El cóndor es un símbolo de Sudamérica. Vuela por los cielos de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, y además ha sido elegido ave nacional de cuatro de estos países.
Considerado un dios en la mitología andina, el cóndor (Vultur gryphus) era la representación del Hanan Pacha –el mundo de arriba, del cielo y el futuro– durante el periodo Inca, civilización que lo vio siempre como un ave inmortal.
La población de esta especie, hasta el 2015, bordeaba los 6700 individuos adultos en toda su área de distribución, según el estudio Protegiendo el símbolo de los Andes: ejercicio de priorización a lo largo del rango de distribución del cóndor Andino. Una investigación que ofrece un panorama regional de esta ave como resultado del trabajo de 38 especialistas de siete países, quienes sistematizaron la información sobre su distribución, ecología y estado de conservación a lo largo de la Cordillera de los Andes, desde Venezuela hasta Argentina y Chile.
“El encuentro fue un paso importante para conocer a la especie en toda su distribución. Por primera vez establecimos prioridades geográficas para su conservación”, dice Robert Wallace, director del Programa de Conservación Gran Paisaje Madidi-Tambopata, de Wildlife Conservation Society (WCS) Bolivia, quien lideró esta experiencia.
En el Día Mundial de las Aves, Mongabay Latam ofrece una mirada a la situación de esta especie emblemática de Sudamérica.
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Una población en declive
El cóndor andino habita un territorio que supera las 300 millones de hectáreas, desde Venezuela hasta el sur de Chile y Argentina, un rango de distribución que definieron los especialistas que se reunieron en Lima, Perú, en el 2015, en un encuentro que dio origen al estudio.
“Elaboramos mapas gigantes donde colocamos la información sobre la ubicación de poblaciones cóndores en cada país”, explica Fernando Angulo, investigador principal del Centro de Ornitología y Biodiversidad (Corbidi), en Perú.
Este ejercicio permitió determinar 9998 puntos de distribución del cóndor andino en todo el territorio sudamericano donde habita. Para ello se utilizó la metodología denominada Ejercicio de Priorización a lo Largo del Rango (RWPS), que había sido desarrollada por Wildlife Conservation Society (WCS), para reunir datos escasos y dispersos de especies silvestres amenazadas, se explica en el libro publicado en setiembre de 2020.
Este método –señala el libro– se ha aplicado exitosamente para el jaguar, el cocodrilo americano, la huangana, el tapir y el oso andino en Latinoamérica; el bisonte en Norteamérica y chimpancés del este de África.
“Se hizo un gran esfuerzo para reunir durante cuatro días a conservacionistas de todo el continente y se compilo toda la información disponible, hasta ese momento, sobre el cóndor Andino. Logramos estimar el área de distribución histórica y actual de la especie, además que identificamos, por primera vez, 21 áreas prioritarias para la conservación de esta especie a lo largo de la Cordillera de los Andes”, cuenta Adrián Naveda-Rodríguez, biólogo de la Wildlife Conservation Society de Ecuador y candidato a PhD en la Mississippi State University.
De las 21 unidades de conservación propuestas por los expertos, siete son transfronterizas y contribuyen a garantizar la conectividad del hábitat de la especie. Los especialistas que elaboraron el libro también identificaron áreas donde ya no hay cóndores considerando su rango histórico de distribución. Dos polígonos en los Andes centrales de Colombia; uno en los Andes ecuatorianos; tres más en el norte de Perú́; otro en la región de Sajama, en Bolivia, y dos más en el sureste de Argentina.
“Nunca antes se había recogido y sistematizado la información de los expertos a nivel regional. Normalmente los países tratábamos nuestras poblaciones como grupos aislados, pero los cóndores se mueven entre las fronteras. Las poblaciones entre el norte de Perú y sur de Ecuador pueden ser la misma”, comenta Fernando Angulo.
Diego Méndez, investigador asociado al Museo Nacional de Historia Natural y coordinador del Programa de Investigación de Aves Rapaces en Bolivia, considera que para una especie como el cóndor andino, que tiene grandes desplazamientos y cruza fronteras políticas, era crucial reunir a especialistas de los diferentes países para tener una visión regional de la situación de esta especie. “Conociendo perspectivas locales se pudo priorizar las áreas denominadas unidades de conservación. Las características de la especie permiten trabajar a escala internacional”.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el cóndor andino está catalogado como Casi Amenazado, con una población en declive que posiblemente ya esté extinta en Venezuela.
A partir de la información recogida durante el encuentro de Lima en 2015 se ha presentado un informe, con el fin de que se revise esta categorización y se eleve el nivel de riesgo para el cóndor andino y pase a ser considerado como Vulnerable.
Wallace, de WCS Bolivia, explica que desde Argentina hasta Venezuela, el cóndor está clasificado como Vulnerable, Amenazado o Críticamente Amenazado. “El documento nos ha permitido conversar con la UICN recientemente y muy pronto el cóndor andino va a ser reclasificado como Vulnerable, reconociendo la situación que sus poblaciones están enfrentando”, agrega.
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Las amenazas para el ave Sudamericana
La caza, los riesgos de chocar contra cables eléctricos, el envenenamiento de la carroña con la que se alimenta, los cambios en su hábitat o la intoxicación por plomo son causas del declive de la población de esta ave emblemática. Incluso tradiciones como el Yawar Fiesta en Perú significan un peligro para la conservación de esta especie.
“En los últimos cuatro años hubo envenenamientos masivos en Argentina. Tenemos un caso de 34 cóndores muertos en un solo lugar y 30 de ellos eran adultos”, comenta Sergio Lambertucci, director del Grupo de Investigaciones en Biología de la Conservación del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma-Conicet), Universidad Nacional del Comahue.
De acuerdo con la investigación Ecología y conservación de una especie rara: ¿qué sabemos y qué podemos hacer para preservar al cóndor andino?, realizada por Lambertucci y Pablo Plaza, la amenaza más frecuente contra los cóndores es el envenenamiento ya sea intencional o accidental.
“En Sudamérica el envenenamiento esta principalmente motivado por el conflicto entre humanos y animales, especialmente entre ganaderos y predadores carnívoros. Los cóndores andinos pueden ser accidentalmente envenenados cuando consumen carroña con pesticida que estaba destinada a predadores como zorros o pumas”, dice en la publicación científica. Adicionalmente –continúa el documento– ellos pueden ser envenenados intencionalmente por considerarse peligrosos para el ganado.
Lambertucci explica que los cóndores deben llegar por lo menos a los 7 años de edad para empezar su reproducción y tienen crías cada dos o tres años aproximadamente, es decir que su tasa de reproducción es baja. Sin embrago, es el ave carroñera más importante de la región y por tanto es el principal limpiador del ecosistema.
El ave enfrenta el mismo problema en Bolivia, explica Diego Méndez. “Posiblemente el envenenamiento indirecto sea más común en el intento de eliminar a pumas y zorros que depredan animales domésticos y ganado. Pero también existe la percepción de que el cóndor ataca al ganado”.
La intoxicación por plomo es otra amenaza importante para los cóndores andinos, sobre todo en lugares donde se practica la caza de otras aves. “En la provincia de Córdoba, Argentina, existe una importante actividad de caza de palomas. Se estima que cada año se disparan aproximadamente 1 600 toneladas de plomo, y que miles de palomas muertas con plomo permanecen en el campo y están disponibles para ser comidas por otras especies”, se explica en el libro Protegiendo el símbolo de los Andes.
En esta publicación también se indica que la caza ilegal del guanaco con proyectiles de plomo representa una amenaza mortal para los animales que ingieren cadáveres con restos de plomo. En un hallazgo de cuatro cóndores muertos en el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Córdoba, se encontró que dos de los especímenes hallados contenían elevadas concentraciones de plomo en los huesos.
La competencia por la carroña con perros asilvestrados y domésticos, así como la reducción de animales que sirven de alimento se ha convertido en otro riesgo para esta especie.
Renzo Piana, director ejecutivo de Spectacled Bear Conservation en Perú e investigador asociado a CORBIDI, recuerda que la caza por persecución directa en Perú se inició en la época de explotación del guano. “Los cóndores eran depredadores de aves guaneras y se entregaron armas y municiones a los trabajadores para matarlos. Creo que los cóndores no se han podido recuperar de esas matanzas, debido a que su taza de reproducción es lenta. Si los individuos adultos mueren, no hay cómo mantener la población”, asegura.
Piana menciona que históricamente hay referencias a la abundancia del cóndor en territorio peruano. Sin embargo, actualmente no se observa esta abundancia.
Algunos rituales andinos también son responsables de su depredación. Uno de ellos es el Yawar Fiesta, costumbre que consiste en colocar un cóndor sobre el lomo de un toro durante las corridas de estos animales. De acuerdo con una investigación de Piana, un total de 40 individuos de cóndor fueron parte de 27 celebraciones de Yawar Fiesta entre los años 2000 y 2015.
“En Perú es alucinante lo que sucede con el cóndor. El ave está posicionada en el imaginario de la gente, las culturas andinas lo tenían como animal sagrado e icónico y las personas en las ciudades conocen al cóndor, pero se ha estudiado muy poco esta especie”, dice Piana.
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La situación en Latinoamérica
Argentina y Chile comparten la mayor cantidad de cóndores en Sudamérica, cuya población se estima en 2000 ejemplares. Se considera presente en todo el territorio continental de Chile y es común verlo en el sur de Tierra del Fuego y en el archipiélago Wollaston.
En Argentina habita desde la provincia de Jujuy, al norte, hasta la Tierra del Fuego y las Islas de los Estados, al sur. Su distribución incluye las provincias de Córdoba, San Luis, La Rioja y San Juan.
“El 60% de la distribución del cóndor andino está entre Argentina y Chile”, señala Lambertucci y agrega que muchos cóndores cruzan cada día la cordillera puesto que tienen su nido en Chile y se alimentan en Argentina. “Los cóndores andinos pueden viajar más de 200 kilómetros por día en busca de alimento”, se menciona en el libro.
En Perú, el cóndor andino está presente en ambos lados de la cordillera de los Andes, pero también en la costa, desde Ica hasta Tacna, en el sur, y desde Piura hasta Lambayeque en el norte.
“El número de cóndores en Perú debe llegar a 500 individuos”, dice Renzo Piana, quien junto a Fernando Angulo sistematizaron información en el año 2015 sobre la abundancia de esta especie en 17 sitios prioritarios a lo largo de los Andes y en la costa.
Para Angulo es importante comprender dónde están estos cóndores para determinar alternativas de conservación. “Es necesario un censo nacional para saber cuántos individuos hay en Perú”.
Según el censo poblacional hecho en cinco zonas de los Andes bolivianos existen 456 individuos diferentes en ese país. Y una evaluación más amplia estimó una población de 1388 individuos, el 20% del total de los cóndores de Sudamérica.
“No hay información actualizada de las poblaciones de cóndor”, señala Diego Méndez, pero agrega que está por publicarse el Plan de Acción para la Conservación del Cóndor en Bolivia, que estará vigente para los próximos 10 años.
Méndez menciona que se debe pensar en aquellas zonas en Bolivia a las que se les ha prestado poca atención como sitio de conservación de la especie, además considera que es necesario realizar acciones binacionales. “Creo que recien estamos por alzar vuelo con el tema de la colaboración internacional. Un anhelo, por ejemplo, es realizar un censo entre Perú y Bolivia”.
La población de cóndores es mayor en los países del sur y se va reduciendo en los países más al norte de la región. En Ecuador un censo poblacional realizado en el 2018 determinó que existen 197 individuos en 180 dormideros; mientras que en Colombia se estima en 130 la cantidad de cóndores entre nativos y reintroducidos. Venezuela, en tanto, no tiene una población propia.
“En Venezuela está considerado como una especie en peligro de extinción por la legislación, y el Libro rojo de la fauna venezolana lo cataloga como una especie en peligro crítico de extinción”, comenta Adrián Naveda-Rodríguez.
Naveda-Rodrígez explica que el cóndor andino, aparentemente, no es una especie residente en Venezuela. “Los Andes venezolanos son áreas de forrajeo para la población de cóndores de Colombia”, añade.
A Sebastián Kohn, director Ejecutivo de la Fundación Cóndor Andino, de Ecuador, le preocupa la situación del cóndor en su país. El experto indica que desde el censo realizado en el 2008 han muerto entre 15 y 20 cóndores a causa de envenenamientos y cacería.
“Estos envenenamientos están, en su mayoría, relacionados a la presencia de perros ferales y domésticos mal cuidados que atacan al ganado de las comunidades rurales. Debido a la inacción de las autoridades, la gente trata de resolver el problema con veneno, que afecta a los cóndores y a toda la cadena trófica” dice Kohn.
El director de la Fundación Cóndor Andino dice que junto con The Peregrine Fund han apoyado en la marcación y monitoreo de dos cóndores en Colombia, dos en Perú y dos en Bolivia. Además –menciona– que coordinan con expertos de Argentina y Chile, países que cuentan con el Programa Binacional de Conservación del Cóndor.
Carlos Andrés Galvis, biólogo jefe de poblaciones del Zoológico de Cali, se refiere al trabajo de reintroducción de la especie que se ha realizado en ese país en los últimos 25 años. “En cuanto a las estrategias de conservación ex situ, todos los ejemplares liberados en Colombia hasta el día de hoy han nacido en zoológicos de Estados Unidos y en el Zoológico de Cali. Dos machos y tres hembras nacieron en esta última institución y fueron liberados”.
Existe un programa de manejo poblacional de cóndores administrado por las diferentes Asociaciones de Zoológicos y Acuarios a nivel mundial –agrega Galvis– que mantiene registros de cóndores que viven bajo cuidado humano. “Son cóndores cuyo destino está planificado desde que nacen, incluyendo ejemplares que serán liberados. Es una forma de conservar una especie en peligro. De este modo, los zoológicos son como un banco de genes para especies que se encuentran en riesgo de extinción”.
Galvis señala que los zoológicos garantizan la protección de la especie mientras se encuentra una solución para los problemas que afectan a determinada población. Pero, además, si una especie se extingue se puede recurrir a estos animales sanos que están en los zoológicos para reintroducir la especie o suplementar poblaciones que lo requieren.
El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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