Sin miedo a los finales infelices
Sin miedo a los finales infelices
Redacción EC

Mariana de Althaus

Últimamente percibo en las obras de teatro y libros para niños una extraña tendencia a la autoayuda: la mayoría hacen obvia su necesidad de dar un mensaje aleccionador a los niños. De las más recientes obras infantiles que he visto, por ejemplo, cuatro pretendían enseñarles a los pequeños espectadores que el miedo es mental y que deben aprender a controlarlo. Curiosamente, a mi hija ninguna de esas obras le ha quitado ningún miedo. Es más, de todas salió confundida, sin haber entendido mucho, y en alguna quedó con más miedo que el que tenía antes de entrar.

Parece que los autores de estas historias no saben que los niños no tienen pensamiento simbólico hasta los 12 años. Antes de esa edad, interpretan las cosas de manera concreta y literal: si el monstruo que está en el escenario sale de debajo de la cama de la niña, mi hija de siete años no va a entender que se trata de un miedo irracional que aparece de las profundidades de su inconsciente. No, ella entenderá que debajo de su cama puede vivir un monstruo. Que los personajes aseguren que puede dominarse al monstruo dándole galletas no ayuda en nada. Ella puede entender racionalmente que el monstruo no existe, claro, pero el miedo persiste con la misma intensidad. Quizá por eso estas obras de teatro no tienen ningún efecto real sobre el control de emociones de su público.

En el teatro para adultos hace tiempo hemos aprendido que lo peor que puede pasarle a una obra es intentar transmitir algún tipo de moraleja. Pretender que la misión del teatro o la literatura infantil sea enseñar algo a los niños es limitar enormemente sus posibilidades. ¿Acaso los padres estamos exigiendo ese tipo de texto? Tantas obras y libros que se esfuerzan por eliminar los miedos de los niños llevan a preguntar: ¿Es que no sabemos cómo lidiar con los temores de nuestros hijos? ¿Somos una generación de padres aterrados con la idea de que nuestros hijos tengan miedo. Tengo una amiga que botó a la basura todos los libros de sus hijos que no tuvieran un final feliz. ¿Acaso no es normal que los niños sientan miedo?

Bruno Bettleheim analizó en su libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” cómo los cuentos tradicionales ayudan a que madure la mentalidad infantil sin tener que impartir lecciones. “Alicia en el país de las maravillas”, “El gato con botas”, “Hansel y Gretel” son historias que huyen de las explicaciones simples, que no buscan aleccionar, que acogen el delirio, la oscuridad y lo incomprensible. Su poder para atrapar la atención del niño y despertar su imaginación es enorme. Estas narraciones permiten a los niños experimentar e identificar sentimientos de justicia, miedo, coraje u odio y convierten el aprendizaje en un descubrimiento liberador.

El otro día llevé a mi hija a ver una hermosa obra de teatro. Cuando terminó, me dijo que no le había gustado, pues no había entendido casi nada. La bellísima simbología que había construido el dramaturgo no sirvió para nada más que confundirla. Los esfuerzos aleccionadores del guion solo consiguieron aburrirla. Entonces ella recordó otro espectáculo que había visto hace poco, un ballet inspirado en el famoso cuento de Lewis Carroll. «Nada que ver con Alicia, mamá. Esa obra sí es lo máximo». Cuando le pregunté por qué creía que le había gustado más aquella obra, no supo responderme. «Es que la historia de Alicia es increíble», le dije. Ella pensó un rato en silencio, y luego me respondió: «La historia de Alicia tampoco la entiendo muy bien, mamá. No sé cómo explicarte por qué, pero Alicia sí me encanta».

No hay que temer a los finales tristes ni a los temas espinosos. Permitamos que los niños pregunten e indaguen sobre esos sentimientos que ya están dentro de ellos. Si los padres seguimos buscando en los libros y el teatro manuales de autoayuda infantil, privaremos a nuestros hijos del verdadero poder de la buena ficción. Formaremos lectores y espectadores teatrales que, cuando crezcan, buscarán lecciones en los libros y en el escenario. O peor aún: que terminarán huyendo de esa moralina. Y entonces el teatro y la literatura habrán muerto. 

ALGO MÁS...

¿Quieres ayudar a que más niños vayan al teatro y no sabes cómo? Puedes colaborar con la sexta temporada del proyecto de responsabilidad social «Al teatro por primera vez», que hará sonreír a niños de albergues, orfanatos y otras instituciones que los acogen. Gracias a ti descubrirán las artes escénicas, sentirán nuevas emociones y enriquecerán sus vidas. Si contribuyes con S/. 500 soles estarás invitando a 42 niños, tendrás tres entradas para ti y un libro de la obra «María Julia y el árbol gallinero» autografiado por el elenco que se presentará en el teatro Británico de Miraflores, del 11 de octubre al 7 de diciembre.

Los menores invitados pertenecen al Hogar de Niños Rayo de Luz [Pachacámac], la Casa de Niños Aurora [Lurín], el Puericultorio Pérez Araníbar [Magdalena del Mar], Posadita del Buen Pastor [Magdalena], Comedor San Genaro 2 [Chorrillos], Asociación Kantaya [Ventanilla], Proyecto Perú [Zapallal] y el PRONOI Santa Rosa, San Genaro [Chorrillos]. La movilidad para los pequeños está auspiciada por la Fundación BBVA y la UPC.

¡Anímate! Informes con Caterina Vella a caterinavella1@hotmail.com

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