Aunque parezca una suerte de póker de loros, el experimento de intercambio de fichas creado por investigadores europeos en un zoológico español busca determinar si los loros grises africanos (Psittacus erithacus) son buenos samaritanos.
Al igual que los humanos, los loros, famosos por su capacidad de imitar el habla humana, están intrínsecamente motivados para ayudarse mutuamente, descubrió un reciente estudio publicado el 9 de enero en Current Biology. El experimento se limitó a ocho loros grises africanos y es probable que desencadene más investigaciones, ya que, hasta ahora, este tipo de comportamiento de ayuda no se ha visto en las aves.
Se sabe que los mamíferos como los humanos y los grandes simios se ayudan entre sí. Pero lo que han descubierto los autores de la publicación es que este tipo de altruismo ha evolucionado en las aves independientemente de los mamíferos. Estos dos grupos compartieron un ancestro hace más de 300 millones de años, pero de acuerdo con una línea de pensamiento, enfrentarse a presiones sociales y ecológicas similares condujo a la aparición de las mismas habilidades cognitivas en los dos grupos.
Los loros y la familia de pájaros córvidos que incluye a los cuervos son conocidos como "simios emplumados", ya que tienen un tamaño de cerebro grande en relación con sus cuerpos y se sabe que muestran un comportamiento inteligente. Sin embargo, no se sabía lo mismo de los cuervos. "En 2015, un estudio realizado por investigadores austriacos probó las habilidades de los cuervos para ayudarse unos a otros y descubrió que actuaban de manera bastante egoísta", dijo Désirée Brucks, especialista en comportamiento animal de ETH Zurich, Suiza, y autora principal del nuevo artículo. "Esto hizo que me pregunte acerca de los loros y si estas aves bastante tolerantes se ayudarían mutuamente".
Con los loros realizaron el experimento en parejas. Colocaron uno al lado del otro en un compartimento dividido por una pared, y solo un pájaro podía acceder a una ventana donde las fichas se podían cambiar por comida. ¿El único problema? Las fichas metálicas redondas se entregaron al loro que no podía acceder a la ventana de fichas y cambiarlas. Una pequeña ventana en la división entre sus compartimentos permitió que los loros interactuaran.
En diferentes iteraciones, los científicos o negaron a ambos loros el acceso a la ventana de intercambio o permitieron que el loro que tenía la ficha la intercambiara directamente por comida. En otra repetición, eliminaron por completo al loro receptor. Los investigadores pudieron observar el comportamiento de los loros en todas estas situaciones. La mayoría de los loros, cuando no podían intercambiarlas directamente, parecían compartir espontáneamente sus fichas con sus compañeros que, a su vez, las cambiaban por la recompensa: un trozo de nuez.
Los loros parecían compartir fichas sin ningún conocimiento de que el favor sería correspondido en el futuro. También parecían ayudar a quienes no eran sus amigos ni estaban relacionados con ellos.
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En la naturaleza, se sabe que estos loros son muy sociales; viven en pequeños grupos familiares que forman parte de una gran bandada. El rango natural del loro gris africano abarca grandes franjas de África ecuatorial, desde Uganda en el este hasta Sierra Leona en el oeste. Sin embargo, los cazadores aprovechan su sociabilidad y apuntan a las grandes bandadas en las que viven las aves. Se estima que alrededor de una quinta parte de la población salvaje es cazada cada año para satisfacer la demanda ilícita de mantenerlos como mascotas exóticas. La especie figura actualmente En Peligro de extinción en la Lista Roja de la UICN, y el comercio del gris africano ha sido prohibido por la CITES desde 2016.
Los investigadores repitieron el mismo experimento con seis guacamayos cabeciazul (Primolius couloni), una especie que pertenece a la misma familia de loros (Psittacide), pero que solo se relaciona distantemente con el gris africano. Se descubrió que los guacamayos eran mucho menos propensos a compartir fichas. La mayoría de los guacamayos intentaron llegar al intercambiador humano para obtener la recompensa.
Dado el pequeño tamaño de la muestra y la variabilidad en el comportamiento de un par de loros a otro, no todos están convencidos de que el estudio pruebe la teoría general. "Los hallazgos no son realmente sorprendentes, y los datos no respaldan las sólidas conclusiones", dijo en un correo electrónico a Mongabay Irene Maxine Pepperberg, especialista en cognición animal, en particular loros, en la Universidad de Harvard.
Pepperberg dijo que se sabía que los loros grises cooperaban para obtener alimentos y para "corresponder en una situación de ojo por ojo". También parecen captar la idea de la gratificación retrasada. La especialista tenía una pregunta para los investigadores: si las aves estaban dispuestas a compartir, ¿por qué el loro receptor a veces no le daba una nuez a su compañero?
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Los experimentadores no observaron a los loros que estaban siendo ayudados pasar la recompensa a sus benefactores. Según Pepperberg, lo que hizo el estudio fue "sugerir lo importante que es el tema para una mayor exploración". En esto estuvo de acuerdo con los autores. "Necesitamos más datos sobre diferentes especies de loros para hacer una afirmación concluyente", dijo Brucks, "sin embargo, nuestros resultados dan una primera pista de que los loros poseen las habilidades cognitivas necesarias para ayudar a otros".
La investigación probablemente podría expandirse en dos direcciones: estudios en otras especies de loros y estudios que busquen un comportamiento similar en condiciones naturales. Brucks dijo que estaba personalmente interesada en descubrir los mecanismos que sustentan el comportamiento de ayuda. Esto ayudará a responder preguntas sobre si los loros realmente entienden que su pareja necesita ayuda, si hay empatía involucrada o si solo están respondiendo a las señales de comportamiento.
El artículo original de Malavika Vyawahare fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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