A veces tenemos tan instaurado en nuestra mente, la necesidad de ser fuertes, independientes y casi omnipotentes, por lo que nos resulta difícil aceptar cuando las situaciones nos superan y requerimos de ayuda. Desde luego, la autonomía es una facultad muy importante para el desarrollo personal; sin embargo, el tener la capacidad de reconocer nuestras oportunidades de mejora y todo aquello que nos genera un mayor desafío, también es una competencia fundamental para nuestro crecimiento. Lamentablemente, existe un estigma social vinculado con pedir ayuda, por lo que suele ser concebido como un signo de debilidad o incompetencia, razón por la cual, podemos disuadir de buscar este apoyo tan necesario, ya que esto implicaría que nos mostremos vulnerables ante los demás, lo que podría afectar el sentido de orgullo de muchos.
De igual manera, las experiencias previas de rechazo, críticas o falta de apoyo pueden hacer que seamos reticentes a pedir ayuda en un futuro, pues el miedo al rechazo o a ser maltratado nuevamente genera una gran barrera. Asimismo, algunos podemos evitarlo porque sentimos que estamos siendo una carga para los demás, es decir, nos preocupamos tanto por no molestar o incomodar a otros con nuestros problemas o necesidades que, preferimos no generar algún tipo de inconveniente.
Probablemente, en más de una ocasión nos hemos negado a buscar ayuda, ya sea por uno o varios de estos motivos; no obstante, debemos comprender que, en realidad, es una muestra de valentía y; sobre todo, de autoconocimiento, por lo que tiene un impacto muy importante en nuestra autoestima, pues al final esto demuestra que somos capaces de aceptarnos tal y como somos.
¿Pedir ayuda mejora la autoestima?
Oportunidades de mejora
Todos los seres humanos -sin excepción- tenemos limitaciones o dificultades en ciertas áreas de nuestra vida, como también poseemos fortalezas, por lo que, si aprendemos a reconocer tanto lo “bueno” como lo “malo”, esto nos permite ser más conscientes sobre nuestro propio ser, lo que, sin duda, es un signo de madurez emocional. Ciertamente, este tipo de situación favorece a ese reconocimiento, pues al aceptar nuestras limitaciones y pedir ayuda, demuestra que nos valoramos lo suficiente como para buscar soluciones y mejorar, además, es un acto de autovalidación que fortalece nuestra autoconciencia y autoestima.
Mejores relaciones
En ocasiones, evitar pedir ayuda puede conducirnos a un aislamiento emocional, ya sea porque no queremos incomodar, tenemos miedo a ser rechazados o al fracaso, etc.; sin embargo, cuando aceptamos la ayuda, esto nos permite conectar con la otra persona, pues al tener la libertad de compartir nuestras preocupaciones con alguien de confianza, esto nos brinda un mayor sentido de pertenencia, pero también de soporte emocional. Por supuesto, el sentir que podemos mantener una comunicación asertiva con los demás, fortalece nuestros vínculos y relaciones interpersonales.
Empoderamiento
Cuando somos capaces de aceptar que no tenemos todas las respuestas y estamos dispuestos a recibir apoyo, definitivamente, esto nos proporciona la oportunidad de descubrir nuevos conocimientos y perspectivas, lo que automáticamente nos conduce a un proceso de aprendizaje y crecimiento personal, el cual contribuye al empoderamiento y nos permite desarrollarnos de forma integral como individuos. Igualmente, aunque pueda parecer lo contrario, pedir el apoyo de los demás, también nos ayuda a fortalecer nuestro sentido de autonomía, ya que, con este tipo de situaciones, nos animamos a tomar la iniciativa de buscar soluciones y de seguir mejorando, lo que a su vez, aumenta la autoconfianza y nuestra capacidad para enfrentar desafíos.
Por último, no debemos olvidar que, aceptar que no siempre podemos hacerlo todo y saber pedir ayuda, demuestra una actitud saludable y positiva hacia uno mismo y nuestro bienestar emocional.
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Milenka Duarte es periodista y psicóloga por la Universidad Peruana Cayetano Heredia.