Verónica Linares: "Whatsapp y el monstruo de los ojos verdes"
Verónica Linares: "Whatsapp y el monstruo de los ojos verdes"
Redacción EC

Algunas amigas me han aconsejado a veces: «Cuida a tu hombre». Yo solo las he escuchado y he sonreído. Nunca he entendido la frase, o tal vez, me resisto a entenderla. ¿Cuidarlo? Ni que fuera un bebé, un tesoro o la joya de la corona. Más bien, he conocido unas cuantas ‘joyitas’ que felizmente fueron robadas a tiempo.

¿A qué hay que tenerle miedo? ¿A que empiece a gustarle otra? ¿A que te saque la vuelta? ¿A que te deje? Si se va no se acaba el mundo. ¡Que quien tema sea él! La frase es tan machista.

Además revela que quien te la dice es una celópata en potencia y quiere que tú también lo seas. No digo que te olvides de tu chico o lo trates mal. De vez en cuando mandar un mensajito coqueto es divertido, pero porque te nace hacerlo, no porque estás marcando tu territorio. Creo que no es necesario estar llamándolo todo el día. Eres su enamorada, su novia, su esposa...su compañera. Nadie te ha nombrado fiscal de su vida y mucho menos su dueña. Además, siempre habrá una más bonita, más inteligente, más graciosa, más coqueta o más regia que tú. ¿O me vas a decir que no hay hombres más guapos que el tuyo? Bueno, entonces nos entendemos.

Bajo esa premisa, si ‘tu’ hombre no quiere estar contigo, así lo encierres en tu casa y no lo dejes salir ni a comprar el pan, igual se irá con otra, te lo puedo asegurar. Y lo único que ganarías es un estrés incontrolable pensando en si pusiste seguro a las ventanas para evitar que se escape.

Un ejemplo: Juan llega a casa del trabajo. Está tan entretenido en su celular y no se da cuenta de que Pepita está yendo a su encuentro a la sala. Cuando se sienta a su costado él, nervioso, cierra el Whatsapp y abre un correo.

Alternativa 1. Le preguntas ¿por qué cierra el mensaje, a quién le escribe, por qué se pone nervioso? Se hace el desentendido. Se ofusca con tu interrogatorio. Le increpas que te está mintiendo. Lo sigue negando. Te enojas. Suena su celular. Se va a contestar lejos de tus gritos. Se van a dormir peleados. Al día siguiente te levantas más arrugada que nunca, porque has dormido haciendo bilis. Él te habla y no le respondes. Se van molestos a trabajar. Lo llamas por teléfono para resolver asuntos domésticos y eres cortante. Pasas un mal día. En la noche Juan ya se olvidó del tema hasta que ve tu cara. Te explica que eran unos ex compañeros de trabajo que están organizando una reunión y una de las chicas es la encargada de organizarlo y no quería decirte porque podrías molestarte.

Alternativa 2. Con cariño le preguntas: «¿Con quién hablas, mi rey?» «Con nadie, gorda», responde. Le mientes: «¡Ay, qué raro, pensé que estabas escribiendo por el Whatsapp». Sigues mintiendo: «Si hablas con el Chino le recuerdas que este fin de semana lo esperamos a comer con la China». Suena el celular. Habla en otra habitación. No dices nada. Se van a dormir raros. Igual te levantas arrugadaza, porque no has podido dormir pensando en ese mensaje. Al cabo de tres días Juan te cuenta que unos ex compañeros están organizando un almuerzo y que las coordinaciones las están haciendo por Whatsapp.

Alternativa 3. No dices nada. Te das cuenta de que en el Whatsapp que cerró era de una mujer. No le haces caso. Suena el teléfono, es la del Whatsapp. Sigues haciendo tus cosas, sin darle importancia. Él habla delante de ti y confirmas que es la del mensaje. Cuelga. Ni le preguntas con quién habló. Se acerca a ti y comparten el jugo de piña que acabas de hacer. Mientras lo disfrutan, te cuenta que unos ex compañeros de trabajo están organizando una reunión. Tú sigues con lo tuyo y le haces un gesto positivo. Estás ocupada en tus cosas. Al día siguiente te levantas descansada, lozana, no solo porque dormiste bien, sino porque el jugo de piña es antioxidante.

Supongamos que todo es mentira. Que no existe tal reencuentro de ex compañeros. O que es una verdad a medias, porque en la reunión verá solo a una ex amiguita. Cualquiera sea el caso,  igual lo va a hacer. Hoy, mañana o pasado. Con tu fiscalización o sin ella. ¿No tienes suficientes pendientes como para estar ‘cuidando’ a tu chico? Qué agotador. Deja abierta las puertas y ventanas y verás que ‘tu’ hombre sigue ahí. Si no, alas y buen viento

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