Tú y tu madre: De amiga a enemiga
Tú y tu madre: De amiga a enemiga
Redacción EC

Maritza Noriega 

Tal vez siempre quisiste parecerte a tu mamá. O tal vez te muerdes la lengua cada vez que estás por soltar una de esas frases que tanto odiabas escucharle. La adoras, pero. Y ella moriría por ti, pero.  De niñas las mamás peinan a sus hijas como quieren, les compran ropa sin consultarles y organizan sus salidas. Pero un día las hijas crecen y pelean por tomar sus propias decisiones. Y es ahí tal vez cuando empiezan los problemas entre madres e hijas.

Para las , es difícil entregarles esa autonomía, ver que ya no controlan la situación y  pierden autoridad, reconocer que sus hijas crecen y resignarse a comprobar que sus consejos ya no sean aceptados como antes. Con los ocurre algo similar, es cierto, pero con las hijas esto se acentúa por distintas razones. La dramaturga y directora de teatro Mariana de Althaus ensaya algunas.

Por una parte, las mujeres solemos ser más complejas y complicadas que los hombres. Dos  mujeres juntas -no solo si son madre e hija suelen tener más probabilidades de conflicto. Y esta probabilidad aumenta cuando viven juntas, comparten ADN y una está en posición de autoridad sobre la otra. Las madres se proyectan más en sus hijas que en sus hijos. «El tema del espejo se acentúa y hay más probabilidades de que entremos en el rollo de querer que nuestras hijas resuelvan los problemas que nosotras no pudimos solucionar o que logren lo que nosotras no pudimos o que venzan los miedos que no pudimos superar», agrega De Althaus, quien tiene también una hija y enfatiza que la maternidad o la independencia de la hija suele acercar a ambas mujeres. Entonces se comprenden mejor.

Muchos de los desencuentros madre-hija se deben a que la madre ve en la hija su propio ideal y desea reparar, a través de ella, sus conflictos, asegura la psicoanalista Gemma Cánovas en «El oficio de ser madre» (ed Paidos Ibérica). Pero dice también que las dificultades del día a día e incluso las crisis son menos agudas, cuando el vínculo afectivo se siembra con significaciones positivas. Solemos dar por sentado que madres e hijas se quieren incondicionalmente y a veces descuidamos la relación. Por eso es importante procurar momentos relajados en los que puedas dialogar con tu hija abiertamente. Tu relación con ella no se puede limitar a la rutina diaria. Trata de salir con ella al cine o comer unos helados, solo ella y tú. Así generarás un espacio de confianza y seguridad.

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