Las películas biográficas o biopics tienen el poder de atrapar al público y dejar que le echen un vistazo al mundo de aquellas personas que marcaron un hito en algún punto de la historia. Lo vimos en producciones como “Spencer”, “House of Gucci” y “En los ojos de Tammy Faye”. Pero, exactamente ¿por qué una biopic engancha tanto? Pues por el personaje. Y mientras más controversial y emocional su historia, mejor. Este es el caso de “Linda Lovelace: Garganta Profunda”, donde una joven Amanda Seyfried encarna a la exestrella del porno, que luchó por deshacerse de esa etiqueta y dedicó su vida a exponer los trapos sucios detrás de esta industria, convirtiéndose en un ícono feminista: Linda Lovelace. Hoy, te contamos su historia.
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Allá por el 2013, una joven Amanda Seyfried que solo había interpretado personajes ficticios como Karen en “Chicas Pesadas”, Sophie en “Mamma Mia!” o en “Cartas a Julieta”, tuvo que enfrentarse a uno de los mayores retos en su vida actoral: la icónica Linda Lovelace en el documental biográfico “Lovelace: Garganta Profunda” (que a propósito puedes ver en Amazon Prime Video).
¿Quién era Linda Lovelace?
Remontémonos a los años ‘70, la Edad de Oro del porno. La industria del cine para adultos estaba en su máxima expresión y una joven Linda Lovelace se lanzó como actriz, quedando inmortalizada como una estrella del porno. La producción que le valió esa etiqueta (que luego destrozaría su vida) fue la película pornográfica más taquillera de todos los tiempos: “Garganta Profunda”.
Antes de convertirse en Linda Lovelace, la estrella porno, fue Linda Susan Boreman. Linda nació en el Bronx de Nueva York el 10 de enero de 1949 y se crio en el seno de una familia estricta y religiosa. Al cumplir la mayoría de edad escapó de casa, pero un fatídico accidente de auto truncó el último atisbo de libertad que tendría hasta dentro de varios años. Volvió a casa y al mudarse a Florida con sus padres conoció al hombre que haría de su vida un infierno, Charles Traynor o “Chuck”, quien se convirtió en su marido, mánager y proxeneta durante los 3 años que marcarían a Linda de por vida.
A pesar de que Chuck era un hombre violento y manipulador, Linda quedó deslumbrada, pues vio en él una luz de esperanza para su ansiada libertad. Irónicamente, el control que llegó a ejercer sobre ella era inhumano. La obligó a prostituirse y a participar en algunas producciones pornográficas cortas y de bajo presupuesto. Al adentrarse en ese mundo, Linda conoció a Gerard Damiano, un peluquero con aspiraciones a director de cine porno que tras conseguir un préstamo del mafioso Louis Peraino (quien luego se las daría de productor), realizó la mítica película con Linda como protagonista.
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El calvario de la famosa “garganta profunda”
“Garganta profunda” tenía un guion simple, pero caló tanto en el público de aquella época que logró recaudar millones de dólares y marcó el hito revolucionario del despertar sexual explícito en la industria del cine. La película seguía la historia de Linda, una mujer que no podía llegar al orgasmo hasta que descubre que su clítoris está -convenientemente- ubicado al fondo de la garganta. La prostitución hizo que aquellos hombres a su alrededor descubrieran que Lovelace tenía un “talento” para las felaciones, por lo que se convirtió en la reina del porno de la época.
Sin embargo, ser actriz porno nunca fue el sueño de Linda. Ni se le acercaba. Quizás, cuando era Linda Boreman, recuerda que tuvo el fugaz deseo de algún día tener una pequeña boutique. Vivir 3 años bajo el control de Chuck hizo que todo lo que conociera y supiera hacer era tener sexo. Y aunque todo el mundo le preguntara por qué le tomó tanto tiempo dejar a ese hombre, Linda cuenta en su libro autobiográfico “Ordeal” que podría compararse al caso de Patty Hearst, una joven millonaria que fue secuestrada, sometida a abusos físicos y sexuales, pero que terminó enamorándose de su captor.
El documental en Amazon Prime ilustra claramente algunos de estos episodios en la vida de Linda: cuando es violada por Chuck o cuando la obligaba a prostituirse mientras le apuntaba con un arma. Esto último fue confirmado por Linda Lovelace en su libro, donde narra a detalle todas las degradaciones a las que se sometió bajo el control de Chuck.
Así fue el verdadero calvario de Linda Lovelace tras bambalinas: a punta de pistolas, golpes y violaciones. Sin embargo, y a pesar de todo el abuso que sufrió, logró alzar su voz y liberarse de aquel perverso hombre. Gracias a su rápida fama, en 1973 se divorció de Chuck y lo denunció públicamente por prostitución y pornografía. “Una persona débil se desmoronará y se dejará matar. Yo era muy fuerte para eso. Encontré fuerzas para sobrevivir. Un día a la vez”, afirma Linda en “Ordeal”.
La transición hacia una nueva vida: el adiós a Lovelace
Dejar atrás la dura vida del porno fue muy difícil para ella, pues la transición hacia una nueva identidad necesitaba tiempo. Luego del éxito de la película, participó en dos producciones más (“Garganta Profunda II” en 1974 como la enfermera Lovelace y “Linda Lovelace para presidente” en 1945) que resultaron en un rotundo fracaso.
En 1974, Linda contrajo matrimonio con Larry Marchiano, convirtiéndose en una madre de dos hijos con una fuerte devoción religiosa. Y aunque en ese mismo año escribió (o al menos prestó su nombre) para un par de libros que hablaban de su vida post Garganta Profunda; no fue hasta 1980 que publica su famoso libro autobiográfico “Ordeal”, donde revela el horrible calvario que sufrió bajo el yugo de la industria pornográfica.
Luego de esta experiencia, Linda se volvió una feminista y activista antiporno. Se unió al movimiento Mujeres contra la Pornografía y en 1984 llegó a declarar ante la comisión Meese del senado de Estados Unidos durante el gobierno de Ronald Reagan cuando investigaba sobre los efectos de la pornografía en mujeres y niños. “Cuando ven la película Garganta profunda, están viéndome siendo violada. Es un crimen que la película continúe exhibiéndose”, reveló ante la comisión.
Como activista, Linda se rodeó de otras mujeres feministas. Una de ella fue Gloria Steinem, quien además de escoltarla -e incluso hablar por ella- ante la esfera pública, escribió el prólogo de la siguiente autobiografía de Linda, “Out of Bondage” en 1986. Sin embargo, una de las cosas que ella criticó abiertamente (ya sea en libros propios o ajenos) es cómo se tergiversó su imagen por la película, al convertirse en un ícono de “liberación sexual” y no aceptar lo que claramente fue: una esclava sexual. Además, acusó a ciertas feministas radicales de utilizarla para publicar libros y artículos y lucrar grandes sumas de dinero.
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Las huellas de la “garganta profunda”
Poco a poco, Linda recuperó su propia voz, pero la buena salud no estuvo de su lado. Se sometió a un trasplante de hígado y una doble mastectomía al descubrir que tenía cáncer de mama, muy probablemente por las peligrosas inyecciones de silicona que su antiguo esposo, Chuck Traynor, la convenció de aplicarse durante su paso por la industria porno.
Tras los costosos gastos de las operaciones, Linda se vio obligada a asistir a convenciones y firmas bajo el infame apellido de Lovelace para mantenerse a ella y a sus hijos, pues, increíblemente, de los más de 600 millones de dólares que recaudó la película, Linda solo obtuvo 1250 dólares que terminaron en manos de Chuck.
En abril del 2002 y con 53 años, Linda (Boreman nuevamente) falleció en un accidente automovilístico en Colorado, donde pasó sus últimas horas acompañada de sus hijos y su exesposo Larry Marchiano.
Al final de su biopic en Amazon Prime, se muestra a la verdadera Linda: aquella mujer que recaudó millones a nivel mundial y que tuvo que (sobre)vivir a la sombra de los estigmas y los inescrupulosos que lucraron con ella hasta que se convirtió en un ícono feminista que dedicó más de 20 años de su vida a hablar en contra de la pornografía y la violencia doméstica.
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