Por: Karina Villalba Farfán
Fotos: Javier García Rosell

Pachi Valle Riestra conoció su gusto por la danza gracias a su hermana mayor, Tati, que ya bailaba. Y como casi siempre ocurre con los hermanos menores, Pachi la admiraba y quería copiarla en todo. Por eso a los 7 años, en Bogotá, capital a donde se había mudado la familia por el trabajo del padre, la pequeña Pachi tuvo su primera clase de movimiento creativo y luego de danza moderna con Irina Brecher, una profesora rumana que más adelante sería entrenadora de los bailarines de Michael Jackson. 

Pachi pasó también por el jazz y el ballet clásico. De regreso en Lima, a los 14 años, continuó su formación en el Ballet Municipal con Lucy Telge, hasta que conoció la danza moderna y se enamoró de ella. Descubrió que eso era lo que quería hacer toda la vida, aunque lo dudara de adolescente, pues su hermana ya había cambiado la danza por la biología marina y ella jugó con la idea de dedicarse a la literatura. Flashdance, Fama y otras películas sobre danza y baile que se estrenaron por aquella época, pero también su vehemencia y terquedad, reafirmaron su elección: «terminaré en Nueva York, voy a bailar como sea». Contra la voluntad de sus padres pasó todo un verano entrenando para una exigente audición grabada en Betamax, que requería una clase de danza moderna, una de ballet clásico, piso y una creación. Fue gracias a ese video que la aceptaron en State University of New York donde estudió cinco años, tiempo en el que concretó su sueño juvenil de ser bailarina profesional.

Algún tiempo después, ya en Lima, diferentes proyectos la desviaron de su plan original: bailar en una gran compañía europea. Se quedó y fundó Pata de Cabra, una de las escuelas de danza moderna que ayudó a que este género se difundiera más en nuestro país. Fueron ocho años que ella describe como maravillosos, luego de los cuales se abrieron otras puertas que de buena gana cruzó.
La firmeza con la que habla Pachi sobre su vida, su pasión y sus deseos contrastan con su voz dulce y su delicada figura.

Ella nos recibe en su departamento miraflorino descalza, con los rulos pelirrojos recogidos en un moño, persiguiendo a sus dos gatos [Botas, un gato de 13 años, y Uchu (ají en quechua), una gata de 8 meses] que no dejan de ronronear ni de pelearse durante toda la entrevista. Cuando habla, sus manos se mueven como si ejecutaran una coreografía y cuando camina, cojea, pero sonríe. Esa sonrisa ilumina el espacio y nos confirma su voluntad por seguir adelante con su vida, su trabajo y su obra.


- ¿De qué trata Tita y Lola Lola y Tita?
Es una obra de danza inspirada en un cuento que escribí a partir de entrevistas que le hice a chicas que están en sus veintes y treintas. 

- ¿Qué despertó ese interés?
El año pasado tuve una operación complicada, estuve tres meses en cama y para mí fue como una especie de año sabático. Estuve fuera del ruedo mucho tiempo y cuando uno tiene tiempo libre, reflexiona tanto y los recuerdos… Y comencé a pensar en mi vida y a recordar cosas de cuando tenía 20 años, lo emocionante y también lo incierto de esa época.
 
- ¿Eres nostálgica?
Cada vez menos, pero he sido alguien que se maneja mucho por la nostalgia. No quiero caer en aquello de «todo tiempo pasado fue mejor» ni mucho menos, pero sí, tengo muy presente los recuerdos y le di especial interés a esta etapa de mi vida.

- ¿Por qué?
Fueron varias cosas. Coincidió con que quien fue mi pareja en Nueva York, con quien viví gran parte de mis veintes, murió el año pasado. Yo salía del hospital y me enteré de que él moría de un aneurisma. Eso hizo que me contacte con mucha gente, amigos y de alguna manera regresé a esa época. 
También está el hecho de que a raíz de esta operación fue definitivo que bailar profesionalmente estaba descartado. Entonces, me puse a pensar en cuáles habían sido mis años intensos, fuertes, en los que yo pensaba que iba a estar sí o sí en una gran compañía de danza.
Esta obra parte de todo esto, pero se fue transformando. Fui haciendo entrevistas a muchas chicas de esa edad, con las que trabajo, y de ahí hice este cuentito [“Globo a punto de estallar”] que siempre supe iba a ser fuente para la base o la estructura de la obra.
Tita y Lola Lola y Tita no es una obra narrativa, es una obra de danza en donde quiero que prime la energía, la dinámica de las bailarinas –que para mí es un reflejo total de la energía que uno tiene, con la que vive, la que te impulsa en esos años–. Lo que yo quiero es reflejarla y contagiarla. 

-¿Cuántos años tienes, Pachi?
47 [recién cumplidos]. En realidad, no me siento de 47, pero la pierna parece de 98 años [nos reímos].

- ¿Cómo retomas tu vida dejando de hacer una de las cosas que más te gusta, bailar?
Te mentiría si te digo que lo tengo asumido y superado. No. Este año me siento muy feliz, pero los dos años anteriores, cuando me dijeron lo de la lesión, fueron terribles. A mí la rodilla ya me fastidiaba hace un buen tiempo, pero era todo muy manejable, un pequeño dolor, pero no me incapacitaba. Y uno siempre piensa que va a estar mejor. Pero hace un par de años cuando la lesión empeora y no puedo continuar dictando mis clases técnicas y me dicen lo que tengo y que si no me cuido y me trato no voy a poder caminar, ¡y ocurre! (yo tenía 45 años y ya no podía caminar sin mis muletas), esos inicios fueron horribles porque uno no lo acepta, no lo entiende, no cree. Piensas que la vida se te destruyó. Fue horroroso, espantoso. 
Pero esa etapa ya pasó, la he superado. He aceptado lo que me ha pasado y creo que es lo primero para estar bien. No he aceptado vivir con dolor o mal, porque siempre estoy buscando maneras para sentirme mejor, estoy con fisioterapia, yo misma hago mis ejercicios, pero ya acepté lo que tengo y que voy a tener que vivir y lidiar con eso, mi vida no va a ser la misma de antes. Eso me tiene más tranquila, ya me siento mejor, sin duda.
 
- ¿Todo ocurrió a raíz de una lesión o de una enfermedad? 
Fue por una lesión, por el desgaste de seguir bailando con mi lesión y la forma de mi pierna no ayudó. Me han realineado la pierna, me la han enderezado y me van a poner una prótesis. Pero estoy esperando unos años. 
Yo me despierto todas las mañanas y lo primero que pienso es «la rodilla». Entonces, para mí, estar bien ahora es un acto de voluntad y de disciplina. Y cuando pienso en «la rodilla» inmediatamente después pienso: «¿qué voy a hacer hoy día?, ¿qué me entusiasma?». Hago mi lista de todo lo que está bien y a eso le voy poniendo atención. Es una constante chamba querer que mi atención no se vaya a esto [señala la rodilla] y comience a victimizarme, sino que me cautive lo que está bien en mi vida porque mi vida tiene un montón de cosas maravillosas.

- ¿Te sorprende tu fortaleza?
Yo creo que la mayoría de seres humanos tenemos resiliencia y uno se va a recuperar de muchas más cosas de las que pensaría. Es rico saber que eso está dentro de nosotros y si no lo sabemos es porque no lo hemos vivido. Pero cuando a uno le toca pasar por cosas duras, posiblemente va a salir adelante.

- ¿Cómo te cuidas?
Estoy nadando mucho y practico ejercicios, una mezcla de muchas técnicas que he hecho en la vida, cosas que puedo hacer y que de alguna manera son parte de la rehabilitación, pero que también me mantienen flexible y tónica. 

- ¿Cómo cuidas tu cabello?
Ese todo un tema. Mi pelo es muy delgadito y muy seco y con la natación y el cloro está totalmente destruido. Invierto un montón en productos, desde aceite de coco, hasta los máximos productos de Davines. Trato de cuidarlo, pero mi pelo es muy difícil. Ahora estoy buscando productos que me protejan el cabello del cloro. He encontrado uno de Kérastase, pero he visto que hay uno especial para nadadores, así que voy a pedirlo.

-¿Y las pecas?
Tengo un montón de pecas y puntitos de sangre producidos por los dientes y las garras de esta [señala a su gata Uchu]. Lo único que hago es ponerme protector solar, lo uso siempre, haya o no sol. 

- ¿Qué consejo sobre alimentación o rutina de ejercicios puedes compartirnos?
Yo creo que estar activas físicamente es básico para todo, para las emociones, para el bienestar total. Cada quien tiene que encontrar qué es lo que le gusta, pero es muy importante mantenerse físicamente activas, aunque sea salir a caminar disciplinadamente. De ahí, comer chocolate [nos reímos], bueno, el cacao tiene un montón de propiedades buenas para la salud. Todas las mañanas me despierto y como un chocolate negro.

- Se acerca el Día de la no violencia contra la mujer. ¿Qué actitud crees que es la más violenta a la que estamos expuestas?
Acá en el Perú hay miles de actitudes violentas contra la mujer, parece que fuéramos especialistas.

- A veces es porque lo permitimos.
Sí, por supuesto, es que no se puede permitir nada. En el extremo está el feminicidio, que es súper común, y la violencia física terrorífica, pero también están los comentarios que disminuyen a la mujer, que somos como las tontas o las que hablamos un montón y no toman en serio nuestros comentarios. «Está con la regla», «es una no sé qué», «dale unos zapatos, dale la tarjeta de crédito y ya va a estar bien», como si fuéramos unos animalitos materialistas. Creo que todos esos patrones, esos estereotipos son una forma de violencia contra la mujer.
También es un acto de violencia pensar que una mujer no puede ser integral. Por ejemplo, a mí me encanta que la mujer se sienta libre con su sexualidad. Si tú quieres hacer fotos desnuda, eróticas, me parece fabuloso. Pero las cosas son lo que son. Yo puedo tener un lado sumamente erótico, pero cuando estoy haciendo otra cosa, estoy haciendo otra cosa. Entonces, no me estés mirando como si fuera la que estoy con las tetas al aire. Yo tengo la capacidad de hacer y ser muchísimas cosas. Hay que respetar y no asumir que porque alguien tiene una carga sexual fuerte no va a ser inteligente o no va a ser capaz de hacer otras cosas. 

- ¿Qué te molesta de esta sociedad?
Los estereotipos, pero no solo de género sino de todo tipo: de raza, de clase… Lima tiene cosas maravillosas, somos gente que nos gusta pasarla bien, pero creo que deberíamos tener más respeto al prójimo y entender que el prójimo es distinto y hay que respetarlo. Más respeto, más civismo. Que nos importe el prójimo. Ponernos en sus zapatos. 
Lo peor de todo es que ni siquiera somos conscientes, caminamos con un único objetivo y no nos damos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor.

- ¿Cómo es estar en tus zapatos?
No sé, pero debe ser rico. Siento que a pesar de que no he tenido la vida perfecta, a pesar de que soy compleja, de que siempre estoy cuestionando cosas y de que soy muy exigente conmigo misma, a pesar de eso, creo que, si me muero hoy, describiría una vida muy plena, muy placentera porque he gozado todo lo que hecho. He trabajado mucho pero me ha gustado, me gusta gusta lo que hago, cómo vivo, las elecciones que he tomado en mi vida, la gente que he escogido en mi círculo cercano, mi familia. Creo que sí ha sido una vida placentera y ojalá lo siga siendo [pasa la mano por el cabello y se ríe].
Depende mucho de uno mismo, porque a uno le van a pasar cosas horribles en la vida y así como horribles, lindas tamién. ¿Y qué haces? Es una cosa de voluntad. 

- ¿Apoyas alguna causa social?

Yo puedo apoyar muchísimo en todo el tema de la unión civil. Hay muchas cosas por las que yo levantaría mi voz y apoyaría, y lo he hecho en distintos momentos. Creo que como ciudadanos tenemos que involucrarnos, obviamente no podemos pelear todas las batallas, pero sí aquellas con las que te identificas más o que han llegado de alguna manera más cercana a ti, creo que hay que hacer lo que uno puede hacer. Evidentemente, todo lo que tiene que ver con el respeto al prójimo y al medio ambiente. 

- Te acercas a los 50, ¿sientes que entrarás en alguna crisis?
La crisis de los 40 sí me llegó fuerte, encima me pasó lo de la rodilla y la artrosis, y esta es una enfermedad que uno asocia con la vejez. Entonces, yo he tenido como una sensación de jubilada muy pronta. Pero creo que ahorita habiendo pasado todo esto y sintiendo que igual la vida sigue mostra, tengo menos miedo de lo que pueda pasar porque creo que ya pasé lo peor. Así que vengan los 50, los 60 de una vez, y que ya me pongan la prótesis y no me duela. 

- ¿En qué ‘escenario’ te encuentras más cómoda o te sientes más segura?
Aunque ya no baile, toda la vida voy a ser bailarina. Pero no sé, creo que en todos los ámbitos me siento cómoda. Yo dividiría mi carrera en tres áreas: la docencia, la danza y la creación. Y creo que las tres cosas son gratificantes, pero de maneras distintas.
La danza te la describo como una de las experiencias más sublimes y más adrenalínicas que he vivido, es delicioso.
La creación es más obsesiva, te consume. Día y noche piensas en eso. Es como descifrar un misterio, eso siento que es la creación, porque por aquí está tu idea y por acá está esto, pero vas a ver cómo juntas todo, cómo hilvanas esas ideas. Eso también es delicioso.
Y por otro lado, la docencia, es lo que más te conecta con los seres humanos. Con la creación también, porque trabajas con personas pero para algo tuyo, que es tu creación, ¿no?, pero en la docencia todo es para favorecerlos a ellos. Yo no soy madre, pero puedo imaginarme que esa sensación de dar, de gozar, de ver cómo crece un ser humano es similar a lo que experimentas con la maternidad. Yo siento que lo más me podría haber animado de la maternidad es justamente eso que siento cuando enseño.

- ¿Te arrepientes de no haber sido madre?
No. A veces cuando veo al hijo o hija de un amigo, digo: «¡ay!, me puedo imaginar lo delicioso que debe ser sentir ese tipo de amor, esa ternura», pero no es una frustración en mi vida.

- ¿Cómo te va en el amor?
Ahora estoy muy bien. El año pasado retomamos nuestra relación con Bibiana, nosotros estuvimos ocho años juntas y cinco separadas y ahora otra vez juntas. 

- Hoy, ¿cuál es tu meta?
Cuando cerramos Pata de Cabra, tenía treinta y pico, comencé a pensar: «¿en qué momento mi sueño, mi meta –que era ir a las grandes compañías de Europa, hacer tours por aquí y por allá– se convirtió en esto?». Pero todo esto se dio naturalmente y fue maravilloso. No vivo una frustración por no haber logrado lo que quería, porque muy naturalmente se abrieron muchas otras puertas en mi vida. 
Para nada diría que dejo de ser ambiciosa, porque en mi naturaleza está querer hacer mucho siempre, pero mis metas ahora son de otro tipo. Mi meta es seguir haciendo, pero mejor, lo que siempre he hecho: crear. 
Si cierro los ojos y pienso, no en posibilidades sino en lo que yo quisiera, sería tener una compañía de danza. Pero tendría que tener una buena subvención para pagarle muy bien a los bailarines, para que puedan dedicarse a entrenar y ensayar todos los días un buen número de horas, como debe ser. Acá, esa idea de compañía de danza contemporánea pagada no existe, no es real. Como he sido bailarina toda mi vida, yo sé que es una sacada de mugre.

- ¿Qué es el éxito para ti?
Es sentir que uno ha logrado hacer las cosas que le gustan, en las que cree, sea lo que sea. También tener el reconocimiento de tus colegas o de gente que te importa porque están reconociendo algo que te ha costado, que están viendo tu trabajo, tu talento real. Cuando sientes que hay personas que ven eso en ti y lo respetan, ahí me siento exitosa.

Sobre Tita y Lola, Lola y Tita
Se estrena el 4 de diciembre en el teatro de la Universidad del Pacífico. Las funciones será del 4 al 6 de diciembre y del 11 al 13. Los horarios: viernes y sábados a las 8.30 pm y los domingos a las 7.00 pm. Las entradas están a la venta en Teleticket.


Agradecimientos:
Producción y styling: Tatiana Fernández
Locación: Restaurante Astrid&Gastón
Maquillaje y peinado: José Antonio Rivera
R & C Imagen Personal y Corporativa
Ropa: Mozh Mozh
Calzado: Prüne

 

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