Durante años la atención del tráfico de tiburones ha estado volcada a la comercialización ilegal de aletas que abastece al millonario mercado asiático. Sin embargo, este 2020 el negocio parece haberse diversificado. La Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Tumbes abrió entre septiembre y noviembre cinco investigaciones por tráfico de troncos de tiburón provenientes de Ecuador.
Según detalla la fiscal a cargo de las investigaciones, Ina Suárez, en total se trata de 24 800 kilos de carne principalmente de especies en peligro de extinción como el tiburón zorro pelágico (Alopias pelagicus), tiburón zorro ojón (Alopias superciliosus), tiburón martillo (Sphyrna lewini), tiburón diamante (Isurus oxyrinchus) y tiburón puntas negras (Carcharhinus melanopterus). Todas estas especies se encuentran protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), por lo que su exportación está prohibida a menos que la mercancía venga acompañada de permisos especiales que acrediten la legalidad de los recursos. Sin embargo, en todos los casos que están siendo investigados, los tiburones no venían con dicha documentación.
La fiscal Suárez asegura que se trata de un tráfico de grandes proporciones, que mueve importantes sumas de dinero y que existen indicios para pensar que se trata de un delito vinculado al crimen organizado con la participación de funcionarios públicos.
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¿Un nuevo delito?
Alicia Kuroiwa, directora de hábitats y especies amenazadas de Oceana Perú, cuenta que el año pasado, durante el Simposio de Tiburones Rayas y Especies Afines que se realizó en Lambayeque, estudiantes fueron al mercado mayorista de Santa Rosa, en Chiclayo, como parte de las actividades que se desarrollaban para ver los cuerpos de tiburón a la venta.
Allí, “los camiones frigoríficos se estacionan dentro del mercado”, explica Kuroiwa, y “directamente se van sacando los pescados para venderlos”. Lo que los estudiantes y los funcionarios de los ministerios del Ambiente y de la Producción (Produce) vieron entonces fue que había especies de tiburones protegidas por CITES que estaban siendo descargadas y vendidas.
Los funcionarios del Ministerio del Ambiente le pidieron a los inspectores de Produce que exigieran la documentación, cuenta Kuroiwa, y fue ahí que se percataron de que esos tiburones estaban siendo comercializados ilegalmente. Según la experta, los documentos precisaban que la carne venía de Ecuador y que se trataba de tollo mas no de las especies que realmente eran.
Meses después, en marzo de este año, la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat) intervino en el Callao un cargamento con más de una tonelada y media de cuerpos y aletas de tiburón diamante, especie protegida por CITES, que iba a ser exportada a Portugal aunque no tenía la documentación necesaria para hacerlo.
“Esa fue la primera vez que sale una noticia de un decomiso de troncos de tiburón proveniente de otro lugar”, cuenta Kuroiwa, y la atención de los fiscalizadores —que hasta entonces había estado concentrada en el comercio ilegal de aletas— comenzó a volcarse al tráfico de troncos.
El primer decomiso de cuerpos de tiburón proveniente de Ecuador ocurrió en septiembre. Fueron más de 11 toneladas de troncos correspondientes a tiburón martillo, En Peligro Crítico según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), tiburón zorro pelágico y tiburón diamante, ambos En Peligro, tiburón zorro ojón, Vulnerable, y tiburón azul (Prionace glauca) Casi Amenazado. Los cuatro primeros están protegidos por CITES, sin embargo, no llevaban la documentación necesaria y la Declaración Aduanera de Mercancías (DAM) señalaba que se trataba de 6000 kilogramos de tollo fresco, asegura la fiscal Ina Suárez.
Desde entonces, la FEMA de Tumbes ha abierto otras cuatro investigaciones por tráficos de troncos de tiburón provenientes de Ecuador. En total, precisa la fiscal, incluyendo el decomiso de septiembre, son más de 24 800 kilos que han sido interceptados.
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Crimen organizado
La fiscal aseguró a Mongabay Latam que las investigaciones realizadas hasta ahora indican que se trata de “un tráfico grande”, con movimientos diarios de mercancía, donde “se maneja mucho dinero” y donde se ha advertido que posiblemente haya crimen organizado. “No es un delito cualquiera”, dice la fiscal y precisa que, además de involucrar a empresas tanto peruanas como ecuatorianas, “hemos advertido la presencia de funcionarios que están participando”.
Para Oswaldo Rosero, especialista en Ecuador en control y vigilancia marítima, no hay razón lógica para trasladar los cuerpos de Ecuador a Perú ya que, al contrario de las aletas, el poco valor de la carne hace que se trate de un negocio con poco interés económico. “Al pescador le están pagando más o menos 70 o 75 centavos de dólar la libra versus la pesca blanca, como el atún o el picudo, que son especie en la que se paga al pescador tres, cuatro y hasta cinco dólares por libra”, cuenta. Esa es la principal razón que lleva al experto a pensar que el tráfico de troncos pueda estar asociado a otro delito como, por ejemplo, al de drogas.
Tanto Rosero como Pablo Guerrero, director de conservación marina de WWF Ecuador, recuerdan que ya han sido detectados casos en los que se ha traficado cocaína desde Costa Rica a México escondida al interior de cuerpos de tiburones. Así lo precisa también un informe de la Unidad de Inteligencia Financiera de México.
“Nosotros lo que creemos es que hay un tema de delitos financieros”, dice Kuroiwa, “de lavado de activos”, precisa y coincide en que las pistas encontradas hasta ahora apuntan a la presencia de crimen organizado.
Aunque todavía quedan muchas dudas que despejar sobre el real interés del negocio, lo que sí se sabe es que la carne que viene del Ecuador es consumida en el Perú, al contrario de las aletas que vuelven a ser exportadas hacia el mercado asiático.
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Pasos no habilitados
La fiscal Suárez precisó a Mongabay Latam que la mercancía ilegal está ingresando al país tanto por el Centro Binacional de Atención Fronteriza (CEBAF), como fue caso del primer y más grande decomiso en septiembre, como también por pasos no habilitados en la frontera.
Según detalla Kuroiwa, cuando debido a la pandemia personal militar fue enviado a la frontera para controlar el tránsito de personas, “nos enteramos que eran 22 puntos de ingreso entre legales e ilegales”, dice, “por lo que si no pasan por el CEBAF, pasan por cualquiera de estos puntos”, agrega.
Desde el lado ecuatoriano, Guerrero asegura que “hay muchos puntos ciegos, muchos pasos clandestinos, muchos sitios extremadamente peligrosos porque hay temas de narcotráfico y crimen organizado y sabemos que los inspectores allá trabajan en condiciones muy complejas”, dice el experto.
Guerrero detalla que, sumado a esas condiciones adversas, “no hay la capacidad técnica por parte de los inspectores para hacer algo básico que es la identificación de las especies”. Además, asegura que “hay una necesidad urgente de conformar equipos de control entre la Policía Nacional, el Servicio Nacional de Aduanas, la Subsecretaría de Pesca y el Ministerio de Ambiente”, ya que por ahora “lo que menos hay es coordinación” entre los diferentes organismos, dice.
Por último, agrega que “aparte de ser sitios peligrosos, (en las fronteras) lo que más hay son esas bodegas clandestinas” y precisa que en “Puerto Bolívar, que es un puerto muy importante en la provincia fronteriza con Perú, hay más de 200 bodegas donde se almacena este tipo de productos”, dice.
En Ecuador, la pesca dirigida a tiburones está prohibida y solo se pueden aprovechar aquellos animales que son capturados de manera incidental, es decir, cuando caen accidentalmente en las redes y anzuelos que los pescadores usan para pescar otras especies. Sin embargo, esta regla no ha estado libre de críticas ya que tal como lo reveló Mongabay Latam en una investigación, después de entrada en vigencia esa ley, las capturas de tiburones supuestamente incidentales en Ecuador no han hecho más que aumentar.
Además, desde agosto de este año en Ecuador está prohibido comercializar tiburón martillo independientemente de la manera en la que haya sido capturado, “pero eso nos han mandado también”, dice Kuroiwa. Además de los casos de troncos de esta especie, en octubre se decomisaron 10 sacos con aletas de tiburón martillo, zorro pelágico y azul que eran transportadas al interior de la bodega de un bus. Según detalló la fiscal Suárez, los sacos cuya carga correspondía a unos 420 kilos, “venían sin rotulado y fácilmente se podía distinguir que eran aletas porque el olor se percibía”, dice.
“Cómo es que allá (en Ecuador) no se ha descubierto esa red que procesa esos tiburones”, se pregunta Kuroiwa. “Ahí hay mucho que escarbar todavía”, concluye.
Mongabay Latam envió preguntas al Produce y al Servicio Nacional de Aduanas en Ecuador, sin embargo, hasta la publicación de esta nota ninguno de los dos organismos envió sus respuestas.
El artículo original fue publicado por Michelle Carrere en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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