Camila Timaná cursa el sexto ciclo de ingeniería ambiental en la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). Por esta época del año, como la mayoría de estudiantes universitarios, está en plenos exámenes de finales. “Ya cerramos cursos. Ahorita estoy con toda la tensión, estudiando un montón”, comenta la joven universitaria.
Camila dice que no fue difícil optar por su carrera. “Cuando sales del colegio no tienes mucha idea de lo que quieres hacer. Yo salí a los 16 años, pero desde pequeña me ha gustado ayudar a los demás y al planeta”, comenta, con la convicción de alguien que estudia lo que le gusta. “Siempre creí que podía hacer algo, aunque sea pequeño, para preservar nuestro ecosistema”, añade.
Hace unos meses, durante su taller de proyectos interdisciplinarios, Camila, junto al equipo WER UTEC (Water and Enviromental Research), se enfocaron en comprender la utilidad de los canales de agua utilizados por nuestros antepasados en el Santuario de Pachacamac. Con el uso de equipos láser, drones y tecnología GPS, se calculó la geometría exacta de estos canales y llegó a la conclusión de que el agua que llega al santuario proviene del subsuelo y no del río Lurín, como en algún momento se especuló.
Sin proponérselo, este trabajo le permitió ser reconocida con el premio internacional John F. Kennedy - YPN Award, dirigido a jóvenes estudiantes dedicados a la investigación científica. Esto, además, le valió para participar en setiembre pasado en un congreso que reunió en Panamá a más de mil científicos dedicados al estudio del agua.
“Siéndote completamente sincera, me daba demasiado miedo estar frente a tantas personas en otro país al que nunca había ido y hablando en otro idioma. Fue todo un reto. Pero fuera de eso, era un espacio para expresar mis ideas y dar a conocer la importancia de la investigación”, cuenta sobre su experiencia en el extranjero.
-Mirada a futuro-
Otro de los proyectos que Camila desarrolló trata sobre la presencia de microplásticos en el mar peruano. Las playas elegidas para esta investigación fueron Naplo, Yuyos y Chancay. En todas ellas se detectó la presencia de este factor contaminante, pero la de la Costa Verde resultó ser la menos afectada y Naplo la más perjudicada.
Pese a los resultados, la estudiante considera que hay una mayor conciencia sobre el cuidado del medio ambiente. “Creo que si comunicas tus resultados, como en el caso de miscroplásticos, puedes educar y generar una conciencia ambiental. Así sea una sola persona que empieza a tomar acciones, con el tiempo el efecto se multiplica”.
Sin embargo, pide un mayor apoyo a los jóvenes que se quieren dedicar a la ciencia. “A veces la palabra investigación suena un poco aterradora para los estudiantes. Tenemos que romper esa barrera. Más allá de si existe o no el apoyo, hay que incentivarlos a desarrollar sus proyectos”, sentencia Camila, optimista, pensando siempre en el futuro.