Chiara Pinasco nos cuenta qué es estar conectada
Chiara Pinasco nos cuenta qué es estar conectada
Redacción EC

Por Karina Villalba F.

No puedes resumir a Chiara Pinasco en ciento cuarenta caracteres –lo que ter permite decir un tuit–. Cuarenta y cinco minutos de conversación tampoco fueron suficientes para conocerla. Es locuaz e inquieta. Habla rápido y te obliga a ir a su ritmo, saltando de un tema a otro con vitalidad y energía. Tiene picardía en la mirada, carisma y sientes la química. Su rostro es familiar y cercano: si la miras bien, jurarías que tú tienes una prima guapa y buena onda que se le parece. Es fácil conectarse con ella.

¿Qué significa para ti estar conectada?

Hace más de un año y medio que estoy más conectada que nunca porque tengo un novio que no vive acá. Y claramente tengo WhatsAppitis (inflamación de ten­dones causada por el uso excesivo del teléfono celular al enviar mensajes). Y tengo un problema de cambio de horario, todo mi día es su noche. Entonces, para mí estar conectada es estar con él.

Aparte de eso, tengo un programa de tecnología [TEC], realmente tengo que estar pegada a lo último que sale. Leo mucho, básicamente blogs de tecnología que mez­clan lo ‘geek’ con lo tecnológico. Siempre he leído, desde chiquita.

¿Y lees libros o prefieres una plata­forma digital (tablet, kindle)?

Leo libros físicos. Aunque sí he leído tres en tablet y el feeling es otro, comple­tamente distinto. Voltear cada página y cuando llega el momento en que digo «pucha, ya me falta poquito, no voy a leer en una semana». Esas cosas no pasan con una tablet.

En mi cartera llevo ahora un libro enorme que estoy leyendo y que acaba de pasar por toda la familia (mi mamá se encarga de forrarlos porque todos los llevamos en la cartera y los tiramos, –sonríe). Cuando hay un libro buenazo, todos estamos en él porque es el tema de conversación ¿y quién no te ‘spoilea’, no?

¿Y cómo te desconectas del mundo o te conectas contigo?

Leyendo. Es mi momento. Por ejem­plo, esta semana que he estado full con unos exámenes médicos, lo único bueno ha sido descubrir que la sala de espera del consultorio es el mejor lugar para leer. También me gusta cocinar pla­tos que sean la versión sana –no light– de lo que todo el mundo come [se ríe].

Hay personas que dicen que ahora la gente vive desenchufada del mundo y que se pierde de cosas, como ver y escuchar a los demás. ¿Qué piensas de eso?

Creo que hay momento para todo. No todo el tiempo tienes que estar en con­tacto con la gente. Por ejemplo, cuando estás en el metro o en el bus ¿qué más quieres que estar en tu propio mundo a tener que escuchar la música del taxista, el ruido de la gente y las cosas que se gritan alrededor? Yo creo que en ese momento es rico tener un momento de paz.

A mí me pasa mucho que me pierdo de cosas por estar en este plan (agarra su celu­lar y simula estar revisando mensajes). Pero creo que hay que encontrar un balance. Tratamos en la medida de lo posible, pero es muy difícil. Hay momentos en que me reviro, en los que quiero dormir y surge esa necesidad de tener que ver todas las redes sociales, que me escriben en Twitter…

¿Y eso no te estresa?

Sí, pero a la vez no lo puedo dejar.

Es como una adicción.

Te lo juro. Por ejemplo, a veces estoy muerta de sueño y estoy así: revisando el celular. Y después digo: «¡Ay, ya! No me inte­resa». Y después quiero ver y de repente otra vez medio como que me despierto y…

¿Te ocurre eso más que con la tele?

¿Sabes cuál es el problema? Que hago las dos cosas a la vez. ¡Y se puede!, que es lo mejor de todo. Cuando llego a mi casa prendo la televisión o pongo música y se vuelve el fondo. Nunca leo con música, porque eso sí me perturba, pero puedo estar en la computadora y estar escu­chando música o viendo la tele, y regresar a la computadora.

¿Y en esos momentos no crees nece­sario hacer una pausa?

Sí, la necesito. Hay momentos en los que me doy cuenta de que han pasado tres horas de estar en ese plan. A veces me despierto con dolor de cuello y claro pues, si todo el día estoy revisando el teléfono y cuando quiero relajarme, leo. En verdad, mi cerebro recibe mucha información durante todo el día.

Pero, hay otra cosa que me relaja un montón y es hacer deporte. Ahí sí creo que compenso todo. Tengo tanta energía que si no la gasto en algún momento, me quedaría despierta hasta las dos de la mañana.

¿Sales a correr o vas al gimnasio?

Voy al gimnasio, salgo a correr, hago box, hago todo lo que pueda al 150%.

¿Cuál es tu objeto más preciado?

Mi teléfono, mi iPhone 5.

¿Qué otro gadget usas?

Mi iPod y mi iPhone van de la mano siempre. El iPod vive en el carro o conmigo cuando hago deporte, tengo ahí una aplicación para correr. El iPad tam­bién pero solo cuando viajo. Lo uso solamente en el avión o cuando me acuerdo que lo tengo. También mis audífonos inalámbricos. Mi cámara es vital cuando viajo, acá no la uso tanto.

¿Y qué te inspira?

Escuchar música. Y tengo el gusto más ecléctico, puedo pasar de Louis Armstrong a Nicki Minaj.

¿Así de violento?

Así de violento. Dependiendo del tráfico (nos reímos). ¿Sabes qué me encanta? Mis sobrinas, que son muy chiquitas. Que viven en el departamento abajo del mío. Las adoro.

¿Actualizas constantemente tu estado en Facebook o Twitter?

No a menos que sienta que sea algo que merece la pena que alguien le dé un like al menos. Por ejemplo, si estoy en Camboya y me voy a ver un templo espectacular, sí lo pongo en Facebook porque sé que a mi mamá, que me sigue por ahí más que nadie en el mundo, le va a encantar ver fotos y a mi familia en general.

¿Crees que con la velocidad que hoy vivimos uno comete más errores?

Sí. Siento que en Twitter la gente no tiene piel. Lo que dices se va de frente a la llaga. Si yo te lo dijera personalmente no sentirías que te estoy atacando o que me estoy burlando de ti. Uno no sabe de tonos, el sarcasmo no se lee, o se lee muy poco en Twitter.

A mí lo que me pasó [recordando un tuit suyo sobre delfines en el tsunami de Japón en el 2011] es que la gente creía que yo me estaba burlando y yo jamás podría burlarme del sufrimiento de alguien. Quizá sí fue un comentario des­afortunado en el momento equivocado. Pero creo que la gente está esperando el momento de que cualquiera se equivo­que para colgarse y hacerlo leña. Es una de las cosas feas.

Pero la contraparte, la que a mí más me interesa ver, es la gente y su apoyo, vale más que los trolls. Siempre lo bueno va a pesar más que lo malo. Cuando alguien dice una cosa, la gente, no sé si es por el cariño que le tiene al programa o a la familia, señala 98% cosas buenas y 2% cosas malas. Entonces, esa es la onda en la que hay que ir.

¿Cuál es el término ‘techie’ que más usas?

Creo que el que va más acorde con­migo es multitasking. Es el que mejor me define. Puedo hacer quince cosas a la vez, trato de hacerlas todas bien. Me encanta. Y cuando tengo un aparato, busco que sea como yo.

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