Símbolo de perseverancia, pasión y fortaleza mental: así es Carmela Combe, la primera mujer aviadora del Perú.
(Foto: Dominio Público)
Símbolo de perseverancia, pasión y fortaleza mental: así es Carmela Combe, la primera mujer aviadora del Perú. (Foto: Dominio Público)

Hoy las mujeres peruanas estamos de fiesta. Exactamente hace 102 años, un viernes 6 de mayo, hacía historia al convertirse en la primera mujer piloto de que tuvo el Perú. Adelantada a su tiempo, Carmela descubrió desde pequeña que lo suyo era conquistar los cielos y romper estereotipos sobre las habilidades de conducción de las . Entre accidentes y negativas masculinas, la piloto nunca dudó en luchar por mantener encendida la llama de su pasión. Actitud que en combinación con el talento que poseía la llevó a volar lejos a través del tiempo y el espacio, pues hace unos días el pleno del Congreso aprobó declarar esta fecha como el Día de la Aviadora Peruana en honor a su destacada trayectoria en el campo de la aviación.

La historia de la primera mujer en pilotear un avión en el Perú

Nacida en la Lima de 1900, cuando por las calles aún se viajaba en tranvía, carretas y caballos, la primera aviadora del Perú aprendió a conducir automóviles cuando tenía tan solo 14 años de edad. “La primera mujer que manejó automóvil en el Perú fue Ana Odriozola Barbe y si ella lo hizo, por qué yo no”, dijo una vez mientras recordaba sus primeros pasos en la conducción.

“Desde el colegio soñaba con volar. Mis otros cuatro hermanos creían que estaba loca pero yo soñaba con volar igual que Jorge Chávez y Jua Bielovic”, contó una vez para el antiguo diario La Crónica. De mente precoz y adelantada a su época, siempre hacía exactamente lo que decían que no podía hacer. “Vuela bajo y despacito” le decía su madre, pero Carmela Combe se alzaba decidida a surcar los cielos para convertirse en la primera mujer aviadora del Perú.

Cuando cumplió los 20 años, su amor por los aviones y la conducción la llevó a querer aprender a pilotearlos. Se enlistó en la Compañía Nacional de Aeronáutica de Lima, cuya pista de vuelo estaba ubicada en el distrito de Bellavista. Aunque poseía un talento natural y una actitud audaz, Carmela también tuvo que lidiar con muchos obstáculos mientras estuvo allí. Horas incesantes de instrucción, intentos fallidos y el rechazo de sus compañeros varones (quienes no veían con buenos ojos a una mujer manejando aviones) intentaban persuadirla de cumplir su sueño de surcar el cielo. Aún así, perseveró hasta que un 6 de mayo de 1921 finalmente logró pilotear por cuenta propia un avión Curtiss Oriole. “Hay que tener valentía, serenidad y sangre fría para surcar el espacio aéreo”, dijo una vez.

(Fotos: Dominio Público)
(Fotos: Dominio Público)

Mientras Carmela hacía historia en el cielo peruano, una Amelia Earhart también veinteañera se preparaba para cruzar el cielo del Océano Atlántico. Un verdadero ejemplo de tenacidad y talento femenino para luchar contra los estereotipos del que la propia Carmela se sentía orgullosa. “La vida me dio todo para poder demostrar que la mujer al igual que el hombre podía desarrollar las mismas actividades que la sociedad de ese entonces nos tenía vedadas”, dijo una vez para el antiguo diario La Crónica.

Su brillante actitud la llevó a rodearse de grandes pioneros de la aeronáutica como el peruano Elmer Faucett y el norteamericano Lloyd Moore, siendo este último su instructor de vuelo. Dos meses más tarde de ese mismo año y junto al mismo Lloyd es cuando Carmela Combe sufre un terrible accidente a la altura de Chorrillos mientras volaban en su avión Curtiss para un trabajo de transporte de dinero de Lima a Cañete. Pudo sobreponerse y continuar volando (aunque le provocó dolores crónicos que años más tarde la llevaron a operarse de la columna) hasta que obtuvo su licencia en 1922.

Mientras se esperaba que la mujer de aquella época usara su herencia para casarse y convertirse en esposa, Carmela pidió la suya por anticipado para comprarse su propio avión biplano Curtiss, el cual perdió luego de que el amigo al que se lo prestara falleciera en un trágico accidente. Este hecho la marcó tan profundamente que decidió cambiar de aires. Viajó a Francia, se casó y tuvo una hija.

Y aunque ya había echado raíces al lado de su nueva familia, Carmela nunca dejó de volar. Su destacada trayectoria en cielo terminó en 1932, pero ella continuó luchando por promover la igualdad de género en espacios que solían rechazar a la mujer. Esto le valió diversos reconocimientos. En 1960, la Fuerza Aérea del Perú, la condecoró con la “Cruz al Mérito Aeronáutico”. En 1980, el entonces Ministerio de Aeronáutica le otorgó la Medalla al Mérito “Jorge Chávez Dartnell”. Y póstumo a su muerte, en el 2022, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables le impuso la condecoración “Orden al Mérito de la Mujer”.

Una memorable trayectoria para una mujer que luchó y promovió la igualdad de género hasta el último momento de su vida. Una que vivió a plenitud y sin arrepentimientos hasta que se despidió del mundo el 10 de mayo de 1984 en el Hospital Central de la FAP.

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