Andrea Castillo

 

Por Andrea Castillo C.

A los 21 años Andrea Llosa Bueno ya tenía un derrotero profesional. Había concluido los estudios de Administración de Empresas en la Universidad de Lima, trabajaba en una conocida empresa de cosméticos y tenía previsto seguir un máster en Economía en Estados Unidos. Un plan perfecto en el mundo de números y hojas de cálculo que habitaba. Pero el consejo de su jefa de entonces abrió en su mente nuevos horizontes.

«Creo que Mary no sabe cómo sus palabras cambiaron mi vida profesional», nos cuenta Andrea Llosa ahora. El recuerdo la emociona. Los ojos le brillan, pero pronto la diseñadora de moda recupera la mirada penetrante y la expresión de quien se reconoce dueña de sus decisiones.

Menor de tres hermanas, la hija del ingeniero Alejandro Llosa García y de la artista plástica Patricia Bueno habla con la firmeza y la seguridad de quien ha logrado con mérito propio las cosas más difíciles que tiene.

No solo desistió del máster en Economía en Estados Unidos. También canceló uno en Fashion Márketing en Londres por estudiar diseño de moda en Barcelona.

En la ciudad catalana, la ex alumna del colegio Newton adopta un estilo ecléctico, crea la marca Andrea Llosa, gracias al apoyo del premio Bressol del Gobierno de Cataluña en el 2007, y es distinguida como diseñadora emergente en diferentes concursos internacionales, como el Young Talent Prize–Bread and Butter, 080 Barcelona Fashion y el Premio Sita Murt.

También viaja como mochilera por Europa y se traslada a Londres para trabajar en la empresa Lavand, una conocida marca española de moda para mujer.

Las pasarelas eran su mundo y lo son ahora también. Desde que Andrea Llosa se instaló en Lima, hace cinco años con su pareja -ahora su esposo y padre de sus dos hijos, Ricardo (2) y Mattia (de diez meses)- Andrea Llosa es una de las diseñadoras más fructíferas de nuestro medio. Sus colecciones son esperadas por su adaptabilidad al vestir urbano. De los percheros de su tienda en Miraflores cuelgan trajes en patrones grandes u overzise, pantalones harem y trajes de noche. Y no faltan los accesorios en madera y el calzado cómodo.

Sentada en una de las butacas de su boutique, Andrea Llosa comenta satisfecha haber vendido casi todas las prendas de su colección Primavera-Verano 2016, exhibida durante la Semana de la Moda de Lima a fines de octubre. Y todavía no empieza el verano.

De sus secretos para mantener la silueta esbelta y una envidiable cabellera -que solo retoca cada tres meses una peluquera amiga suya- no suelta prenda. Sí admite que ama ser madre tanto como diseñadora; que le encanta tocar el piano para relajarse, que corre cada mañana para estar en forma, que se ha impuesto horarios de trabajo para compartir tiempo con su esposo e hijos; que le encanta cambiar la ubicación de los muebles de su casa para refrescar los ambientes; que le gusta la decoración como a su madre, que disfruta diseñar cosas y que planea llevar la marca Andrea Llosa de vuelta a Barcelona.

La diseñadora de moda Andrea Llosa en su tienda boutique en Miraflores en la calle Elías Aguirre 1205.

- ¿Te obsesionas con tu trabajo?

Cuando tengo pasarela, soy recontra chancona; no me gusta dejar nada para última hora. Así tengo tiempo para todo. La parte administrativa me funciona muy bien, porque no soy dispersa, respeto mis horarios de trabajo, empiezo temprano para tener tiempo de ver a mis hijos, estar con mi esposo; salir y relajarme. Odio dejar las cosas para último momento, por eso tengo lista la colección tres semanas antes del desfile para hacer fitting, fotos, y ver qué funciona mejor. No me gusta correr, porque me estresa y no me da tiempo para decidir bien. En la universidad también me organizaba; preparaba los resúmenes de todos mis cursos una semana antes de los exámenes finales. En eso he sido un poco maniática.

- Luego de ocho años fuera del país regresas a Lima, cuando la moda empezaba a crecer aquí ¿Fue una decisión acertada?

La economía en España estaba terrible en ese momento y con mi pareja decidimos regresar. Cada uno había vivido entre ocho y diez años fuera del país y creímos que era suficiente. No sé si me ha ayudado porque no puedo comparar con otra cosa, pero llegué en ese momento. Definitivamente, ahora la gente está más ávida de diferenciarse en el vestir que hace cinco años. Ahora sí es mejor el momento.

Llegaste y al poco tiempo presentas tu primer desfile en Lima. Fue un comienzo agresivo ¿siempre procedes con ese ímpetu?

Es parte de mi personalidad. Además, venía de realizar seis desfiles de moda en España y organizar uno en Lima tampoco era algo tan loco; era el paso correcto. Claro, no pensé en llegar, esperar y mirar cómo iba todo. Por el contrario, no quería parar el ritmo, porque en marcas hay tanta competencia que si no estás a tope, te difuminas. Me mudé en octubre del 2010, abrí la tienda en diciembre y en mayo del 2011 hice el desfile. Fue muy fuerte, pero era la única manera de hacerlo.

¿Mantienes siempre ese ritmo?

Hago dos colecciones al año y luego preparo prendas intermedias para reponer lo que se vende en las tiendas; organizo un desfile al año para la temporada Primavera-Verano que presento en la Semana de la Moda de Lima. En mayo preparo mi propuesta de invierno. Acabo de terminar con el LIF Week y necesito tiempo para pensar. Mi empresa es unipersonal, no solo hago diseño; también veo la tienda, las ventas. Será a fines de enero o comienzos de febrero cuando comience a pensar en la siguiente colección.

La diseñadora de moda regresó al Perú hace cinco años. Además de administrar su propia marca, organiza su tiempo para compartirlo con su esposo y sus dos hijos.

- ¿Cómo manejas el estrés?

En mis ratos libres corro y toco piano. He retomado la práctica después de mucho tiempo. Dejé de tocar a los 14 años, cuando la adolescencia, primero, y la universidad, después, ocuparon mi tiempo. Y mientras viví en el extranjero, mi mente se centraba en estudiar, viajar, conocer. Ahora que puedo pasar más tiempo en casa, decidí retomarlo y estoy encantada; es lo mejor que he hecho en mi vida. ¡Me relaja!

- La influencia estética de tu madre, Patricia Bueno, ha sido muy intensa en ti y en tus dos hermanas mayores.

Ha sido total. Fue ella quien me puso en las clases de piano y me obligaba a practicar; la que nos ponía música clásica todo el día. Toda mi vida la he visto dibujar, pintar, hacer esculturas; es muy estética y le encanta la decoración. Sin duda, nos ha inspirado. Mi hermana mayor Patricia es arquitecta, Claudia, directora de cine, y yo, diseñadora.

- ¿Por qué eliges la escuela Felicidad Duce para estudiar diseño de moda?

Un conocido me dio los pros y contras de las escuelas de moda en Barcelona. Las visité todas; pero me quedé con Felicidad Duce, porque le da mucha importancia a la parte técnica del diseñador, como es el patronaje y la confección. Para mí fue una gran decisión, porque de nada sirve dibujar muy lindo si no puedes hacer realidad el diseño, porque no te sale bien el cuello o la tela elegida no es la correcta.

- ¿Nunca antes habías hecho costura?

No, porque era administradora. Siempre he hecho vestidos para mí, mis amigas o mis hermanas, pero los enviaba a una costurera. Esa es una gran ventaja acá en Lima, porque hay una mano de obra muy buena y lindísima; allá aprendí a la fuerza.

- ¿Cuáles son tus textiles favoritos?

Me gusta todo lo que me permita lograr un look sport. Me encanta la viscosa, porque tiene luz y caída; el algodón pima es increíble para elaborar desde polos hasta vestidos. También me gusta el encaje, pero traído más al uso diario, citadino; y la seda en patrones oversize y pantalones harem. La seda a lo rococó no la uso. Tampoco el encaje recargado.

- Has dicho que en Barcelona descubres tu estilo.

No solo en la escuela sino en los años en que viví fuera. Barcelona es una ciudad donde se camina mucho, como en todo Europa, y tiene un look más relajado. Lo asimilas y desarrollas un sentido de la estética que mezcla lo que opinas, aquello que ves en la calle, el estilo que usas y tu sentido de comodidad. En Barcelona andaba en moto y llevar tacos no me parecía cómodo.

La marca Andrea Llosa se distingue por las propuestas en patrones muy grandes y collares oversize porque ayudan a potenciar la personalidad.

- ¿Cómo definirías la filosofía de la marca Andrea Llosa?

Siempre la traduzco como hacer una prenda con personalidad. Para mí, un estilo más femenino ofrece menos fuerza que uno más geométrico, con detalles que te ayudan a destacar sin necesidad de enseñar el cuerpo, el escote o lo que fuera. Los collares oversize y los patrones muy grandes ayudan a potenciar la personalidad. Como resultado ves mujeres fuertes, definidas, imponentes.

- ¿En quién te inspiras?

Tengo muchos diseñadores que me encantan, pero no son mi fuente directa de inspiración. Hacerlo sería como trasladar su diseño y esa no es mi forma de trabajar. Me gustan Nicolás Ghesquière y Alexander Wang [uno de los máximos representantes de la nueva moda estadounidense]. Ambos son diseñadores maravillosos; pero para armar una colección busco inspiraciones en viajes, películas, personajes o la geometría.

-Para tu colección Primavera-Verano 2016 tomaste a Iris Apfel como estímulo creativo ¿Qué te gusta de ella?

¡Todo! Es una mujer de 94 años muy conocida en Estados Unidos, con un estilo muy particular e intenso. Me encanta su manera de ver la vida, su energía y su amor por la moda. De alguna manera es mi ideal de llegar a esa edad como ella.

- ¿Ser parte de una familia considerada acomodada te ha dado alguna ventaja?

Para nada. Además, no sé por qué desde fuera se nos ve como familia de sociedad. No lo entiendo. Lo único que tienes son ciertas facilidades como estar en un buen colegio; estudiar en el extranjero. Las cosas más difíciles las he logrado fuera del país, en Barcelona. El premio del Gobierno de Cataluña que gané al terminar la carrera me permitió lanzar mi marca en el 2007. No conocía a nadie. Estar en Cibeles en Madrid y 080 en Barcelona fue por mi trabajo, no por mi apellido. Y trabajé con una de las mejores diseñadoras de Cataluña, Sita Murt, porque era parte del premio.

-¿Es difícil trabajar para otro?

Cuando ya tienes tu marca y haces siempre lo que quieres, sí; pero como empecé por allí, no. Para mí es importante que lo que hagas te guste. Sería mucho más difícil si me piden dibujar algo que no es nada del estilo que me gusta; eso sí sería complicado.

-¿Qué es lo difícil de ser tu propia jefa?

Ser responsable de todo. Diseñar ocupa el 15% de mi tiempo; el resto lo dedico a buscar telas, a conversar con los proveedores y ver las ventas. Estar en todo cansa; me encanta pero no estás el 100% de tu tiempo en diseño, como puedes hacerlo cuando trabajas para otro.

- Insistes mucho en proyectar un estilo propio, ¿es fácil ser fiel a él en el mundo de la moda?

Hay que ser consciente de que no lo es; pero se aprende poco a poco. Al principio tratas de gustarle a todo el mundo, pero es imposible. Con el tiempo, también ganas seguridad. Quizá ahora que llevo diez años con la marca Andrea Llosa sea más fácil confiar 100% en mi estilo. Y para lograrlo son importantes dos cosas: uno, no ver nada de pasarelas antes de diseñar –lo hago después– y dos, tener un concepto, porque te enmarca.

-¿Siempre has sido así de segura?

Con mi trabajo sí; pero en cuanto al diseño tuve que trabajarlo más. Como estudiante de Administración es más sencillo saber si te va bien o mal; en Matemática te sacas 11 o 20; pero cuando te piden dibujar una colección, el asunto cambia. El profesor puede decirte ¡Muy bien, Andrea!, o ¡Qué feo! Te preguntas entonces ¿por qué está muy bien o por qué está feo? En diseño es bien difícil saberlo. Aunque de alguna manera tenía la certeza de que iba bien por mis calificaciones y por terminar segunda en la carrera, durante todo el proceso no entendía muchas veces por qué me colocaban una A.

-Desde el 2008, cuando eres distinguida con el premio Bressol del Gobierno de Cataluña, todo te ha ido muy bien. ¿Te consideras una mujer exitosa?

El éxito para mi es trabajar en lo que me gusta. Desde que puse la tienda, mi cometido ha sido vivir de mi trabajo, pagar sueldos, alquiler... Y eso se está cumpliendo. Si crece, excelente, pero por ahora está perfecto.

-¿Cuando estás en situaciones complicadas, te guías de algún consejo?

El mejor consejo que he recibido en mi vida y me sirve siempre me lo dio quien era mi jefa en Unique, Mary Watmough. Me preparaba para seguir una maestría en Estados Unidos, cuando ella me llama a su oficina para preguntarme en qué estaba. Le cuento mis planes de estudio y me dice: “¿Por qué un MBA y no otra cosa? Yo te veo más artística. ¿Quieres seguir viendo números? ¿Dónde está la parte creativa?”. Y añadió: “Antes de tomar una decisión, detente y piensa dónde quieres estar dentro de diez años, y luego tómala”. Me abrió la mente. Tenía 21 años y fue cuando tuve claro que no quería seguir con los números. Empecé a buscar y decidí estudiar un master en Fashion Márketing en Londres. Antes de llegar allí hice escala en España y mientras trabajaba en Inditex [una de cuyas marcas es Zara], me la pasaba mirando el trabajo de las chicas del departamento de diseño, y pensando en el consejo de Mary, cancelé el master por la carrera de diseño de modas.

-¿De acuerdo con ese consejo, cómo te imaginas de aquí a diez años?

Con más puntos de venta y sobre todo tratando de vender multimarca en Europa. Me encantaría seguir con ese nexo. Es un mercado que me encanta y una buena manera de crecer como empresa. Además, tendría una buena excusa para ver seguido a mi hermana Claudia.

-¿Cómo te gustaría ser recordada?

Me gustaría que me recuerden por mi estilo, que en la calle me vean y sin saber quién soy digan ese estilo es Andrea Llosa. Es el mejor cumplido para un diseñador, porque buscamos otorgar un estilo personal y que este sea aceptado.

-¿Cuál sería tu consejo para los jóvenes diseñadores?

Que le den mucha importancia a la parte técnica, al patronaje y la confección, porque si no sabes eso no puedes dirigir, entender ni saber que lo que se te ocurre o tienes en la cabeza puede concretarse. Y diseñar siempre hacia adentro, en el sentido de que encuentren lo que ellos quieren ser; es la única manera de hacer una marca única y no ser parecida o copiada de otra. No se trata de hacer la tendencia o lo que ya está hecho.

 

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