Muy pocas parejas pueden decir que de mejores amigos pasaron a ser esposos. Esta complicidad que nace de una sólida amistad es el bastión que sostiene a Yiddá Eslava y Julián Zucchi, una de las parejas más estables (y divertidas) del medio. En vísperas de San Valentín, la actriz recuerda entre risas cómo fue el momento más romántico que vivió junto a su compañero de vida.
La pedida de mano de Julián a Yiddá
En el 2016, Yiddá estaba embarazada de su primer hijo, Tomás. Julián y ella estaban conviviendo bajo el mismo techo y contando los días para que nazca su primogénito. Fue en ese momento, a medio camino de convertirse en mamá por primera vez, que Julián le pidió la mano. Yiddá recuerda el romántico momento:
Tenía cinco meses de embarazo de Tomás y justo era mi cumpleaños. La verdad es que a mí no me gustaba mucho celebrar. El hecho de planear y que alguien te falle era como que “ay, ya no estoy para estos trotes”. Pero él ya lo había organizado. Decía “voy a invitar a tu papá” y así. Yo, inconscientemente, le ponía mil trabas. Pero bueno, lo organizó.
En plena celebración me dice “tengo que decirte algo” y me da una caja. Mis amigos le decían “arrodíllate” y yo no entendía nada. Cuando abro la caja, veo que tenía un anillo con un ámbar. A mí no me gustan los diamantes. No soy mucho de joyas. Tendrían que gustarme mucho para que los use. Y justo en el momento que vi el anillo, había empezado a contarle a mis amigos que a mí no me gustan los anillos de diamantes, que el ámbar se me hace más interesante porque es una resina, un fósil, una lágrima de un árbol. Era mucho más poético que un diamante común y corriente. Y resulta que me mandó a hacer un anillo con un ámbar. No usaban el ámbar como una piedra, era poco cotidiano y muy austero para una pedida de mano. Perfecto para mí. Entonces, se semi arrodilló porque estaba nervioso y yo le digo “¿qué quieres?” y él me responde “¿quieres casarte conmigo?”.
Nos comprometimos, pasaron 6 años y no nos hemos casado aún. Dijimos “ya, nos casamos al siguiente año”, pero justo su familia no podía. Lo pasamos al siguiente año, nos tomamos un año para organizar, vino la pandemia, nació Maro, hicimos la película y pasó a segundo plano.
Vivo en matrimonio, aunque la gente diga que vivo en pecado. No sé, no siento que lo necesite. Creo que el compromiso que tuvo para mí bastó. Tal vez un día, quién sabe, quizás de acá a un año, 6, 10, 15 o 20. No es una prioridad ahora. Mi hermana se casó hace unos días, se puso a llorar, se me salieron unas lagrimitas, pero no es algo que para mí signifique lo que para ella significó.
Ahora uno se casa, no tiene hijos, se divorcia, cada uno se va por su lado y desaparecen de la vida del otro. Hay gente a la que le regalan flores, les regalan depas, les regalan carros, les dan mil cosas románticas, pero al final les ponen los cuernos. Creo que especialmente en la farándula peruana hay más de un ejemplo tangible de que el matrimonio no significa respeto ni unión. Creo que eso es algo que debes sentir, más allá de la firma de un documento. Es un voto que llevas por dentro, uno de respeto que te haces a ti misma para mantener una familia.
Relatos de amor es un especial por San Valentín que reúne cinco historias de parejas del plano local.
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