No importa qué tanto nos neguemos a gastar más dinero de la cuenta, siempre vamos a caer en alguna tentación: comer fuera de casa, comprar una cerveza extra en la discoteca, compras un par de zapatos que no necesitamos o tomarnos un café más caro de lo habitual.
Al principio nos sentimos bien cuando vemos la bolsa de la tienda o le damos el primer mordisco al sandwich, pero después es cuando nos viene el remordimiento y pensamos en lo que pudimos hacer con ese dinero que ya no tenemos.
¿Qué situaciones te hacen sentir que has gastado por gusto o en algo que pudo evitarse?