P. atillo. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.
P. atillo. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.
Mongabay Latam

En los últimos años, Ecuador ha descrito constantemente decenas de anfibios, pero en lo que va de 2019 este país sudamericano ha sorprendido con muchas nuevas especies para la ciencia. Uno de los últimos descubrimientos literalmente puede ser catalogado como una lluvia de ranas: se describieron 11 nuevas en un solo artículo científico —P. atillo, P. chomskyi, P. gloria, P. jimenezi, P. lutzae, P. multicolor, P. nangaritza, P. teslai, P. torresi, P. totoroi, P. verrucolatus—.

La descripción de tantas especies de animales no ocurría en América Latina desde 1997, asegura el biólogo Santiago Ron, coautor de "Systematics of Huicundomantis, a new subgenus of Pristimantis (Anura, Strabomantidae) with extraordinary cryptic diversity and eleven new species", artículo publicado en la revista Zookeys.


Estas ranas se conocen comúnmente como cutín y pertenecen al género Pristimantis, uno de los más representativos, con 532 especies descritas. A su vez, este género contiene una gran cantidad de especies morfológicamente crípticas —que son difíciles de diferenciar— que se están descubriendo con la ayuda de evidencia genética.

P. verrucolatus. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.
P. verrucolatus. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Un trabajo largo y extenuante
Si describir una sola especie no es algo fácil, hacerlo con 11 es una tarea extenuante. Sumado a esto, el trabajo fue hecho por la hoy bióloga Nadia Páez cuando aún estaba en su carrera de pregrado, con asesoría del profesor Santiago Ron, ambos autores del artículo científico.

Utilizaron datos moleculares, morfológicos, bioacústicos y ambientales para evaluar las relaciones filogenéticas —estudio de la relación de parentesco— y determinar las especies que se distribuyen desde el centro de Ecuador hasta el norte de Perú. “Asignamos a este clado el nombre Huicundomantis y lo proponemos como un subgénero. Nuestros resultados muestran que Huicundomantis se compone de dos grandes clados (o ramas) que denominamos el grupo de especies de P. phoxocephalus y el grupo de especies de P. cryptomelas. Huicundomantis está compuesto por 28 especies, de las cuales 12 han sido descritas y 16 son nuevas”, dice el documento.

Algunas de las 11 ranas eran confundidas con otras especies. Por ejemplo, los investigadores encontraron que poblaciones que habitan en el sur de los Andes de Ecuador se atribuían tradicionalmente a P. riveti cuando en realidad pertenecen a la nueva especie, P. lutzae.

P. gloria. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.
P. gloria. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

“Algunas fueron descubiertas hace poco tiempo y otras se habían colectado por lo menos hace 25 o 30 años. Pensábamos que eran especies descritas pero cuando hicimos el muestreo genético nos dimos cuenta de que eran especies nuevas”, comenta Ron.

Para el investigador, las ranas cutín son interesantes debido a que son de desarrollo directo, es decir, que a diferencia de la mayoría de anfibios que ponen sus huevos en el agua y tienen renacuajos, estas los ponen en tierra y cuando eclosionan sale la rana totalmente formada, no en estado de renacuajo. “Eso es lo que hace que sean tan diferentes de otras ranas”, dice.

P. jimenezi. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.
P. jimenezi. Cortesía Santiago Ron y Nadia Páez.

Nadia Páez afirma que de estos pequeños anfibios se sabe poco, sobre todo en el Ecuador, a pesar de ser un país tan biodiverso. “Mi mayor motivación fue llenar un poco el vacío de conocimiento que tenemos de este grupo”, comenta. También destaca que aún hay mucho por descubrir y que la mayoría de especies nuevas tienen datos insuficientes para ser catalogadas en un estado de conservación y se sabe poco sobre su comportamiento, fisiología y ecología.

Las ranas cutín viven en los Andes, especialmente de Colombia y Ecuador. Habitan en bosques, páramos e, incluso, algunas especies se encuentran en áreas intervenidas como potreros.

Sin embargo, algo que preocupa a los científicos es que todas tienen rangos de distribución muy pequeños. La mayoría son de menos de 3000 km2 y, además, tienen un endemismo muy alto. “Tienes una en un páramo y te mueves 100 km más al sur o al norte y ya encuentras especies diferentes. Eso genera preocupación porque por efectos climáticos, deforestación o destrucción de su hábitat estas especies podrían desaparecer”, cuenta Ron.

La versión completa de este reportaje de fue publicada en Mongabay Latam.

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