Conoce el imperio de las caritas felices
Conoce el imperio de las caritas felices
Redacción EC

Laura Zaferson

Dime cuántos emojis usas al chatear y te diré un par de cosas sobre tu vida sexual. «La gente que usa emojis tiene más sexo que la que no los usa» reza el impactante titular de una nota publicada en el portal tecnológico Mashable.com. En ella, la periodista Christine Erickson fundamenta el enunciado con cifras del estudio «Solteros en Estados Unidos», una recopilación estadística que año a año realiza Match.com, el más grande sitio web de citas del mundo con presencia en 25 países incluido el Perú. La compañía forma parte del mismo grupo empresarial que la exitosa app Tinder, revela datos muy interesantes como el siguiente: el 54% de solteros que usan emojis tuvieron sexo durante el 2014, mientras que solo el 31% de los no usuarios llegaron a buen puerto en el terreno sexual. Convengamos que si la población mundial de solteros con acceso a teléfonos inteligentes fuera de 100 personas, 23 serían los arrepentidos por no haberle sumado besitos volados y bailarinas flamencas a sus conversaciones.

De otro lado, Helen Fisher, antropóloga que ha dedicado 30 años de su carrera al entendimiento del amor romántico, declaró a la revista “Time” que tener más sexo a causa del uso de emojis es solo la punta del iceberg. Las personas que regularmente intercambian estos pequeños dibujos a través de las ventanas de WhatsApp o el Inbox de Facebook son más abiertas a intentar citas con gente nueva y, con el paso del tiempo, son más propensas a querer contraer matrimonio. De hecho, el estudio mostró que el 62% de usuarios asiduos de emojis no tenían reparo en manifestar que querían casarse en algún momento, mientras que solo el 30% de los no usuarios se atrevía a admitirlo. Es decir, no es que a más Emojis más opciones de boda –yo tengo un menú con más de 1000 opciones disponibles y en lugar de oír campanas nupciales veo bolas de paja- sino que el uso regular de ellos hace que las conversaciones sean más íntimas y que los interlocutores se sientan más cómodos y puedan hablar de cualquier tema sin temor.

Corre el rumor de que el uso de emojis está más extendido en mujeres que en hombres. Esto no necesariamente es cierto. Lo que sí es verdad es que las mujeres somos más abiertamente expresivas y por eso solemos ser las que iniciamos el intercambio con nuestros pretendientes, novios o esposos. En una entrevista para el “New York Times”, John McWhorter, lingüista de la Universidad de Columbia, sostuvo que los hombres captan rápidamente los beneficios de usar emojis cuando están tratando de seducir a una mujer, y es por eso que cuando menos lo pensamos son ellos los que envían parejitas agarradas de la mano, ramos de flores o incluso picardías que comparan ciertas partes del cuerpo con sendas verduras y frutas. Digamos que, hasta hace algunos años, un caballero le ofrecía una bebida a una dama con la ilusión de que esta bajara la guardia y se dejara conquistar. En el presente, donde la chica promedio puede costearse sus propias copas y también las de su aspirante a galán, más consiguen los muchachos haciendo propuestas que terminen en, por ejemplo, una carita feliz con ojitos de corazón. Esto lo sabe bien Drake, rudísimo rapero canadiense recientemente célebre por haberse limpiado la boca luego de que Madonna lo besara. Él tiene tatuado en el antebrazo el emoji de las manitos que rezan y que suele usarse cuando alguien te pide algo por fis por fis por fis.

Como experimento personal, he recolectado 4 docenas de pantallazos de celular con los últimos emojis usados por distintos tipos de personas: hombres y mujeres, gay y straight, solteros y casados, ennoviados a larga distancia, expatriados buscando novia, veinteañeros, treintañeros y cuarentones, solteras codiciadas y gileros de ventana, gente optimista y gente ácida, perfiles patrióticos y anárquicos, y un excéntrico etcétera. Todos muy distintos entre sí, pero todos también con algo en común: el corazoncito rojo, ese que cuando lo mandas solito late al mismo ritmo que tu propio corazón. Tal parece que todos somos unos tiernos anticucheros, así que vamos a comer.

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