Como fanática de los rompecabezas de más de seis mil piezas, Fabiola Muñoz Dodero no le teme a los retos ni a trabajar arduamente para cumplirlos. Conoce bien cuál es el norte que debe seguir para definir, junto con su equipo, reglas claras para el manejo sostenido de los bosques.
¿Cómo te vinculas con el tema?
Ingresé al Estado de casualidad en el 2001. Faltaban tres meses para que terminara el gobierno de transición de Valentín Paniagua y me llaman para reemplazar a una persona que se iba al extranjero a estudiar. No dudé en aceptar aunque finalmente me quedé casi cuatro años. Fui asesora de la secretaría general del Ministerio de Agricultura y luego titular. Revisaba expedientes sobre temas forestales, fauna silvestre y áreas protegidas... El tema de los bosques me apasiona.
¿Cómo nace ese amor? Mi padre ha sido funcionario público durante años en el Ministerio de Agricultura y al jubilarse siguió trabajando en varias regiones. Pasábamos las vacaciones donde él estuviera, por eso tengo experiencias maravillosas desde chica. Iquitos es la primera ciudad amazónica que he conocido y donde disfruté de un verdadero aguacero. También lo visitamos en Talara, conocimos los bosques secos, los manglares. Y como mi madre es de San Juan de Obrajillo, los fines de semana los pasaba allí, mirando la naturaleza. En una oportunidad me fui a la laguna de Chuchún a las 9 de la mañana; a las 7 de la tarde estaba en Lima y a las 8 de la noche tomaba un vuelo a Pucallpa. Eso solo lo puedes hacer en el Perú.
Te gustan las orquídeas.
Me encantan. En mi oficina tengo 10 plantas en maceta. Les hablo mucho. Hace 10 años comencé a coleccionarlas y he llegado a tener 30 en casa. Es una flor perfecta como maravilloso es el colibrí cola de espátula. Él seduce a su pareja revoloteando, bailando. Es un animal perfecto. Me encanta mirar aves y un lugar donde puedes ver hasta 12 especies de colibríes es el Centro de Interpretación Biológica Eco An, en el Abra Patricia.
¿Qué sitio te impresiona?
Las cataratas de Gocta. Pero no solo es la caída de agua sino el entorno. He ido tres veces, con mi madre y amigas; mi hermano y yo siempre andamos buscando sitios bonitos, interesantes para visitar. Otro lugar es Refugio de Santiago en Lunahuaná y, por supuesto, Obrajillo. Es un lugar que me trae recuerdos de mi infancia. Tiene una cascada pequeña que puedes rodear hasta la caída del agua, detrás de la cual se forma una especie de cueva donde puedes sentarte y mirar a través del agua. He regresado cuando he estado triste, contenta, es un lugar personal.
Dices que aprendiste valores, solidaridad y trabajo en los scout. Hoy eres jefa de otra patrulla...
Tenemos una nueva institución que estamos tratando de construir con estándares de calidad de clase mundial y nuestro enfoque es promover la legalidad, porque la mejor estrategia para luchar contra la tala ilegal es promover la tala formal. No puede ser que un expediente demore 10 años en aprobarse.
¿Cómo le explicarías a un niño tu trabajo?
Le diría que todo lo que tiene para vivir de una u otra manera viene del bosque, como el agua; que la algarrobina que lleva el jugo especial que tanto le gusta proviene de un bosque seco; que los helados de aguaje se hacen del fruto de una palmera; o que el papagayo es un ave del bosque amazónico.
Cuidar del bosque, de la naturaleza, exige ir en contra de hábitos y placeres, ¿cómo es en tu caso?
Me encanta freír cosas, como una buena tortilla española; pero se consume mucho aceite. Para no arrojar los desechos al lavadero, contaminando el agua, me he propuesto reunir el aceite usado en botellas. A veces me olvido pero es algo que estoy tratando de hacer para contribuir con el cuidado del medio ambiente. La otra cosa que me gusta es bañarme con agua caliente pero me siento muy culpable por tener que dejar pasar el agua fría, por eso abro apenas el caño para evitar la pérdida innecesaria del agua. Todavía no puedo completamente con el reciclaje de las botellas; a veces las boto y espero que el reciclador que viene al edificio las separe.
¿Qué deberías dejar de hacer y no puedes?
A veces imprimo textos de más porque estoy acostumbrada a usar el resaltador para marcar el texto que me interesa; todavía estoy en la transición... me cuesta, no soy una nativa virtual pero es necesario cambiar de ‘chip’.
¿Alguna manía diaria?
Trabajar hasta muy tarde. He aprendido que el Estado es un lugar por donde uno puede pasar muy fugazmente. Lograr cambios de verdad en política pública a veces tarda mucho tiempo y un funcionario público tiene corta vida. Por eso mi equipo y yo tratamos de avanzar todo lo que podamos.
¿Qué quieres lograr aquí?
Tener gente con vocación de servicio, honestidad y compromiso es el gran reto. Si lo logramos, no importa que me vaya o haya cambios porque quienes se queden continuarán con lo que debe hacerse. Por eso concursamos los cargos de confianza. Queremos a las personas más calificadas.
¿Has vivido peligro por tu trabajo?
Diría que sí. La pregunta es interesante porque hay muchos cambios que estamos tratando de hacer, y también muchos intereses que quizá se afectan. Hay resistencia interna al cambio, temor de algunos sectores madereros informales e ilegales que no quieren que haya orden ni principio de autoridad. He recibido documentos pidiendo al Ejecutivo que me retiren del cargo. Esa es una de las razones por la que mucha gente valiosa no trabaja para el Estado.
¿No temes?
Yo no. De hecho, creo que todos deberíamos hacer nuestro servicio civil trabajando para el Estado y contribuir con nuestros conocimientos a la generación de una política pública correcta, honesta, adecuada, que promueva un sector forestal competitivo. Lo bueno es que estoy encontrando más gente que busca lo mismo.
¿Algún consejo que recuerdes?
Un funcionario del servicio forestal de EEUU que fue mi jefe me dijo que las mejores decisiones sobre el bosque son las que se toman cerca del bosque pero, para tomarlas, uno tiene que estar informado, capacitado; y la tarea que tengo hoy es lograr que esas personas en las regiones tengan las condiciones para tomar decisiones de manera correcta. Otro amigo, me dijo que piense como una montaña, porque las montañas tienen millones de años, han visto todos los cambios, pasar generaciones y están allí. Uno tiene que mirar construyendo escenarios de largo plazo, pensando como una montaña. Las decisiones que tomamos hoy tienen impacto en el largo plazo.