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Mercedes Cardoso: "Vence tus miedos" - 2
María Inés Ching

Por María Inés Ching

Fotos Javier García-Rosell 

Producción Úrsula Acuña

nació hace 42 años en Punta del Este, Uruguay. Es la tercera de ocho hermanos. Dice que de niña disfrutaba mucho de la playa y el campo, de montar a caballo y del olor a tierra mojada. Que le gustaba mirar un atardecer tanto como apreciar una tormenta, la luna o las estrellas.

Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Montevideo y trabajó en la TV uruguaya.  

De chica fue enamoradiza: reemplazó las amigas por enamorados porque cree mucho en el amor. A los 27 años se casó en Punta del Este; y dejó su trabajo y amigos para mudarse a Lima. Cuando llegó, Mercedes asumió la conducción de “Te quiero verde“, un programa de medio ambiente en el canal 11, en donde se topó con la otra cara de la ciudad: aprendió sobre el ciclo de los desechos sólidos y del calentamiento global. 

Luego Plus TV se convirtió en su segundo hogar durante los últimos 12 años: ha conducido “Oh! Diosas”, “Siete Vidas”, “Cuídate Mucho” y “Pequeños grandes curiosos”. Este año hizo el programa especial “Ojos que no ven” sobre temas espirituales y actualmente es una de las conductoras del renovado “Oh! Diosas”.

En su ratos libres juega tenis, baila zumba y esquía en la nieve. También gusta de la repostería porque se confiesa muy dulcera: hornea queques, brownies y alfajores.

Mercedes mide 1.65 m y tiene una cicatriz casi imperceptible en la parte baja del cuello. Es una herida de guerra que obtuvo el año pasado, cuando le tocó librar una batalla contra el cáncer de tiroides y resultó vencedora. Su voz no se alteró, pero sí su temple y coraje para encarar la vida. 

Hoy ríe y cuando lo hace irradia luz. es chispeante, fresca, divertida.

Conversamos en su casa, mientras su segundo hijo, Lucas, jugaba descalzo en un sillón.

¿En qué crees?
Soy católica, pero no soy practicante, me crie bajo la religión católica. Yo soy uruguaya y allá el Estado es laico: no celebramos como acá las fiestas religiosas, no hay tanta devoción, no hay una fe tan extendida. Yo creo mucho en una energía universal, llámale Dios o Alá o lo que sea... Sí creo que existió Jesús, María y José. Y creo en los ángeles.

¿Tienes un ángel guardián?
Cada vez que quiero estacionar le pido “angelito por favor” [suplica] y me consigue una ubicación [reímos].

¿A tus hijos cómo les transmites lo espiritual?
También están siendo educados bajo la religión católica, pero no me gusta imponer mucho en ese sentido. Me gusta que sean personas que cultiven su espíritu, que sean agradecidos, que quieran ayudar a los demás, que sean buenas personas que piensen en el otro, en el prójimo. 

¿Cómo celebraste la Navidad?
La Navidad por lo general la celebro en Uruguay. Este año no, la pasé arriba en el avión. Volamos a las 11 p.m., así que fue una Navidad diferente. Tengo una familia muy grande, somos ocho hermanos y están presentes con sus hijos, sus parejas, entonces somos tíos, primos, como 30 personas. Hay 10 nietos...

¿Cuál es la tradición en casa?
Generalmente no esperamos hasta las 12 porque hay niños pequeños y la tradición es que alguien de la familia haga de Santa. Hay un disfraz que creo que tiene 50 años; lo usaba mi abuela y fue pasando de generación en generación y siempre hay una víctima que tiene que ser Papá Noel. Nos turnamos y siempre nos peleamos: “yo no, yo no”... porque claro, el traje da bastante calor. Viene Santa con su campana en la mano, haciéndola sonar, cargadísimo de regalos y hace la repartición, todo el show: de que tiene sed, de que quiere comer algo. Eso es bien lindo.

... ¿Y cuando te toca a ti?
Últimamente a mí no me ha tocado porque tengo que estar con mis hijos, o sea debe ser alguien que no tiene hijos, pero siempre hay quien dice “esa es la tía...” Generalmente es uno de los que ya está grande que se da cuenta y aviva a los demás [ríe]. Pero es lindo. Es una época del año en la que nos juntamos toda la familia. 

Y tú tienes tres hijos.
Sí: Tiago que tiene 11, Lucas, 10 y Olivia, 4.

Lucas padeció de epilepsia. ¿Cómo te diste cuenta de esto?
Fue un día que yo le estaba dando de lactar, él tenía un mes y medio de nacido y de golpe se quedó sin respirar. Se fue poniendo rojo, morado... yo traté de reanimarlo. Estaba con mi mamá y pensamos que se había atragantado con la leche. Me desesperé un poco, en esos casos cada segundo cuenta. Tuvo varios episodios de estos y después de muchos estudios, se confirmó que eran convulsiones por epilepsia; pero gracias a Dios tuvo un tratamiento y nunca más. 

La detección a tiempo hizo que esto fuera reversible.
Sí, estuvimos como cuatro meses en el tema, tratando de ver qué era, porque todos sus exámenes eran normales, no salía nada. Y finalmente se descubrió que era epilepsia con un examen específico. Tomó una medicación por dos años y desde entonces nunca más tuvo nada. 
Y ahí está [lo señala]: jugando ‘play’. Es un caso.

¿Tuviste que elegir entre el trabajo y la maternidad?
Dejé todo. En ese sentido tengo que agradecer muchísimo a la gente del canal [Plus TV] porque me apoyaron 100%, me dijeron tómate el tiempo que necesites y me tardé casi un año para volver a trabajar y de hecho no volví a hacer lo mismo. Yo hacía “Oh! Diosas” y de hecho fue tan fuerte esta experiencia que el canal me propuso hacer un programa médico: “Siete Vidas”. Me metí de lleno, porque dije si puedo ayudar en algo, poner un granito de arena desde mi trabajo y que la gente sea un poco más consciente de lo importante que es la salud, lo voy a hacer. 

Tú misma tuviste que enfrentar un cáncer en el 2014...
Fui a mi chequeo de rutina a hacerme el Papanicolaou y mi ginecólogo descubrió que tenía un nódulo en la tiroides que ya había visto hace un año y me dijo: «este nódulo se duplicó de tamaño, no me gusta, mejor vas al oncólogo para que te lo vea». Ya cuando te dicen «oncólogo» se te paran los pelos de punta. Fui y me dijo que necesitaba una biopsia y una ecografía. En la biopsia salió que había un 30% de posibilidad de que este nódulo era maligno y me mandaron a ver a oncólogos de cuello y cabeza para ver si me sacaban la tiroides. Entre las recomendaciones unos me decían que había que sacármela; otros, solo la mitad... En la ecografía descubrieron que tenía dos nódulos más, me hicieron otra biopsia... y así me pasé todo el 2014, en ver qué cosa era. Y yo me resistía a que me saquen la tiroides sin tener la confirmación de que el nódulo fuera maligno. 

¿Qué hiciste?
En este camino, además de la parte médica, comencé terapias alternativas: de imanes, energéticas; y con una terapeuta holística acá que me ayudó mucho a entender por qué me ocurría esto. Yo sí creo que las enfermedades tienen mucho de psicosomático. Me ayudó a entender la relación de problemas de la tiroides, con qué temas emocionales se relacionaban y era todo lo relacionado con no hablar, con aguantarse las cosas, con no botar lo que literalmente se te queda acá [señala su cuello], que están atragantándose. Y era cierto. Entonces hice un cambio en ese sentido bien fuerte. A todo esto, seguí a la par los estudios médicos y finalmente viajé a Santiago de Chile porque ahí hay un centro de tiroides reconocido a nivel mundial. Allí me hacieron los estudios de vuelta y me dijeron: «esto es cáncer». No había dudas.

¿Qué decidiste? 
Tenía 41 años. Dije: «Ok, sácamela». Si hay un cáncer no hay nada qué hacer. Me operé en noviembre del año pasado y salió todo perfecto. Me sacaron la tiroides. Tomo hormona tiroidea todos los días e hice este cambio en verdad: ya no me callo. Creo que muchas mujeres sufrimos muchísimo de enfermedades tiroideas. No sé si tiene que ver realmente con guardarse las cosas, pero yo personalmente tuve que tomar decisiones difíciles en el camino y superar muchos miedos, y hoy me siento mucho más segura y fuerte a raíz de esta experiencia.

Y fuiste a Chile para curarte.
Sí porque era una etapa en que los chicos iban al colegio, su papá se quedó con ellos cuidándolos. Mi mamá, mi papá, una de mis hermanas estuvieron conmigo en Chile y me acompañaron. Para enfermedades como esta el apoyo familiar es fundamental... Doy gracias a Dios que estuvieran ahí para ayudarme.

¿Y tu esposo?
Él me apoyó muchísimo durante ese tiempo, cuando viajé para operarme estuvo a cargo de los chicos durante dos semanas y eso, sin su apoyo, de verdad las cosas hubiesen sido mucho más difíciles. Tengo mucho agradecimiento por esa parte y él siempre fue supercomprensivo por lo que estaba pasando, siempre me acompañó durante esa etapa.

¿Cuánto tiempo de recuperación?
Nada. Al día siguiente yo ya estaba almorzando en un restaurante. El cuello me dolía un poquito por unos días, tuve un dolor acá [se señala la garganta] porque te entuban durante todo lo que dura la operación. 

¿Qué recomendarías a nuestras lectoras?
Se dice que el 50% de las mujeres adultas tenemos nódulos, claro que el 90% son benignos, pero igual creo que no está demás cada cierto tiempo hacerse una ecografía de tiroides o cuando uno va al ginecólogo pedir que te la palpen simplemente. Yo lo descubrí a tiempo, sino, no sé qué hubiese pasado. 

¿Cómo te cuidas físicamente?

Juego tenis, me encanta, me divierte, me desestresa. Generalmente tres veces a la semana. De las comidas, en verdad, tengo la suerte de que no engordo, tengo una genética privilegiada en ese sentido. Como de todo, no como muchas carnes rojas, salvo cuando me voy a Uruguay, ahí me provoca: es parrillada. Trato de comprar ciertas verduras orgánicas, pollo orgánico en la Universidad Agraria y en verdad no es tan distinto el precio. Como de todo: papas fritas, soy recontradulcera. Solo el año pasado que estuve con este tema del cáncer me cuidé mucho más...

¿Y la piel?
La humecto bastante, la limpio todos los días. Tengo esta maquinita que se llama «Foreo Luna», que la uso todos los días. Es para limpiar, uso mi jabón neutro y aprovecho la ducha para hacerlo. No tomo sol, al menos en la cara y en los brazos. Juego tenis al aire libre y siempre lo hago con bloqueador y uso visera. Para este verano ya me he comprado una túnica blanca con la que parezco monje budista [bromea]. Tengo un montón de manchas de la infancia porque en el Uruguay mis veranos los pasaba al sol desde diciembre hasta marzo era todo el día al sol, entonces tengo un montón de manchas en los brazos, en las piernas sobre todo.

¿Vas a la playa?
Sí, me encanta. Pero paso bastante bajo la sombrilla [reímos]. No me tiro a tomar el sol, no me gusta. En la playa me encanta meterme al mar, nadar. Voy siempre en familia, con el mate...

¿Ahora qué proyectos tienes?
Este 2016 seguimos con «Oh! Diosas» se vienen un montón de cambios van a sorprender. 

¿Crees en la complicidad femenina?
Sí, totalmente. Para mí, mis amigas son un pilar, un apoyo enorme en mi vida, para todo. Desde las cosas prácticas, somos cómplices, una oreja para escuchar, dar un consejo, un abrazo. [...] Es una bendición tener amigas y tengo grandes amigas peruanas que quiero muchísimo. Con los años me he vuelto una admiradora de la mujer en general, de la mujer peruana sobre todo: tiene una fortaleza enorme, en muchos hogares es madre y padre, es la que mantiene el hogar, la que educa a los hijos, la que pone los límites, la que lleva los pantalones. Las mujeres policías, por ejemplo, no he visto un país en el que haya tantas mujeres policías como en este, o quizá no están tanto en la calle, pero aquí las ves manejando el tránsito y enfrentándose muchas veces a agresiones todos los días y ahí las ves: madres, mujeres bomberas [...] No me tildo de feminista, pero sí de admiradora del género femenino.

¿Un consejo?
Desde mi experiencia con el tema del cáncer de tiroides: hablar, no quedarse calladas. Si tienen algo que decir, no se lo guarden porque esto trae consecuencias. Hay que vencer los miedos porque pasar esa barrera te da una sensación de tranquilidad, de paz y de verdad. Te conviertes en una mujer más fuerte.

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Agradecimientos: 
Accesorios:  
Ropa:
Calzado:
Maquillaje y peinado: Carmen Ludeña y Mónica Zaferson para

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