Porque no soy débil. Porque qué dirán los demás si se enteran. Por no aceptar que podríamos tener problemas. Porque nos pueden decir que estamos locos. Porque es muy caro. Porque no necesito ayuda. Porque yo puedo solo. Porque demora mucho. Porque no confío. Porque mis problemas son privados. Porque para hablar de mis cosas tengo a mis amigos. Porque los psicólogos son unos charlatanes. Por vergüenza. Por culpa. Por miedo. Porque son chismosos, morbosos que todo quieren saber de uno. Porque no son más inteligentes que yo. Porque no puede entenderme si no ha vivido lo mismo que yo. Porque no entiendo de qué se trata una terapia.
Cuando tenemos dificultades quisiéramos cerrar los ojos y que al abrirlos de pronto todo fluya sin pensarlo tanto. El asunto es que no funciona: resistirse a ver un problema no hará que desaparezca. Una cosa es protegernos y otra cosa es estar a la defensiva. Mucha gente sufre convencida de que la culpa de sus problemas es de otro (papá, mamá, esposo). Y si bien es cierto que puede haber gente que nos dañe, no es verdad que ellos son la única razón de nuestro malestar. No debemos mirarnos como víctimas impotentes. Aunque a veces sintamos que no, todos tenemos los recursos para salir adelante. Una terapia te ayuda a darte cuenta de eso, a ver qué parte de ti está dañada y cómo, te acompaña a sanar las heridas y descubres cosas positivas de ti mismo que no habías visto.
¿Las personas pueden lidiar solas con sus propias dificultades? Sí, en muchas circunstancias. ¿Los libros de autoayuda funcionan? Sí, en bastantes casos. Sin embargo, hay veces en que ya no podemos solos. Es normal. Y la fortaleza no está en aguantarse como los machos, sino en poder reconocer que necesitamos ayuda y buscarla.
Hay quienes dicen que para eso basta con recurrir a un amigo o a un consejero espiritual. Y a veces es verdad. Pero otras veces un consejo o un consuelo no son suficientes, y lo que nos haría bien es un comprometido trabajo interior en un espacio distinto al cotidiano.
¿Si voy a terapia significa que estoy loco? No. Significa que he elegido trabajar en mi mundo interior. Porque la terapia provee dos cosas: un espacio para resolver problemas y también un espacio de crecimiento personal. Es un paréntesis en tu rutina para pensar en ti, junto con una mirada que complemente la tuya. ¿Y cuál es la labor de un buen terapeuta? Ayudar a su paciente a conocer y comprender lo que siente y lo que piensa. Está ahí para acompañar, no para tomar examen. Para ayudarlo a descubrir las preguntas que más le sirvan, no para darle todas las respuestas. Para sostenerlo, no para juzgarlo.
¿Que nadie me conoce como yo? Reconocer que tenemos inconsciente no es sinónimo de debilidad. Simplemente aunque no queramos, hay cosas de nosotros mismos que desconocemos.
¿Que las terapias son muy caras? Las hay de todo precio, y para quien no tiene recursos hay instituciones que ofrecen programas de proyección social. ¿Que las terapias son muy largas? Duran lo que tienen que durar. Y la continuidad y la paciencia permiten trabajar y profundizar en las delicadas y entretejidas capas de nuestro ser.
Lo que ocurre en nuestra mente y corazón es íntimo. Es lógico no querer exponerlo a cualquiera. Tenemos derecho a querer estar en buenas manos. Pero basta con asegurarse de que sea alguien recomendado. Hay excelentes terapeutas que pueden ser una mano solidaria, que nos ayudarán a expresarnos e incluso a descubrir lo que nos pasa cuando ni siquiera sabemos identificarlo.
¿Descubrirás que no eres perfecto? Por suerte. Porque no lo eres ni tienes que serlo. ¿El terapeuta no es perfecto? Tampoco. Pero su mirada y su experiencia complementan la tuya. Es un trabajo en equipo. No necesitas que sea un sabihondo, sino que tenga un corazón inteligente, que pueda conectar su conocimiento con el tuyo, su sensibilidad con la tuya, con calidez, empatía y respeto.