Ana Sayán
La historia recorrió las redes sociales: Kate y David, una pareja australiana, esperaban gemelos prematuros. Todo iba bien hasta que les informaron que el varoncito no había sobrevivido. De pronto su alegría se convirtió en un profundo dolor, pero Kate tomó al niño y lo puso desnudo contra su pecho, llamó a su esposo y le pidió que abriera su camisa y le diera su calor. Él no entendía el pedido de su esposa, pero lo hizo. Ambos le hablaron con ternura de su hermanita recién nacida y de los planes que tenían para él, hasta que, según los reportes, el bebe abrió los ojos y cogió la mano de su padre. El amor, reza la moraleja de esta noticia, le había devuelto la vida
Lo cierto es que los humanos no podemos vivir sin amor. Lo anhelamos, lo buscamos, lo necesitamos. El amor nos da propósito. Sentirnos amados es una de nuestras necesidades primarias junto con ser aceptados y ser parte de alguien más. Y esto es más notorio cuando nos enamoramos. En esos momentos nos ponemos eufóricos, sentimos que podemos conquistar el mundo entero y nada nos parece imposible. Basta con mirar a los ojos a la otra persona para que se recarguen nuestras energías. Pero el paso de los años suele encoger hasta los mayores entusiasmos. La psicóloga estadounidense Dorothy Tennov encontró que el enamoramiento suele durar como máximo «entre 18 meses y tres años». ¿Dónde se va después? ¿Qué ocurre?
Pues simplemente que volvimos a nuestro «estado natural». Volvemos a ser los de antes, con los mismos deseos, las mismas expectativas y los mismos defectos. Nos enfocamos en nosotras mismas y olvidamos la esencia del amor: dar y entregarse.
Antes nos esforzábamos por demostrar nuestro amor, por descubrir aquello que la otra persona entendería como un gran «te amo». Entonces éramos creativos, románticos, hasta que el tiempo nos hizo olvidar.
NO SOLO DE PALABRAS VIVE EL AMOR
Una pareja vino una vez a pedirme consejo. Ella lloraba y me dijo: «Anita, él no me ama, yo hago un montón de cosas y me esfuerzo, pero nada le arranca un “te amo”». Por su parte él decía que sí la amaba, que siempre le llevaba flores y le compraba lo que ella necesitaba. ¿Dónde está el problema? Pues en que ella esperaba escuchar palabras bellas, palabras de amor, pero él mostraba su amor de otra forma, en silencio, comprando regalos con los que esperaba que ella se sintiera feliz.
El psicoterapeuta José Baldeón escribe que «Amar es hacer que el otro se sienta amado, de lo contrario no es amor… debe ser un encuentro e intercambio de subjetividades, pero también una expresión de acciones objetivas… el amor genuino debe abarcar tres dimensiones: el cognitivo (mente), el emocional y el pragmático (comportamiento)».
El ejemplo anterior es típico en parejas que tienen formas diferentes de mostrar amor. Cuando ambos entienden que el otro tiene su modo de expresar amor y pueden apreciarlo, es cuando pueden animarse a mostrarlo de la forma que su pareja lo espera.
¿Podría ser que te hayan estado mostrando amor sin que te des cuenta? Aquí siete formas a través de las cuales tu pareja podría estar diciendo «te amo»:
- Con palabras de ánimo y gestos de confianza.
- Comprándote regalos o algo que sabía que te hacía falta.
- Pasando tiempo contigo, escuchándote y dejando que seas el centro de atención.
- Buscando soluciones a los problemas que le has contado.
- Prodigándote besos, caricias, abrazos y ‘apachurradas’.
- Ayudándote con tus labores del trabajo o con tus quehaceres en la casa.
- Comentando tus virtudes delante de sus amigos.
Si lo está haciendo no lo desanimes. Muéstrale lo agradecida que estás por estas muestras de afecto y motívalo a seguir haciéndolo. Pero lo más importante es que tú también le muestres, más allá de las palabras, que también la amas
Cuando las parejas logran mirarse desde los ojos del otro se abre una nueva etapa en la relación. Esto los dispone a expresar su amor de formas nuevas, hasta incomprensibles, pero llenas de sentido para el otro. Y es entonces cuando el amor no solo logra llenarlos a ambos sino que se desborda más allá, como en el caso de Kate y David, hasta lograr dar vida a los demás.