María Inés Ching

Por: María Inés Ching
Fotos: Javier García Rosell  
Styling: Úrsula Acuña

tiene una figura diminuta. Es vivaz, canta como un ave y mide 1.53 m. Habla pausadamente cuando quiere darse a entender, aunque a veces las manos se le adelantan y sus dedos parecen completar lo que está tratando de decir. 

Puede decirse que Patricia es una actriz precoz: inició su carrera a los 15 años. Hoy, a sus 28, ha actuado en más de 40 obras de teatro  –en cuatro de ellas como protagonista–, participó en cinco producciones cinematográficas, tres televisivas y ha sido docente de teatro en colegios y talleres para niños.

De pequeña, Patricia le pedía a su mamá que la presentara antes de actuar en las reuniones familiares. Esa inquietud por comunicar la llevó a matricularse en la Escuela de Clown e Improvisación Pataclaun y años más tarde, a estudiar Arte Dramático con los maestros y directores de teatro más importantes de Lima.

Ya en el 2007, decidió mudarse sola del país para formarse en actuación para cine, circo y arte dramático en Buenos Aires. Terminados sus estudios volvió a Lima y resolvió vivir con Joaquín Vargas N., con quien se casó hace dos años.

Patricia ha estudiado performance, dramaturgia y aún sigue preparándose en el canto. En su casa tiene un trapecio en el que ensaya sus acrobacias. Admite que se come las uñas y en su tiempo libre ve series comiendo papas fritas y chocolates. 

Define su estilo de vestir como vintage y chic. Le encanta llevar vestidos de encaje con la espalda desnuda, abrigos antiguos de pieles, faldas tubo de jean combinadas con plataformas y medias y vestidos casuales de rayas. En los ensayos prefiere la ropa deportiva.

Su nombre se escribe con ‘P’ de pasión, una característica que –asegura– comparte con Edith Piaf, la cantante e ícono francés que ahora interpreta en el Centro Cultural de la PUCP. En el escenario, la menuda actriz se convierte en una especie de ‘médium’ durante más de dos horas: «El Gorrión de París» vuelve a la vida a través de ella en cada gorgeo, gesto y canción que interpreta.

Pero la pasión no es lo único que comparten. Piaf, con 1,49 m., sabía qué era subirse a un banco para llamar la atención. Barreto lo hacía para escribir en la pizarra del salón. A las dos les gustaban los colores fuertes en los labios, de hecho, Patty considera que el labial morado la define. Ambas artistas emocionan –a veces hasta las lágrimas– con sus voces, aun cuando su público no entienda la letra de lo que cantan. 

En la obra «Piaf», de la dramaturga inglesa Pam Gems, el personaje de Edith le recomienda a Charles Aznavour [Carlos Cassella] en un momento: «Canta con la verdad y ellos te van a creer». La interpretación honesta, desprendida y dramática de Patricia Barreto, hace que el público la aplauda luego de cada interpretación. Al final de la obra, todos la ovacionan de pie. Ella entrega su corazón en el escenario y el público realmente le cree.

- ¿Cómo surge el proyecto de «Piaf»?
Fue una idea del director, Joaquín Vargas [su suegro], de hace 20 años. Él la vio en Argentina. Siempre le encantó Edith Piaf, su madre, su abuela le ponían música de Piaf, tenía un ‘feeling’ muy intenso. Entonces cuando la vio en Argentina dijo: «algún día voy a montarla en Lima». Y así pasaron 20 años [...]. Entonces viene la propuesta y dijo: «Bueno, voy a pagar los derechos» y cuando todo estaba listo necesitaron una actriz, entonces Joaquín Vargas un día me llama y me dice: «Mira, tengo este proyecto, estoy lanzando mi productora con este proyecto de mi vida, que siempre he querido hacer, ¿quieres ser Piaf?»; y yo le dije: «Vamos». 

- ¿Quién te entrenó en el canto?
Wilson Hidalgo, que es un maestro del Conservatorio. Con él me puse bien chancona, de por sí soy bien chancona, pero la voz era algo que no había trabajado mucho. Si bien he hecho ensambles en musicales, nunca había sido solista, 17 canciones sola y en francés...

- ¿Tus clases fueron para el papel?
En un inicio fue el reconocimiento de mi voz, empezar a trabajar en ella, quererla. Empezamos en enero y en junio comenzamos ya a tocar el repertorio de temas que en realidad eran muchas canciones y él con conocimiento de idiomas, me hizo el coaching del francés popular, el idioma que tenía Edith Piaf que ella llamaba «la chanson de la vérité»: la canción de la verdad pública y popular. Por eso había mucha identificación con la gente, cantaba canciones que pasaban en la vida real.

- ¿Cuán complicado es cantar como Piaf?
Esas canciones tienen un tipo de especificidades, por ejemplo, son muy engoladas, tienen el «grr-grr» [hace un sonido gutural] que ahora se escucha muy mal, como jerga. Tenía que haber toda una preparación a ese registro. Yo sigo aprendiendo porque el canto, como la actuación, es algo que no para. 

- ¿Qué más te demandó interpretarla?
A la par buscaba información, en Internet, en You Tube, porque yo solamente conocía «La vie en rose», la película de su vida y nada más. Que me llegara un proyecto de tal responsabilidad y sabiendo que es un referente... va a ser tu versión de su vida. No quería hacerla muy ostentosa. Humildemente traté de hacer lo que yo podía y necesitaba de todas maneras información. En ese tránsito, antes de abordar ya los ensayos con mis compañeros decido ir a París por cuatro días a investigar.

- ¿Y qué pasó?
Cuando me voy a París hago una especie de tour por los lugares más representativos donde la descubrieron, donde está el teatro en el que cantó por primera vez..., fui a un lugar administrado por uno de sus fanáticos más importantes, todo el valor de Piaf estaba ahí, yo sentía que iba a salir Piaf, aparte te recibía con «La vie en rose»... ¿Te imaginas? [...] Fue vivencial, me tuve que poner en contexto porque París es maravilloso ahorita, no tiene que ver con el París de la época. Paseé por las calles donde cantó, canté en la calle, fui con mi esposo. Traté de adaptarme lo más que pude al personaje... y es que ella tiene tanta vida, tanto conflicto emocional que creo que la identificación que tengo con ella la vengo sintiendo en el proceso, la pasión no solamente en el canto, ella no puede concebir la vida sin pasión, en el amor, en las cosas extremas.

- Te tiene enamorada…
Me tiene enamorada. Me ha enseñado a valorar mucho más no solo como actriz como profesional, sino como ser humano, también lo que estoy viviendo, me ha enseñado una sabiduría y una madurez distinta. Yo vivo esta vida todas las noches, la cual no me atrevería ni loca a vivir. Es lo maravilloso de ser actriz, vivir a través de tus personajes, vivir lo que no haría. No porque sea cobarde sino porque no es parte de... y aparte es una adrenalina maravillosa estar en el tránsito emocional este. [...] Realmente he tenido que ser un canal emocional, físico, la deformación, la deconstrucción de Patricia para que Piaf entre en mí...

- ¿Cómo evitas desgastarte después de un papel tan dramático?
Es inevitable. El desgaste emocional y físico es muy fuerte durante las semanas de función, por eso los días que descanso trato de realmente relajarme en casa, no salir ni hablar mucho para concentrar mi energía. Este proceso me ha enseñado a cuidarme físicamente y perfeccionar mi técnica.

- ¿Cómo ha reaccionado el público?
Siento que la respuesta del público reafirma toda mi responsabilidad con el proyecto, me ha dado una gratitud..., me ha hecho sentir que el público tiene ese aplauso tan bonito, tan bueno conmigo que yo siento que lo único que puedo hacer es trabajar, trabajar y trabajar y hacer un trabajo de filigrana. Entonces no siento como que «ay: es éxito». Está a la par tanto como el trabajo con el que se pensó.

- ¿Cómo te ves en 10 años más? 
Aunque me trazo metas a corto plazo y trato de cumplirlas, en 10 años me veo soñando en grande con una trayectoria internacional en teatro y cine, invirtiendo, autogestionando y promoviendo nuestra movida cultural.

- ¿Cuál es tu papel soñado? 
Me apasionan los papeles que comienzan siendo una persona y terminan siendo otra, los personajes complejos con un proceso emocional de investigación donde el subtexto, lo que subyace, lo que no dice verbalmente el personaje y sus acciones dice más de él que lo que dice de su propia boca. Amo los personajes vulnerables, irresueltos y llenos de contradicciones. Me parecen más reales. 

- ¿Te abruma el éxito?
No me abruma, le doy la justa medida, no siento que me ensalce más sino que estamos teniendo un halago muy honesto con el público: estoy entregando mi corazón y tú me estás entregando ese aplauso tan bonito porque hemos hecho una comunión, que eso es lo que pasa en el teatro.

- ¿Qué más compartes con Edith?
El amor como religión. Para mí, el amor es lo que mueve al mundo por más cursi que suene, sin amor somos seres huecos, vacíos y sin proyección. También algún tipo de adicción, todos tenemos grandes adicciones...

- ¿Cuál es la tuya?
Mi carácter, mi mal carácter es mi adicción, pero no porque sea una mala persona sino porque soy un poco «fosforito»... de repente soy muy perfeccionista.

- ¿Qué te pone de mal humor?
Soy bastante tolerante a algunas cosas, porque soy bien picona ¿ya? A veces, quisiera que la gente responda a través de lo que yo quiero, forzar a la gente a ser como yo quiero que sea, mas no aceptarla como es.

- Te cuesta mucho tolerar, aceptar.
La tolerancia es algo que trabajo todos los días. Y tolerar no solo al otro, sino tolerarme a mí en mis defectos, eso es algo que tengo que seguir trabajando.

- En el día a día, ¿qué te hace intolerante?
Cuando a veces las cosas no me salen bien, cuando me refutan cosas, tolerar un día de mal humor, tolerar el tráfico, todo. Más que tolerar, convivir, coexistir es lo más difícil.

- Y estás casada...
Hace dos años. Me casé con Joaquín Vargas N., el hijo de Joaquín Vargas. Nos conocimos hace varios años y tuvo que pasar.

- ¿Y cómo resultó la convivencia?
Es una persona tan madura e inteligente, admiro tanto a mi esposo, él es comunicador de carrera, pero es director teatral también como su papá, pero él me ha enseñado en estos cinco años que estamos juntos como pareja –lo conocí hace 10 años–, me ha enseñado la tolerancia, el amor, la comunicación. Es una persona que aparte es mayor que yo, entonces lo veo también como un referente para mí.

- ¿Cuántos años te lleva?
Yo tengo 28 y él tiene 39... Entonces él es un tipazo. Estoy ganada [reímos].

- ¿Y no te supuso un conflicto la diferencia de edad?
Al inicio fue un conflicto que detonó nuestro enamoramiento, hubo una separación de cinco años. La vida te dice que tú tienes que irte por tu lado, nos alejamos para que yo pudiera crecer y él también, madurar. Yo lo conocí cuando tenía 18, nos reencontramos cuando yo tenía 24.  

- ¿Y qué planes tienes con él?
Siempre digo que sí quiero tener hijos, sí deseo que sean pronto, no estoy buscándolos pero estamos tan enfocados en nuestro trabajo, en nuestro pequeño núcleo, a reforzar nuestros cimientos como esposos... Tenemos planes de irnos por todo el mundo y esperaré uno o dos años. [...] Amo a los niños, me encanta hacer teatro para niños, he sido docente en un colegio... Y él también tiene un espíritu muy joven y paternal. 

- ¿Cómo manejan los celos? 
He tenido la bendición y suerte de casarme con un hombre que aparte de ser maravilloso, es actor, hijo de actor y que ha nacido conociendo cómo se desarrolla esta carrera, él comprende perfectamente mi trabajo y con esto no digo que no sea humano y tal vez pueda sentirse incómodo al inicio, pero conoce bastante mi entorno y nuestro diálogo permanente es lo que hace que no existan inseguridades.

- ¿Cómo organizas tu día a día?

Mi carrera es muy grande. Tengo una vida ordenada a la par de mi carrera, tengo prioridades porque me dan estabilidad emocional: mi familia, mi esposo, mis amigos, yo priorizo eso. Si tengo pactado que es domingo familiar, es domingo familiar. Hay cosas que tengo que respetar porque el «rush» del teatro, de la actuación, del arte es muy rápido. Todo pasa tan rápido que te puedes obnubilar en la primera. Es una carrera de largo aliento, al menos como la estoy formando yo, como la quiero hacer de poquito a poquito. Siento que Dios me está poniendo las cosas para que yo vaya consciente y darme cuenta de todo, de vivirlo realmente.

- ¿Qué me dices de la complicidad femenina?
Soy una persona muy emocional y estoy llena de hermosas mujeres que guían mi camino: mi madre, mi tía y mi abuela, y por supuesto ¡mi aquelarre! Yo no podría vivir sin mis hermanas de la vida, ellas son mi cable a tierra. Son mi mejor feedback, crítico y jurado. Son mi espejo, mis aliadas, mi intuición y las que me acogen cuando se apagan las luces, hemos pasado por tanto juntas que hoy en día soy lo que soy en gran parte por ellas, mi mundo interior se construye y se proyecta gracias a sus enseñanzas y a su infinito amor.

- ¿Ser actriz te dio miedo en algún momento?
Me ha dado miedo sentir que iba a ser vulnerable, sentir que iba a abrir mi corazón en un escenario para que todo el mundo lo vea y ponerlo para que sea sujeto a críticas u opiniones; eso me daba miedo al inicio, cuando tenía 15. Era muy niña. [...] El teatro me ha enseñado a ser humana realmente. 

- ¿Qué les dirías a nuestras lectoras?
Si tienen la oportunidad de realizar lo que aman, no lo duden ni por un segundo. Si creen que están haciendo algo en su vida que no les permite desempeñarse, realizarse, porque tienen que sacrificar cosas para sobrevivir o algo así, que se den el tiempo de por lo menos encontrar esta pasión que las hace sentir vitales. Yo creo que cada una de nosotras tenemos un gran poder, intuición, pasión dentro, que tenemos que desarrollar. [...] Lo que yo quisiera decirles es que se den el tiempo de conectarse con ustedes mismas como mujeres, tratar de escucharse, tratar de conectarse con esa intuición, para que puedan ser unas mujeres completas, fieles a sí mismas, que eso es lo que necesitamos: mujeres íntegras, seguras y que tengan muchas ganas de salir adelante.  

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Agradecimientos: 

Patricia Barreto: 

Ropa: Charlotte Rouge, 

Touché - C.C. Larcomar,

Calzado: LOLA,

Maquillaje y peinado: José Antonio Rivera para R&C Imagen,

 

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