Verónica Linares: "Doble turno. ¿Cambiamos?"
Verónica Linares: "Doble turno. ¿Cambiamos?"
Redacción EC

Siento el corazón acelerado gran parte del día. No como un problema cardíaco sino como si estuviera a mil por hora, ¿les ha pasado? Es raro porque estoy durmiendo poco y debería estar cansada. En otras ocasiones, cuando llevo pocas horas de sueño, he sentido como si una daga me atravesara la cabeza, de arriba hacia abajo y si no puedo descansar durante el día, tengo ganas de llorar. Entiendo perfectamente a los niños que lloran de sueño. Pero ahora es como si mi cuerpo generara más adrenalina. Más cansada, y más acelerada. Si paro un momento, unos gusanos se mueven por todo mi cuerpo. ¿Esta ansiedad será por estrés?

Mi mamá dice que es exceso de trabajo. Arranco a las cuatro de la madrugada y termino a las diez de la noche. Atravieso la ciudad varias veces al día y aunque eso no es relajante en absoluto para ser franca, soy feliz laboralmente. Es más, admito que a veces no quiero irme del canal. Me aferro a la mesa de conducción y digo: ¡Auxilio, no quiero salir! Es natural: soy periodista hace casi 17 años. Pero mis otras obligaciones son relativamente nuevas y aún no sé cómo organizarme.

Mientras escribo esto, recibo el correo de la administradora del edifico donde vivo, diciéndome muy amablemente que no había pagado el mantenimiento. ¡Qué vergüenza! Acabo de hacerle el depósito. Antes yo era la presidenta de la Junta de Propietarios, llevaba las cuentas y tenía todo en orden, con fólder incluso. Yo misma la contraté en representación de mis vecinos. Fue en los primeros meses de mi embarazo. Ahora en cambio, llevo de un lado a otro recibos arrugados y vencidos de luz, teléfono fijo y celular en la maleta que uso diariamente. Una vez Valentina, la señora que me ayuda con los quehaceres de la casa, me preguntó discreta y sonrojada: «¿Señorita, mi mes?».

Es un mito eso de que las mujeres podemos hacer varias actividades a la vez. Lo cierto es que no todas somos así. Algunas no podemos trabajar en una oficina de lunes a viernes y también pagar las cuentas puntualmente, comprar la comida, coordinar para que el carpintero ponga techo en el estacionamiento, presionar para que de una vez por todas instalen las puertas del clóset de Fabio. Llamar al electricista para que cambie el foco de la luz de la refrigeradora, comprar deshumedecedores que calcen en los clósets y ponerlos. Organizar las fotos, mandarlas a imprimir y ponerlas en álbumes o portarretratos. Pensar en platos diferentes para cocinar cada día. Firmar el contrato con esta revista, luego de casi seis meses de empezar a escribir la columna. Escoger la ropa que uso todos los días en los dos programas, mandarlas a lavar y dejarlas. Recoger los accesorios que combinen con la ropa y devolverlos. Ir a la peluquería tres veces por semana para salir decente en televisión. Grabar una secuencia para Dr. TV que estamos coordinando desde antes de dar a luz. Hacer favores a mi ex universidad, a mi amigo Darío, a una estudiante de comunicaciones. Ir a la dentista que tengo una funda pendiente desde octubre. Cumplir con las actividades por los 15 años de canal N. Visitar a mi abuelita, conversar con mi mamá y mi papá, visitar a mi ahijada enferma, jugar con Fabio y con mi marido. Tratar de tener vida social. No puedo.

Una consulta, ¿los hombres hacen lo mismo? La sociedad no les pide que también sean los gerentes de sus casas. Me gustaría probar. Un mes solo trabajando, ‘aguantando’ a tu mujer y viendo a los amigos. ¡Te cambio!

Puedes leer la columna de y más notas interesantes todos tus domingos con

Contenido Sugerido

Contenido GEC