El camino hacia el territorio de la comunidad nativa Puerto Nuevo, en Ucayali, es una trocha plagada de huecos y charcos de agua. Son más de tres horas las que debemos pasar a bordo de una furgoneta —un motocar adaptado para transitar por estos caminos— para llegar hasta la zona invadida de la comunidad, ahí donde hay cultivos ilícitos de hoja de coca.
Mientras avanzamos, Pedro Herma Hoyler, teniente alcalde de Puerto Nuevo, cuenta que por esa zona alguna vez transitaron los caucheros, pero que fueron los madereros quienes terminaron de abrir la trocha que ahora sirve como única entrada al territorio invadido.
Casi cuatro horas después de partir de Aguaytía —capital de la provincia de Padre Abad— un campo lleno de cultivos ilegales de coca se abre ante nosotros. Está dentro del territorio comunal, en un espacio escondido entre árboles que se resisten a ser talados, pero que posiblemente terminarán cayendo ante el avance de los sembríos ilícitos.
A los pocos minutos, Pedro Herma nos obliga a salir del territorio, considerado ‘zona roja’, pues teme que lleguen narcotraficantes que operan en el área. “Pueden venir con machetes y armas. No tendríamos forma de defendernos”, advierte.
Apuramos el paso para regresar. No hay nadie alrededor, pero el temor ronda el ambiente mientras caminamos hacia la furgoneta que nos llevará de regreso. Hugo Mosoline Holyr, coordinador de vigilancia comunitaria, y Aldo Barbarán Malis, tesorero de la junta directiva de Puerto Nuevo, confirman las advertencias del líder de la comunidad.
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Batalla contra la ilegalidad
La comunidad nativa cacataibo de Puerto Nuevo lleva más de una década luchando contra la ilegalidad. En un tiempo fueron los madereros ilegales los que entraban a sus bosques. Ahora se enfrentan al narcotráfico. “Los hemos expulsado más de una vez”, confiesa el teniente alcalde de Puerto Nuevo con orgullo, mientras Hugo Mosoline asiente en señal de aprobación.
Tiene un territorio de 68 924 hectáreas que se extienden entre las regiones de Ucayali (distrito de Irazola, provincia de Padre Abad) y Huánuco (distrito de Codo del Pozuzo, provincia de Puerto Inca).
Días antes de nuestro ingreso, una comitiva de comuneros entró hasta los campos de coca para pedirle a los invasores que abandonen el territorio comunal. En su recorrido encontraron 15 casquillos de bala de escopeta desperdigados por el suelo.
No solo se encontraron balas, también descubrieron pozas de maceración de pasta básica de cocaína y demás insumos utilizados en la elaboración de esta droga. Todo quedó registrado en el acta de la asamblea comunal del 18 de agosto, así como en la denuncia que hicieron ante las autoridades de Pucallpa.
“La parte fronteriza con la región Huánuco viene siendo invadida por colonos que la utilizan no con fines de vivienda sino con sembríos de hoja de coca. Actualmente se visualizaron pozas de maceración”, dice el acta de la asamblea.
En el documento también se menciona que los comuneros presentaron 15 balas de revólver que fueron encontradas dentro del territorio invadido.
El narcotráfico está metido en el territorio comunal. Plantas de coca de unos 30 centímetros de alto crecen en el campo invadido al que llegamos. Los troncos quemados confirmaban que ahí hubo un bosque con árboles tan altos como los que se observaban a la distancia.
Ahora ya no están. Las plantas de coca han tomado el lugar. Basta girar 360 grados para confirmar que el territorio está invadido. “Si seguimos avanzando encontraremos muchas más plantaciones ilegales. Son campos inmensos, cientos de hectáreas”, asegura Pedro.
Hasta un vivero encontramos en el lugar. Estaba en un extremo, casi escondido, con varias hileras de plantones ordenados estratégicamente. “Es un vivero de coca”, dice el teniente alcalde. Plantas que seguramente se sembrarán en otro bosque arrasado para que la ilegalidad siga creciendo.
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La comunidad más deforestada de Ucayali
Puerto Nuevo es la comunidad nativa con mayor deforestación en Ucayali, según el Instituto del Bien Común (IBC) que ha realizado una investigación para determinar cuáles son las diez comunidades indígenas con mayor deforestación en el Perú.
En el top 10 nacional, Puerto Nuevo ocupa el quinto lugar después de Huascayacu, Shimpiyacu y Altomayo, en San Martín; y San José de Karene, en Madre de Dios.
Es la única de la región Ucayali que ha ingresado a esa lista con una pérdida total de 3487 hectáreas de bosque deforestados entre los años 2000 y 2015.
Sandra Ríos, investigadora del IBC, explica que la principal causa de deforestación en esta zona de la Amazonía es el tráfico de tierras para ganadería y expansión agrícola, así como las invasiones para los cultivos ilegales. “Los cultivos ilegales de coca están avanzando en todo el Perú y se instalan en comunidades nativas de difícil acceso y poca presencia del Estado”.
Ríos señala que a través de este análisis se intenta conocer qué ha sucedido en las 1351 comunidades nativas tituladas que entre los años 2000 y 2015 perdieron 334 000 hectáreas de bosques, es decir, el 17 % de la deforestación nacional en ese periodo.
Según el análisis del IBC, del total de comunidades nativas que han sido evaluadas solo dos registran una deforestación mayor a 5000 hectáreas, mientras que el 89 % perdió menos de 500 hectáreas.
“Son poquísimas las que tienen un área grande de deforestación. Las comunidades nativas son las que menos deforestan, pese a que las presiones externas siguen aumentando”, asegura la experta del IBC.
“Son foráneos que vienen de Ayacucho, de Huánuco y del VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro) que invaden cada año nuestras tierras para sembríos ilegales”, asegura Herma.
“Antes, con nuestras flechas, hemos actuado y desterrado a los colonos. Como cuatro veces desalojamos a los ilegales. Con su motosierra, su machete, sus metales y sus plásticos los hemos sacado”, cuenta Herma, ya de regreso en Aguaytía.
En el 2008 recuerda que también desterraron a 25 madereros ilegales. En los años que siguieron desalojaron a unos 30 invasores que sembraban coca de manera ilegal. “La última vez, en el año 2011, fueron 14 cocaleros”. Pero ahora son incontables los invasores. “Por más que cuidamos nuestros bosques, entran por la espalda como una enfermedad”, dice con desesperanza.
La coca ingresó primero por el sector que corresponde a Huánuco y se ha ido extendiendo hacia el territorio situado en Ucayali. La deforestación les está quitando los bosques primarios que aún conserva la comunidad.
La furgoneta se detiene en el camino de retorno hacia Aguaytía. Se debe atravesar un sector de la ruta que es mejor pasarlo a pie mientras el conductor transporta el vehículo sin pasajeros, ya que el peso podría ocasionar que pierda el control y la furgoneta caiga por una pendiente muy profunda.
Aprovechamos para caminar un poco luego de tantos saltos por la trocha mientras Pedro Herma nos muestra los bosques primarios frente a la pendiente. “Todo eso es territorio de la comunidad”, dice.
Las presiones externas se agudizan a partir del año 2000 —comenta Ríos del IBC— pues según las imágenes satelitales que observaron para el estudio es en esta época que la deforestación en varios lugares de la Amazonía empieza a chocar con los límites de las comunidades nativas.
Por eso a Ríos le preocupa el cansancio de las comunidades indígenas ante la presencia de cultivos ilegales y el intento por frenar su avance. “Los comuneros están perdiendo fuerza para proteger su territorio, sobre todo por la presencia de coca ilegal. Vemos cansancio en la gente porque sienten que el Estado no los apoya”.
Una versión ampliada del reportaje de Yvette Sierra Praeli fue publicada en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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