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Diana de Gales se caracterizó por ser diferente a los demás personajes de la familia real británica. Además de contar con una destacada labor humanitaria y acercamiento especial a los más necesitados, siempre fue reconocida como la madre amorosa de los príncipes William y Harry.
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Esto se ve reflejado no solo en las postales que quedan como memoria de sus vacaciones y presentaciones juntos, sino también en una carta escrita a puño y letra por ella y develada hace solo algunos meses por un ex trabajador de la corte de la Reina Isabel II, Paul Burrell.
Burrell, utilizó su cuenta personal de Instagram para compartir la carta, junto a una instantánea de Lady Di al lado de sus –en ese entonces – aún pequeños hijos. “Quiero a mis hijos hasta la muerte y espero que las semillas que planté en ellos crezcan y traigan la fuerza, el conocimiento y estabilidad que necesitan”, se lee, como si Diana hubiera vislumbrando desde antes, su trágico final.
La conexión entre ellos era muy fuerte. Tanto así, que a Diana de Gales no le importó quebrar el protocolo real en más de una ocasión para ver felices a sus hijos.
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Una de las más especiales -que los ojos del mundo recuerdan aún con emoción- se llevó a cabo en el año 1989, en el jardín de la Escuela Wetherby en Notting Hill, durante las celebraciones por el Día de la Madre.
La princesa Diana lucía una falda larga blanca, que combinó con una chompa ligera del mismo color con bordes azul navy. La cara lavada, el pelo suelto acomodado hacia atrás por el aire. Lady Di se despojó de sus zapatos, se puso en la línea de salida y se atrevió – en contra del protocolo real – a participar de la competencia de atletismo en la escuela primaria del príncipe Guillermo junto a otras mamás.
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Pero esa no fue la única vez que participó de dicha competencia, pues en el año 1991 repitió el plato durante el Día del Deporte de la misma escuela, pese a no llevar un estilismo tan cómodo como en la primera ocasión.
Aquella vez, Lady Di llevaba una falda larga beige, sujeta con un cinturón grueso a la cintura y combinada con un top básico negro y blazer formal. Repitió la escena del ’89, se quitó los zapatos y empezó a correr. Sus dotes en atletismo no fallaron, pues quedó en segundo lugar y al día siguiente distintos tabloides británicos destacaron su participación.
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Ser madre era su prioridad, y con iniciativas como la anterior, la Princesa Diana demostró que su amor de madre iba más allá que cualquier normativa de la realeza y que todo era posible a la hora de hacer feliz a sus hijos.
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