Gladys Gómez Huayta es de la ciudad de Juli, provincia puneña de Chucuito. Ella es estudiante de Ingeniería agrícola en la Universidad Nacional del Altiplano en Puno. Su familia nunca pudo seguir una carrera universitaria, solo tuvieron estudios primarios. Gladys y sus dos hermanos decidieron romper la cadena familiar para así cambiar su destino. A sus cortos 20 años tiene una meta ambiciosa: preservar y cuidar el agua del Titicaca. Aunque aún está en avances prematuros, a largo plazo será uno de los proyectos que ayudará a las personas que trabajan en la agricultura y el ganado.
Gladys siempre fue una niña curiosa y observadora. Sus ganas de seguir adelante y no conformarse fueron su motor para demostrar que sí podía. Ella no nació en cuna de oro, pero sus papás hacían varios trabajos para que sus tres hijos no pasen necesidades. Su papá trabaja en la chacra y como albañil, y su mamá es ama de casa. Ella nunca fue ajena, ya que tuvo que trabajar en diversos labores como lavar ropa en casas y cocinar debido a una enfermedad que aquejó a su papá, Hipólito. Además, conoce el trabajo de la chacra, pues desde los 9 años acompañaba a su papá. Sabe que ahí se trabaja desde las 7 a.m. hasta las 6 p.m. y que los dolores de espalda son un malestar común a la hora de labrar la tierra.
“A los 17 años empecé a estudiar. Vi que el agua es un recurso vital, por ejemplo, mi carrera se especializa en lo que es la hidrología. Quería estudiar eso desde un principio, ya que los recursos hídricos son muy importantes para el ser humano, la vegetación y la agricultura. En Puno viven de eso y sufren de la escasez del agua, es por eso que quiero ayudar a mi población estudiando esa carrera”, cuenta Gladys.
Pese a que sus padres no tenían el dinero, nunca se alejo de los estudios: ocupó los primeros puestos en el colegio y en el 2017 ganó el concurso de estudios superiores en las mejores universidades e institutos tecnológicos del país, el cual organiza el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación. Gladys está en la beca 18. Ellos se encargan de cubrir los gastos de matrícula, pensiones de estudio, movilidad local, alimentación, alojamiento, así como asistencia para la adquisición de una laptop y otros requerimientos indispensables para el aprendizaje.
Su mamá Rosa Huayta dice “bien chancona era, siempre se preocupaba en sus estudios y a mi también me ayudaba en los quehaceres. Cuando ella ingresó a la universidad estaba bien contenta. Todos me felicitaron”. Asimismo, Hipolito Gómez cuenta “ingresó en primero lugar y me puse a llorar”.
Ana Nuñez, especialista de Becas del Pronabec, recalca que la beca, “también cubre los estudios del idioma inglés, que como sabemos, es un requisito para la titulación”. Gracias al esfuerzo que hizo Gladys, accede a esta beca que le ayuda con sus estudios. Cuando era niña aspiraba a ser profesional. Me veía como profesora, enfermera o policía: “pensé que solo había esas carreras, pero poco a poco me hablaron de otras y fue que me animé en ingeniería agrícola”, menciona.
Respecto al proyecto, piensa terminarlo en dos años: “lo que quiero hacer es utilizar el agua del lago Titicaca para agua potable y riego para la agricultura. Como bien sabemos esa agua está contaminada y quiero hacer un proceso de purificación y utilizarlo para ambas cosas. Ahora, estoy en la mitad de mi carrera, recién a partir del sexto ciclo comienzo los cursos de carrera y quiero aprovechar la oportunidad para buscar a un asesor. Yo ya lo tenía pensado desde antes de entrar a la universidad. Así que sí se logrará”.
Aunque Gladys está de vacaciones se preocupa de lo que pasa con el lago Titicaca. Su mayor deseo es que no se siga contaminando. “Cuando voy por las orillas veo mucha basura. Los animales acuáticos ya se están extinguiendo, como el pez ‘carachi’. Este es importante para el ser humano, ya que tiene hierro, potasio y favorece a los niños para acabar con la anemia”. Apenas termine el proyecto piensa pedir ayuda al Municipio de Juli o a la región de Puno.
Según cifras del Pronabec sobre los talentos becados por el Estado en Puno es que el 55.15% de becarios que actualmente está estudiando son mujeres. Gladys es una de esas mujeres que gracias a sus estudios aprovechará la riqueza del lago y la preservará para las próximas generaciones. Lo que ella recomienda a los jóvenes es que “logren sus propósitos, sus metas y que no se quede en simplemente sueños. Mis padres decían que querían ser maestros y no lo hicieron, solo quedo en un sueño. Así que siempre realicen lo que sueñan", finaliza.
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