se deja ver.
En el parque Nacional Tatamá está el cerro Montezuma, uno de los sitios más apetecidos para observación por su gran cantidad de aves endémicas, es uno de los lugares más emocionantes del Chocó biogeográfico.
¿Cómo nació Colombia Birding?
D.C.: Hice un par de semestres de investigación en Dublín después de terminar mi carrera de Biología y me encantó, pero me di cuenta que no quería una vida académica sino una vida más contemplativa. Era 2007, Colombia estaba más tranquila [respecto al conflicto armado] y yo hablaba inglés.
Un amigo que estaba observando aves con un par de extranjeros me pidió el favor de que los llevara al municipio de Amalfi (Antioquia). A los seis meses me contactaron y me dijeron que querían volver a Colombia, nos fuimos 15 días a ver pájaros por todo el país y con el voz a voz, cuando menos pensé ya tenía montanda la empresa. Son tours privados para grupos pequeños.
Además de pajarear, has estado involucrado en el descubrimiento de nuevos registros de aves en el país y de nuevas especies para la ciencia…
D.C.: En 2012 descubrimos al cucarachero paisa (Thryophilus sernai) que vive en el bosque seco del valle del río Cauca en Antioquia, entre los municipios de La Pintada e Ituango. Lo encontramos en 2010 y lo describimos en 2012. Es endémico del departamento.
Hace un par de años encontramos al tororoi bailador en el Parque Nacional Farallones en el departamento de Valle del Cauca. Es un hormiguero, el último descubierto fue en Perú hace 15 años, son muy tímidos y difíciles de ver y todavía estamos en proceso de descripción. Si al lado de una ciudad como Cali se descubrió un pajarito, es mucho lo que queda por descubrir. Esa era una zona de mucha guerrilla.
En el 2004 fuiste secuestrado por el frente 41 de las Farc, ¿cómo ocurrió?
D.C.: Era estudiante de Biología y queríamos hacer una expedición a algún sitio donde hubiera vacíos de información sobre avifauna. La serranía de Perijá era una de esas zonas. Antes de cada expedición hay que hacer salidas exploratorias para conocer el sitio, las personas, la logística, etc. y a esas jornadas de reconocimiento estábamos yendo un botánico, un guía local y yo. Era abril de 2004, subimos en mula y estuvimos de malas. La zona estaba relativamente tranquila pero el fin de semana que viajamos el Ejército estaba haciendo operativos contra la guerrilla, ellos nos encontraron y no creyeron que éramos académicos, creían que éramos inteligencia militar o paramilitares.
A pesar de que luego verificaron que éramos de la Universidad de Antioquia, pensaron que podíamos representar algún dinero y nos retuvieron tres meses. En ese momento surgió un sentimiento de cohesión en la comunidad académica colombiana que antes no existía, todos se unieron, salieron a protestar, hicieron pajariadas por la libertad de nosotros.
¿Cómo fue que años más tarde terminaste en una expedición científica con exguerrilleros?
D.C.: Luego de la firma del Acuerdo con las Farc se empezaron a hacer unas expediciones conocidas como Colombia BIO. Se hizo una alianza con la universidad Eafit, la Misión de Verificación de la ONU, Empresas Públicas de Medellín (EPM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Antioquia que quería capitalizar el conocimiento que los excombatientes tienen de los territorios. Ahí surgió Bio Anorí, un municipio con una de las zonas más prístinas y mejor conservadas que todavía tiene Antioquia. La expedición se hizo entre julio y agosto de 2018. Al principio estaban muy incrédulos [los exguerrilleros]: ‘¿cómo así, usted por qué está acá?’, me decían. Nunca les había pasado que una víctima de ellos se les presentara abiertamente.
Académicamente se encontraron nuevas especies de orquídeas, una palma, un ratón, un lagarto e insectos pero además fue un pretexto hermoso para reunirnos en una Colombia que no teníamos antes. Sin embargo, esta expedición fue con el frente 36 que no tenía nada que ver con mi secuestro, fue en mayo de 2019 cuando pude ir a Tierra Grata, el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) que está en la base de Perijá donde está el frente 41, el que me secuestró.
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¿Cómo llegaste hasta el lugar donde estaban tus exsecuestradores?
D.C.: Luego de Bio Anorí decidí hacer una charla llamada ‘Pajariando con Farc’ y tuve la oportunidad de darla por primera vez en la Colombia Bird Fair de Cali en febrero de 2019. La primera persona que se me acerca a felicitarme era un desconocido que me dio la mano, me dijo que le gustó mucho la charla y se presentó: ‘mucho gusto, yo soy Lucas, del frente 41 de las Farc’. El hombre tiene un emprendimiento de turismo y quería saber si allá tenía oportunidades con el turismo de observación de aves. Acordamos mi viaje a la Serranía de Perijá y viajé en mayo. Ahí me encontré con dos personas que conocí en mi secuestro: Patricia y Ailín, que era menor de edad en ese tiempo.
Hablando con ellos salió el nombre de Omar, un guerrillero que estuvo conmigo intermitentemente en el secuestro pero quien me acompañó a la libertad en un camino de más de dos días a lomo de mula. Él estaba en otro ETCR, en Pondores, en La Guajira. Luego fui a visitarlo también. Es un amante de la fotografía y estuvo conmigo en una de mis charlas en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Colombia atraviesa un escenario difícil donde se están rearmando grupos paramilitares, las disidencias de las Farc y apareciendo nuevas bandas criminales, ¿crees que esto sea un riesgo para los avances en ecoturismo y conocimiento de la biodiversidad del país?
D.C.: Tenemos que ‘desmovilizar’ la idea de que el Acuerdo con las Farc fue la firma de la paz. Lo que se hizo fue desmovilizar cerca de 10 000 guerrilleros. Eso es muy positivo pero también hay muchos otros problemas. Somos muy inocentes si pensamos que esta es la paz en Colombia.
La historia del país no ha dejado de estar enredada. Hay que ser muy precavido, preguntar a dónde se puede ir y a dónde no. Tenemos un país mucho más abierto al turismo para nacionales y extranjeros pero sigue habiendo zonas donde uno no se puede meter. No son cosas que estén empezando a pasar, han pasado toda la vida.
¿Qué proyectos tienes ahora?
D.C.: Ya me ‘desmovilicé’ un poquito de la organización del Global Big Day en Colombia. Con unos amigos queremos crear un espacio de encuentro de la real ciencia participativa, con ex FARC, exparamilitares, con funcionarios del Estado, con víctimas, con pajareros de a pie. Estamos planeando un proyecto para juntar a Colombia y hacer algo bonito tomando como excusa a las aves.
El artículo original de Antonio José Paz Cardona fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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