Las danzantes de tijeras mujeres y su integración en este baile no es reciente, esto se ve desde los años 90. Esta danza ancestral atrajo al mundo de la televisión con ‘El gran reto’, serie que se estrenó hace 10 años y trató acerca de una mujer que se vestía de hombre para poder danzar, demostrar que era la mejor y pedir a su entrenador que le enseñara bailar. Con ello se mostró a la gente que la danza de tijeras se enseñó solo a los hombres y donde las mujeres aún no tenían cabida. La forma conservadora de ver el baile fue cambiando y se fue integrando a las mujeres cada vez más.
‘Warmi danzaq’ tiene dos años de creación y está conformado por mujeres que no se les inculcó esta danza desde temprana edad, ni mucho menos fue heredada; sino pasó todo lo contrario, sus ganas de aprender el baile, las costumbres y la teoría fueron su motor para que ahora estén bailando. Roberto Saire su maestro y conocido como ‘Qaqañiti’ les enseñó lo necesario para que sean las mejores. “Nace a raíz de que las chicas no tenían un lugar para que puedan ensayar, no había difusión en el tema de las ‘warmi danzaq’, mujeres danzantes. Dije, por qué no enseñarle a las chicas como era antes, porque una maestra ya practicaba por los años 90. El tema de enseñar a las mujeres comenzó primero con ‘Huairi’, ‘Asirisonqo’, ‘Killary’, ‘Ninasonqo’ -que es brasileña pero que no está ahora en el Perú- y luego viene Daiana que aún le falta su nombre”.
Daniela Hudtwalcker, Iris Quispe y Daiana Flores conforman ‘Warmi danzaq’. Ellas dan volteretas de izquierda a derecha, alzan las piernas, mueven la cabeza al compás del sonido de las tijeras. En cada paso de baile no pierden la concentración, pues tienen su mirada muy enfocada. Esta danza no solo es un baile sino un arte, donde se hace un rito y un vínculo con el Apu Wamani y la Pacha Mama. “Cuando yo estoy en el escenario ya no soy yo, me vuelvo ‘Asirisonqo’, entonces mi Apu que me acompaña, está presente conmigo, es mi Apu el que está compitiendo, y lo que no pensabas que no te salía te sale, porque estas con otras energías. Aprendes a dialogar con el piso, aire y agua para poder continuar”, comenta Daniela.
A todas las unió el mismo deseo y las mismas ganas por querer aprender de esta cultura, saber de las divinidades y de lo significativo que es este baile. Daniela es conocida como ‘Asirisonqo’ que significa luz sonriente y su maestro le tomó medio año ponerle su nombre, Iris Quispe es conocida como ‘Killary’ que es luz de luna y Daiana que fue la última en integrarse al grupo comenta que aún no se gana un nombre.
La danza de tijeras se baila en distintas provincias de la sierra como Ayacucho, Apurímac y Huancavelica y en cada una de ellas tiene sus propias costumbres, vestimentas y música. Las ‘Warmi danzaq’ tienen las costumbres de Ayacucho, por lo que usan trajes blancos, cintas, en la gorra llevan sus nombres y se danza según la tonalidad de la música. Iris comenta que “en Huancavelica los varones utilizan pantalón y las mujeres falda, en cambio nosotras utilizamos pantalón y camisa porque no hay otra costumbre”.
El grupo acabó con las restricciones de una danza conservadora, ancestral y demostraron que podían hacer lo mismo que los hombres y es así que lograron derribar los roles de género y se unieron a la campaña de Sedal “Repensemos el rosado, juntas” ya que esta presenta sus mismas visiones y conceptos. “Esta campaña busca inspirar a las niñas y adolescentes a soñar con un futuro lleno de posibilidades; animarlas a que comprendan su propio potencial orientándolas a tener un desarrollo positivo de sus capacidades y competencias. Queremos motivar a las niñas, adolescentes y jóvenes a que liberen su imaginación en donde puedan ver más allá de los mandatos de genero restrictivos, abran sus posibilidades y definan su propia ruta de vida explorando quienes quieren ser”, comenta Carla Bisbal, gerente de marketing de Unilever Perú .
Respecto a la campaña que promueve el empoderamiento de la mujer en diferentes ámbitos de sus vidas para romper estereotipos culturales, Daniela comenta: “Antes danzaban mujeres, pero fue como un boom que se fue disipando. Ahora se busca fomentar no solo dentro de la danza de tijeras, sino ante la sociedad la presencia de un trabajo en conjunto. Si bien es cierto, mi traje tiene rosado -¡Ah bueno por el hecho de ser mujer!- pero es una forma de abrir paso, de ir generando un pequeño espacio para que no sea un shock para los otros danzantes ver a las mujeres”.
Por otro lado, Iris explica que “anteriormente sí habían danzantes de tijeras mujeres, pero había mucho machismo. A una de las primeras danzantes, le decían anda a tu casa, qué haces aquí. En la actualidad ya no es así, hay muchas personas que nos apoyan a empoderar, a animar a varias chicas que sigan su sueño”. Finalmente para Daiana, “los hombres y mujeres pueden hacer las mismas cosas, si hay voluntad se puede hacer y en parte estamos revolucionando. Demostramos que sí se puede y que cada vez hay más personas que entienden, que comprenden y vamos cambiando el pensamiento”.
Cuando uno es danzante de tijeras se tiene una conexión con el baile, porque al hacerlo uno se debe conectar con lo místico ya seas hombre o mujer. Es una manifestación de cultura viva. Las ‘Warmi Danzaq’ son un modelo a seguir, pues tienen la gran responsabilidad de representar a distintas comunidades. Ellas van abriendo espacio porque no ha sido una costumbre donde las mujeres bailen sino con el tiempo los demás se han ido acostumbrando a ver que la danza es una y se rige para todos igual.