Hay momentos en la vida en los que sentimos que estamos yendo permanentemente con el pie izquierdo y teniendo la peor de las rachas. A veces, puede ser muy agobiante el no saber cómo pasar estos obstáculos, pues llegamos a un punto en el que no hay luz al final del túnel que nos brinde una pizca de esperanza. Creo que todos en alguna etapa de nuestras vidas, hemos tenido la ligera sensación de que el mundo entero conspira en nuestra contra, por lo que empezamos a creer que estamos condenados al fracaso y a que todo siempre nos salga mal.
Sin duda, al cargar con este pensamiento, un tanto irracional y pesimista, solemos dejar de vivir en cierta manera, ya que nosotros mismos nos condicionamos, pues en nuestra mente todo siempre nos va a salir mal, y muchas veces esto hace que nos privemos de aquellas experiencias y oportunidades que pueden ser muy beneficiosas para nuestro desarrollo personal.
¿Por qué sentimos que todo nos salen mal?
Definitivamente, hay algo que debemos tener muy presente, la vida está llena de altibajos, pues no va de forma recta, sino que a lo largo de ella podemos experimentar una labilidad que, en ocasiones, nos impulsa a maquinar una serie de pensamientos poco saludables, los cuales nos llevan a poner en duda nuestro valor como seres humanos y pensar que merecemos vivir de una manera determinada.
En efecto, nuestra percepción en estos casos puede jugarnos una mala pasada, ya que gracias a ella logramos generar una concepción en torno a las cosas, las personas, el mundo en general e incluso de nosotros mismos. Además, actualmente con el apogeo de las redes sociales, se suele mostrar una realidad completamente distorsionada, dado que únicamente vemos personas con “vidas perfectas”, lo que nos lleva a cuestionarnos: ¿por qué no puede ser nuestra vida maravillosa todo el tiempo?
Cabe señalar que, sentirnos de esta manera, por lo general, está relacionado a una combinación de factores cognitivos, emocionales y contextuales. Por esta razón, quiero compartir algunos de los motivos por los que tal vez estemos experimentando estos sentimientos.
Sesgo de negatividad: Los seres humanos tenemos una tendencia natural a prestar más atención a las cosas negativas que a las positivas, es decir, cuando las cosas van mal, es más posible que lo notemos y nos centremos únicamente en ello.
Autoestima baja: Es muy probable que, tengamos una percepción distorsionada de nosotros mismos y de nuestras habilidades. Básicamente, esto puede hacer que nos sintamos incapaces de alcanzar el éxito, puesto que constantemente estamos creyendo que todo nos sale mal.
Falta de perspectiva: Sin duda alguna, esto guarda relación con lo ya mencionado, pues cuando nos centramos demasiado en un problema o situación difícil, puede costarnos ver el panorama general y darnos cuenta de que no todo está mal en nuestra vida.
Experiencias previas negativas: La importancia del contexto y las experiencias pasadas son determinantes para nuestra percepción, ya que, si hemos tenido muchas vivencias negativas, puede ser más difícil concebir un futuro mejor. Probablemente, esto puede hacer que interpretemos los eventos de nuestra vida de una manera negativa, incluso cuando hay muchas otras cosas positivas que nos rodean.
Estrés y ansiedad: Las emociones son claves en nuestra concepción de la vida, ya que cuando estamos atravesando por momentos de tristeza o ansiedad, nuestra mente tiende a enfocarse en los aspectos negativos.
Personalmente, creo que, si estamos experimentando este sentimiento de manera persistente, lo más recomendable es buscar la ayudar y orientación de un profesional en salud mental, quien podrá entender mejor qué es lo que está sucediendo y desarrollar estrategias efectivas que nos permitan manejar mejor este tipo de sentimientos y pensamientos.
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