Hermosos y reales: Lunares en el rostro
Hermosos y reales: Lunares en el rostro
Redacción EC

Rosa Chávez Yacila

Tengo quince lunares en el rostro. Dos en el mentón, uno en la mejilla izquierda, dos en la mejilla derecha, tres sobre la boca, dos en la punta de la nariz, dos en las sienes, uno en la esquina izquierda de la frente y dos más debajo de los ojos. Han ido surgiendo en mi cara a lo largo de dos décadas aproximadamente. Cuando tenía cinco años aparecieron mis primeros lunares faciales, un par de puntos negros debajo de los ojos que parecían dibujados con un plumón de tinta indeleble. Yo no sabía que los tenía hasta que las bromas crueles de mis compañeritos del kindergarten me lo advirtieron. Pasé a tener «dos caquitas de mosca» en la cara y fui rebautizada como «La Chilindrina». Desmotivada y triste me lamentaba ¿por qué me tocó justo entre tantas niñas en el mundo? Sin desearlo relacioné el lunar con lo negativo.  Me preguntaba ¿mis lunares me hacen fea?, ¿las mujeres bonitas tienen lunares?

IDEALES IRREALES

El ideal de belleza al que se nos ha obligado a aspirar es irreal e inalcanzable. En la televisión, en la publicidad, en las revistas, en los catálogos, las mujeres tienen cuerpos esculturales y rostros inmaculados. Sin pecas, sin manchas, sin cicatrices, sin arrugas y, claro, sin lunares. Cuando mi yo de cinco años buscó sus respuestas encontró heroínas de telenovelas hipermaquilladas, personajes de dibujos animados que lucían como muñecas, muñecas que eran perfectas (las Barbies o las muñecas de porcelana, por ejemplo). Ellas eran las bonitas.

Por el contrario, cuando busqué referentes de fealdad y malevolencia, encontré a las villanas de infaltable lunar en alguna parte del rostro. Allí tenemos a la bruja de la manzana envenenada de Blanca Nieves y su lunar en la nariz; a Úrsula de La Sirenita con el lunar negro debajo de los labios; a la Bruja del Oeste de El Mago de Oz, de rostro verde y lunar del mismo color en el mentón; o a Emma Thompson como Nanny McPhee con dos grandes lunares alrededor de la boca. Es como si las lunarejas fuéramos la encarnación de lo indeseable en la imaginación de millones de personas.

REBELIÓN DE LOS LUNARES

Para hacer caso omiso a los paradigmas disparatados, existe una legión de mujeres de mentes abiertas y visionarias. Caty Ordóñez, maquilladora y fundadora de Pixie MakeUp, asegura que durante el tiempo que lleva trabajando ninguna de sus clientas le ha pedido ocultar o disimular sus lunares. Incluso en algunos casos no han querido hacerlo expresamente, como una novia con un gran lunar rojizo que cubría parte de su mentón y su cuello: «Me pidió que no maquille su lunar, pues dejaría de ser ella», cuenta Ordóñez.

En el mundo del maquillaje y las pasarelas, la rebelión de los lunares parece haber llegado. En la última Semana de la Moda de Londres, la reconocida marca de cosméticos Mac, utilizó lápices delineadores para pintar pecasen el rostro de las modelos. Es la última tendencia de maquillaje que busca evocar la naturalidad y la inocencia que producen esas manchitas dispersas sobre el rostro. Esta práctica que no es nueva en la industria de la moda (ya se ha visto antes en otros escenarios como la Semana de la Moda de Madrid), nos remonta a la historia de los lunares postizos que proviene de siglos atrás, cuando las mujeres se los colocaban para verse más atractivas o enviar ciertos mensajes. La historia es circular dicen. Y los lunares casi siempre son redondos.

Varios años me tomó comprender que no importa si no te pareces a la modelo de catálogo o a la actriz de película. Si tienes 10, 15 o 20 lunares en la cara y tu dermatólogo no encuentra que sean malignos, hazlos especiales. Aprende a celebrar tu belleza. Solo a ti te pertenece y eso la hace única.

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