Conoce los riesgos y cuidados de los piercings
Conoce los riesgos y cuidados de los piercings
Redacción EC

Caterina Notargiovanni

«¿Y no duele?». La pregunta es conocida para quienes llevan una perforación visible y también para los perforadores. Es que cuando se trata de piercing, primero se pregunta por los grados de dolor y luego por todo lo demás. (¿Será porque algunos «duelen» de solo mirarlos?)

Por supuesto que no hay una respuesta única, algunas personas sintieron solo una punzada y otras vieron las estrellas. Según los perforadores, la mano del técnico y el «factor miedo» son determinantes en la experiencia.

«Muchos vienen decididos a perforarse pero una vez que cruzan la puerta, las manos y los pies les comienzan a temblar», comenta Luis Velázquez –más conocido como ‘Carnero’–, perforador de Ink Art Tattoo. A veces es tanta la tensión previa que la sesión termina con desmayo. «Y es más por el miedo, porque el procedimiento en sí demora cinco segundos», agrega.

Claro, parece fácil para alguien que tiene más de media docena de piercings visibles, un implante en la mano y 14 años perforando gente; pero la verdad es que si estás pensando en hacerte uno y no quieres sufrir más de la cuenta, lo mejor será que te olvides del dolor y te concentres en todo lo demás.

VAMOS POR PARTES

¿Eres mayor de edad? ¿Sufres alergias? ¿Cómo es tu cicatrización? ¿En qué parte te lo quieres hacer?

Con esas preguntas te recibirán los perforadores. La edad es fundamental e innegociable: menores de edad solo acompañados por padre o madre. Para el caso de los alérgicos, diabéticos y personas con problemas de cicatrización, cabe la consulta médica previa. El resto solo tiene que elegir la zona del cuerpo, el modelo y material de la joya.

Las zonas clásicas son nariz, lengua, ombligo, labio, mentón, ceja y oreja. Las mujeres –que representan entre el 60% y el 80% de los clientes de piercings de los locales consultados– prefieren el ombligo y la nariz. Pero también hay demanda de perforaciones en genitales (pezones y clítoris), de dilataciones en los lóbulos de las orejas y de «septum», que es un aro que atraviesa la pared divisoria de las fosas nasales.

Del sitio elegido dependerá el tipo y tamaño de la joyería. En este punto no se trata solo de una cuestión de gustos, sino también de compatibilidad con la vida cotidiana. Por ejemplo, Roy Fuentes (38), perforador de Inmortal Art Tattoo Studio, no recomienda las argollas en las cejas porque posiblemente la engancharás cada vez que te quites el polo, y sugiere evitar las bolas muy grandes en la lengua para no interferir con el habla.

Los materiales utilizados son el acero quirúrgico y titanio, porque casi no presentan reacciones alérgicas y tienen una larga vida útil. El primero es más barato y más pesado, el segundo tiene la ventaja de ser antibacteriano. No es buena la plata porque facilita las infecciones y retrasa la cicatrización. No obstante, una vez sanada la herida de la perforación, se puede cambiar por cualquier tipo de material.

LA HORA DE LA VERDAD

Te desinfectan la zona con alcohol, te hacen una marca con violeta genciana, un poco de lidocaína y te perforan con una aguja especial llamada catéter. Luego retiran la aguja, colocan la joya y fin. «Rápido y simple», dice Roy.

Pero las cosas están lejos de terminar ahí. De hecho, el período más importante para determinar el éxito de la intervención comienza después, con los cuidados.

«No comer ají, pescado o chancho por cinco días. No tocarse la zona con las manos sucias, no asistir a la playa o a la piscina por 10 días y no saltearse la limpieza diaria. Para ayudar a la cicatrización, agua con manzanilla y cremas », aconseja Diego Vega (24), de Coyote Tattoo.

«Yo prefiero la cicatrización natural. Fomentos de agua tibia, manzanilla para relajar y agua de sal marina o suero fisiológico. Llevar una vida sana, evitar el alcohol y la comida picante», dice ‘Carnero’.

Y nada de alcohol ni sexo oral luego de las perforaciones en la boca, ni de relaciones sexuales después de un piercing en el clítoris, sugiere Roy Fuentes.

CONSECUENCIAS NO DESEADAS

Los perforadores consultados coinciden en que gran parte de los casos que regresan con infecciones se producen por negligencia en los cuidados, especialmente falta de higiene. La mayoría mejoran con tratamiento local, pero algunas infecciones pueden llegar a ser graves; por lo que se recomienda no demorar la consulta si la zona se pone roja, inflamada o hay pus.

En este sentido, es fundamental corroborar que la aguja sea descartable y que la joya y los instrumentos hayan sido previamente esterilizados. Y también es importante que el perforador use guantes quirúrgicos durante todo el procedimiento.

Si cuidas estos aspectos y eliges un profesional con experiencia, no hay nada que temer. Y aunque no esquivarás el dolor al momento de la perforación, podrás minimizarlo a fuerza de control. Así que mejor no pienses si duele hasta que duela, porque para entonces, ya tendrás el piercing colocado

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