Natalia Parodi: "Suéltalo"
Natalia Parodi: "Suéltalo"
Redacción EC

Si bien el enamoramiento empieza fácil, con una ilusión que puede contra todo, y solo permite ver el lado lindo de la otra persona, luego aterriza y comenzamos a ver los otros lados del ser amado. De pronto, somos una pareja conjugando virtudes y defectos, con amor y ahora también con esfuerzo.

Yo no creo en el camino fácil. Cualquier cosa (meter su tenedor en tu plato, querer las ventanas abiertas en invierno, el volumen con el que requinta cuando está de mal humor, la dependencia con su madre) podría ser excusa para incomodarnos y desilusionarnos. Pero cuando las cosas se ponen difíciles es momento de remangarse y luchar, y no de salir corriendo. En una relación, los problemas surgirán tarde o temprano y hay que aprender a lidiar con ellos.

Sin embargo, una cosa es luchar juntos contra las dificultades, y otra es intentar retener a alguien que no está dispuesto a jugársela por ti. Es verdad que hay momentos en que uno cargará más que el otro. A veces es él, a veces ella. Pero no siempre debería ser el mismo, porque una relación es como una mesa: con la mitad de las patas no se sostiene. Necesita las cuatro para un buen equilibrio.

Además, una cosa son las dificultades que se presentan en el camino (problemas de dinero, de salud, tensión en el trabajo, conflictos familiares), y otra son los problemas entre ambos (distanciamiento, falta de deseo sexual, peleas constantes, resentimiento). Los problemas de vínculo suceden siempre en algún momento e incluso es normal a veces tener que enfrentar una crisis. Pero cuando las crisis dejan de ser la excepción y es lo común por períodos prolongados, la relación está en problemas.

Algo común pero delicado es pretender que el otro cambie. A veces lo negamos, pero inconscientemente es lo que deseamos. «Me encanta cómo es, pero quisiera que fuera más romántico, más expresivo, más sociable y menos renegón». Ya sea que hables de lo desordenado que es o lo juerguero o lo aburrido o lo hermético o lo adicto al trabajo, la cosa es que él es como es. ¿Puedes aceptarlo y ser feliz? ¿O eso que sientes que le falta, es en realidad algo indispensable para ti?

Esperar que tu pareja cambie, o exigírselo, no es justo para ninguno. Él sentirá que no es suficiente y tú vivirás esperando algo que nunca llegará. Si al final termina contigo te sentirás peor, porque ni siquiera te dio lo que prometió o lo que esperabas. Y la sensación de vacío puede ser muy dolorosa y llenarte de rabia y desesperanza.

Si es al revés, y tú sientes que él vive criticándote y te hace sentir poco querida y mal contigo misma, tú tampoco tienes que cambiar por él. Puede que haya actitudes que cada uno pueda mejorar. Pero no convertirse en alguien distinto de quien eres.

Muchas personas se quejan de lo que sus parejas hacen mal. Y es posible que tengan razón: que sus hábitos no sean ideales, que no debería hablarle así a nadie, que podría ser menos egoísta. Pero una cosa es pedirle ciertas consideraciones y otra presionarlo o forzarlo. Tener razón no siempre te hará más feliz. Y ganar la discusión no necesariamente hará ganar a la relación. Si la vida cotidiana se convierte en un eterno reclamo y debate, es posible que sea momento de detenerse, preguntarse si eso es lo que quieren y ver si pueden hacer juntos algo al respecto o no.

¿Sientes que tú sostienes toda la relación? ¿Lo has conversado con tu pareja? ¿Qué piensa de esto? Lo primero que hay que hacer es intentar resolverlo juntos, por ejemplo yendo a terapia de pareja. Es muy probable que él se resista un tiempo y tendrás que tener paciencia. La terapia de pareja lo asusta, porque teme sentirse evaluado. Pero si tu espera ya lleva años y todo sigue estancado, si él sistemáticamente te dice que exageras, niega los problemas y no muestra ni siquiera disposición a conversar al respecto ni a buscar ayuda, es poco lo que puedes hacer. Quizá, sea momento de pensar en seguir tu camino sin él.

Si lo has intentado todo, si es mucho tiempo de desgaste, si ya no son un equipo ni hay interés mutuo en retomarlo y si el amor ya no alcanza, tienes derecho a buscar tu felicidad y comenzar de nuevo

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