En televisivo zoom a la tribuna popular de la 'U', Chemo del Solar sube a empujones grada por grada, tratando de evitar que se le caiga el gorro piluso que dice Barra Norte. La tribuna sur también está llena. Julio César Uribe me contó una vez, en su casa de San Isidro, que estaba seguro de ganar ese clásico definitorio: el Diamante era el técnico de Alianza. Desde el sur hacia Lima, la 10E y la Chama te acercaban al viejo Estadio Nacional. Desde el norte, la 73B y la Covida. En esa cancha, justo arriba de ambos bancos, se ubicaba un lugar llamado “La Perrera”, cinco tablones donde nunca se sentaba ningún perro. Luis Guadalupe era delantero, usaba la '9′ y Roberto Martínez capitán. Juan Jayo tenía un look de rulos y Panchi Pizarro era el arquero íntimo. El mejor árbitro del Perú se llamaba Alberto Tejada y esa noche, su voz era justicia. Pero ninguno de ellos era tan populares como Sol Carreño y Federico Salazar, dos periodistas de TV que entraban a nuestras casas todas las mañanas y eran los rostros del noticiero de canal 4 Primera Edición, el más visto de país.
Así era el Perú el 27 de diciembre de 1995. Esa noche se iba a jugar la final por el subcampeonato nacional cuyo ganador clasificaría a la Copa Libertadores. La 'U' versus Alianza. Alianza versus la 'U’. Y quizá nadie representaba mejor a ambos equipos que los hinchas Sol y Federico.
Por eso, cuando los vieron entrar a la pista atlética con sus camisetas, tantos fotógrafos se arremolinaron, como si acabaran de hacer un gol.
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Así formó Alianza Lima. 1 Pizarro, 2 Basombrío, 3 Acosta, 4 Dennis, 5 Salazar, 6 Kanko Rodríguez, 7 Rosales, 8 Jayo, 9 Loverita Ramírez, 10 Tempone, 11 Muchotrigo. Al menos 7 jugadores habían sido titulares en el 6-3 de mayo de ese mismo año en Matute, una goleada que humilló al equipo estudiantil que dirigía Sergio Markarián. Universitario alineó así: 1 Yupanqui, 2 Torrealva, 3 Ubillús, 4 Cheta Domínguez, 5 Espinoza, 6 Ferrari, 7 Rossi, 8 Martínez, 9 Guadalupe -¡9!, 10 Del Solar y 14 Muñoz. Esa noche, después de una avalancha que rompió costillas, perdió zapatos e hizo volar en pedazos el bombo de la popular crema, Roberto Martínez se fue corriendo a despedirse, gritando “Chau, chau”, abrazado de quien entonces era tótem en la 'U', Chemo.
José Guillermo del Solar, el futbolista que había subido a la tribuna norte con jeans, zapatillas y un gorro piluso que, inevitablemente, se le cayó.
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Sin redes sociales ni YouTube, ser popular en el Perú dependía, básicamente, de la TV. Así eran los años 90. Augusto Ferrando en Panamericana, Mariela Balbi y Eduardo Guzmán en ATV, los protagonista de Los de Arriba y los de Abajo en todas las teles. Sol Carreño y Federico Salazar eran los rostros de América TV todos los días. Ponderaban las malas noticias, las explicaban, y hacían más buenas, las buenas. Con las entradas agotadas -45 mil-, los dos canales más importantes dueños de los derechos de transmisión -Panamericana con Micky Rospigliosi y América con Luis Trisano-, y expectativa de final del mundo -o de fin del mundo- fue a los productores del llamado Canal de las Estrellas a quienes se le ocurrió bajar del set de Montero Rosas a Sol y Federico, ponerles la camiseta y llevarlos a la cancha.
Salazar fue con su camiseta con el logo de América en el pecho, marca Calvo, y Carreño con un modelo Umbro con el logo de Cusqueña, que esa noche se agotó en las tiendas y barcitos del Centro de Lima, doy fe.
Quince minutos antes de empezar el partido, Luis Trisano entrevista a Sol Carreño y Federico Salazar. Es el momento estelar de la noche, antes del gol en los descuentos de Roberto Martínez. Una nota que acaba de ser rescatada por la fan page Efemérides Crema y que ya tiene más de 2 mil interacciones en redes.
Debe ser uno de los ambientales más impresionantes que recuerde. Lo que cantaba esa gente en las populares de los 90.
—¡Qué nervios! -dice Sol- Sabemos que vamos a ganarr. El amigo Federico es valiente y se ha atrevido a venir al estadio. Nosotros tenemos el triunfo por delante.
—Yo estoy tranquilo -responde Federico, con una sonrisa que lo ilumina-. Porque eso es lo que hemos hecho todo el año. Es un hábito. Le pedí a Papá Noel que clasifiquemos a la Copa ganando un clásico y ya se dio el primer paso. Hoy día ganamos.
—El ambiente está bonito -reflexiona Sol-. La gente se está portando bien. A pesar de que uno es hincha, este es un deporte, un juego, un acto para estar contentos, no para pelear...
—En realidad para ganar, Sol, eso es lo que vamos a hacer nosotros. ¿Estamos de acuerdo?
—¡Jamás estamos de acuerdo!
—En lo único que estamos de acuerdo -finaliza Salazar, hincha como pocos de Alianza- es que será un partido emocionante, pero obviamente Alianza lo va a ganar.
ASÍ FUE LA BREVE CHARLA DE SOL Y FEDERICO (FOTO Y VIDEO)
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El 24 de junio del 2019 le escribí un mensaje de whatsapp a Sol Carreño, ahora conductora de Cuarto Poder, uno de los dominicales nocturnos más vistos del Perú. Habían pasado 24 años de aquella noche en que celebró como pocas ese triunfo de Universitario sobre Alianza Lima, con gol de Roberto Martínez. Y lo había visto allí, en la tribuna preferencial, cerca al banco del uruguayo Markarián. Le escribía por un motivo: el equipo de “Crema, mi gran amigo” (Estruendomudo 2019), el libro sobre testimonios, crónicas y afectos sobre la 'U' que íbamos a publicar en la FIL del año pasado, no podía estar completo sin esa historia, un recuerdo de esos años irresponsables, sin Twitter ni tanta crispación. Con el cólera pero sin coronavirus. Sol fue muy cortés ante el chat de un desconocido, demasiado amable diría, pese a mi insistencia con plazos de cierre, versiones nuevas, fotos, etc.
Luego, claro, hubo el silencio natural de quienes tienen una agenda recargada de lunes a domingo. Hasta que unas semanas después, con el dead line encima, la periodista Sol Carreño lo escribió. Así empezaba su historia, que aquí transcribo en su versión original.
“Quizá lo mejor que viví como hincha fue la experiencia de “dirigir” un clásico. Creo que fue en el año 95. Nos invitaron a Federico y a mí a pasar el partido allí, donde sucede todo, en la misma cancha, al lado del técnico y de la banca. ¡Pero no nos quedamos en la banca! ¡Yo saltaba, gritaba, y di toda clase de indicaciones que, por supuesto, nadie siguió! Pero andaba convencida de que de algo servía. Al menos de amuleto. ¡Qué sensación tan genial! Y ganamos esa noche!”.
La versión completa está en “Crema, mi gran amigo”, que está a punto de agotar su segunda edición.
Ese, y 44 testimonios más reunidos por el equipo que recogió y editó el proyecto, se convirtieron luego en el tercer libro más vendido de la Feria Internacional del Libro 2019. Sin tanta bulla, silbando bajito nomás. Fue una maravillosa noche de agosto. Éramos jóvenes y felices, pero no lo sabíamos.
Esa es la historia del 27 de diciembre de 1995. Sol Carreño dejó el set de TV y disfrutó un partido a ras de campo, gritó, arengó, quizá como un guiño de la revolución que vendría luego: más participación de las mujeres en el fútbol peruano. En las tribunas con sus barras, en la cancha como futbolistas del primer equipo. Como entrenadoras. Como gerentes deportivos en clubes como Cantolao o César Vallejo. Como jefas de prensa de la selección. Como árbitros, jueces de línea, comentaristas deportivas, locutoras radiales, activas comunicadoras de Twitter.
Es decir, como todos.