La primera vez que Jerry López (Huancayo, 1973) pisó suelo americano tenía 23 años, no hablaba inglés y llevaba el pelo oscuro. Viajó para seguir un curso de maquillaje en Los Ángeles; un complemento a sus estudios de peluquería. Llevaba años trabajando como estilista en la capital peruana y contaba con experiencia en la industria del cine local: había formado parte de los equipos de peluquería de producciones como “No se lo digas a nadie” y “Pantaleón y las Visitadoras”, bajo la dirección del reconocido cineasta Francisco Lombardi. De ahí que su recorrido turístico a los estudios de Hollywood fuera tan estimulante. “Ese viaje me abrió los ojos. Me di cuenta que quería llegar a lo más alto en mi carrera y eso era lo más alto. Pero emigrar era un problema: no sabía inglés ni tenía visa”, recuerda.
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CAMINO AL ÉXITO
Sentado frente al espejo, en el espacio de maquillaje de Montalvo Salón & Spa ubicado en Miraflores; Jerry luce distinto a la persona de aquél recuerdo. Han pasado veinte años y cientos de logros desde ese primer viaje. Aunque su alma criolla sigue intacta: aún mata por un buen ceviche y reniega ante el tráfico limeño. Creció aquí; en el popular Cercado de Lima. En un hogar de condición humilde, pasaba las tardes viendo telenovelas junto a su madre. Allí nació su gusto por las pieles tersas y los cabellos bien peinados. “Veíamos ‘Los ricos también lloran’ y siempre me quedaba analizando el maquillaje de Verónica Castro. Cogía los cosméticos de mi madre e intentaba imitarlo”, revela con tono nostálgico. Extraña a su madre. La señora Agripina fue la única en su familia que lo impulsó a cruzar el charco.
Aterrizó en la Gran Manzana en el 2001, tiempo después de visitar Los Ángeles. “Me enamoré de Nueva York en cuestión de minutos”, comenta. De la ciudad le gustó todo; la sensación de libertad, el rush americano, la jungla de cemento que lo rodeaba. Al inicio, trabajó limpiando pisos y lavando cabellos en una peluquería ubicada en el corazón de Manhattan, mientras colaboraba peinando y maquillando en distintas producciones y estudiaba inglés. Todo a la vez. Y aunque trabajaba mucho y dormía poco, se sentía dentro de una película. De esas en las que uno puede ver la luz al final del túnel.
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Durante tres años trabajó hasta el cansancio. A veces, incluso solo por obtener la experiencia. Pero el trabajo duro rindió sus frutos y su gran despegue llegó: se dio en una campaña de publicidad de Michael Kors. “Fue mi primer gran empleo. Gané dos mil dólares en un día y decenas de contactos”, cuenta. Allí conoció a la diseñadora Donna Karan, quien pronto se volvió su clienta. Lo que pasó después es historia. En las últimas décadas ha trabajado con celebridades de la talla de Paris Hilton, Anne Hathaway o Iris Apfel; y con las agencias de modelos más grandes de Nueva York como NY Models, IMG Models o incluso la parisina, Elite.
Para el año 2010, Jerry ya maquillaba en la Semana de la Moda en Nueva York. Fue allí donde trabajó junto a Pamela Anderson, Fran Drescher o Kiera Chaplin, la nieta del recordado cineasta inglés Charlie Chaplin. Su trabajo ha sido expuesto en la versión digital de la edición americana de la revista Vogue y ha formado parte de eventos como “Forces in Fashion” donde atendió a la mismísma Carolina Herrera. Una vida ajetreada, llena de polvo compacto y etiquetas de diseñador. Una vida que siempre soño desde su habitación en el Cercado de Lima.
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EL ESTILISTA DE LAS FAMOSAS
De sus encuentros con las famosas, acumula anécdotas y- sobre todo- lecciones. Asegura que son personas súper sencillas como cualquier otra. Conoció a Paris Hilton durante su primera participación en la Semana de la Moda de Nueva York. Le retocó el peinado y conversaron durante unos minutos. “Paris Hilton es amorosa y cada vez que nos encontramos, conversamos y la pasamos bien”, cuenta. También, recuerda la vez que atendió a Barbara Bush, hija de quien en ese momento aún era el presidente de los Estados Unidos, George Bush. De esa ocasión cuenta que la maquilló “en un hotel en Manhattan, ella estaba rodeada de muchísima seguridad”. “Barbara es sencilla, aunque en esa oportunidad me pidió un maquillaje cargado y, como siempre voy de menos a más, aún podía lograrlo”, añade.
“Las famosas saben lo que quieren. Tienen claro lo que les queda bien. Como estilista y maquillador, siempre es bueno invitarlas a probar tendencias, pero son ellas quienes deciden al final. La mayoría suele priorizar la mirada: son fanáticas de usar mucha máscara de pestañas y unas cejas bien definidas”, apunta. Una gran diferencia con las clientes de salón que, según Jerry, buscan consejo y guía. Y aunque cuenta en su trayectoria con renombradas celebridades, aún anhela maquillar a Julia Roberts, Angelina Jolie y Charlotte Gainsbourg.
DETRÁS DEL MAQUILLAJE
Veinte años después de su primer encuentro con el frenético ritmo de los neoyorkinos, Jerry habla inglés a la perfección, come solo una vez al día- por lo general a la hora de cenar- y es adicto al trabajo. “Mi días varían”, cuenta. “A veces tengo una sesión de fotos todo el día, a veces tengo que maquillar a alguna estrella en la mañana o ir al salón a atender a mis clientas por las tardes”, continúa. En su pequeño estudio en el quinto piso de un edificio ubicado en West Village, Jerry se levanta cada mañana a descubrir cómo será su día. Sale temprano y compra un café descafeinado para el camino. “En Nueva York siempre estás tarde, no importa a donde estés yendo o qué hora sea. El desayuno siempre se toma caminando o en el metro”, cuenta.
Y aunque la Gran Manzana es una ciudad difícil de conquistar, no se arrepiente de estos veinte años. “Sería una persona muy diferente, con una vida muy diferente, si no me hubiese ido”, reflexiona. “Siendo una persona de género neutral, creo que me hubiese costado vivir acá”, revela. “Incluso trabajar. Ahora mismo, estamos frente a un mercado sin género. Las grandes compañías de cosméticos están produciendo para ellos también. Ahora un chico puede usar máscara de pestañas todos los días o un bálsamo labial, por ejemplo. Y eso no significa que se identifica como mujer o que sea homosexual. No tiene absolutamente nada que ver. Ni los productos ni colores que usas te definen. Siento que ese es un panorama que aún no se vive aquí”, continúa.
Jerry llega para formar parte del cambio. Hace un mes regresó al Perú para reconquistar el mercado que alguna vez le abrió las puertas. “Me gustaría tener un programa de belleza en televisión y también empezar en el mundo nupcial”, adelanta.
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